lunes, 23 de julio de 2012

El primer encantador de perros de la Patagonia

EL DESAFÍO DE ALASKA Para Curuchet, el verdadero desafío era correr Iditarod. Y lo logró. Con el respaldo de la provincia de Tierra del Fuego, el Gato pudo participar de la carrera más importante del deporte de trineos con perros. Fue el primer sudamericano en correrla. Recorrió durante 14 días en Alaska, 1800 kilómetros junto a los mejores equipos y mushers del mundo. Fue reconocido por su aspecto solidario (socorrió a otro competidor en plena competencia) y cuando su trineo se gastaba o alguna parte parecía colapsar, el Gato con alambre y paciencia lo arreglaba, volviendo a la pista de inmediato. "Es que la habilidad que desarrollé al tener que hacerme mis propias cosas me dio mucha experiencia, me arreglo las cosas y listo. Te imaginas si tengo que esperar que me manden el repuesto no podría hacer nada, por eso yo hago todo, incluso mi cabaña acá en el valle...o los caniles...todo lo hago yo". Esa participación del Gato en Iditarod logró que se la reconozca a Ushuaia como uno de los lugares del mundo donde se practica el trineo con perros. Fue entonces cuando el nombre del Gato se convirtió en sinónimo de trineos en lo mas austral del mundo. El refugio donde vive Curuchet en Tierra del Fuego. Foto: Martín Jauregui Por estos días, Curuchet dedica gran parte de su tiempo a cuidar y mantener su "cabaña-refugio Del Viento" o "Akeaata" en el Valle Carvajal, a 19 kilómetros de Ushuaia y a 3020 kms. de Buenos Aires. Tiene más de 70 perros y conoce el nombre de cada uno de ellos. Muchos lo visitan para sentir la misma emoción que llevo a este hombre a dedicar toda su vida a los perros. "¿Quieren sentir el viento frío en la cara, la nieve en los pies y los perros tirando del trineo?, ¿quieren ser musher por unas horas? y esta bien, cuanto mas contacto tengamos con los animales mejores personas nos volvemos", dice sonriendo mientras arma un trineo para salir a la nieve del valle. El Gato es feliz llevando a muchos que se acercan hasta su refugio buscando ese contacto especial que existe entre el perro y el hombre. Incluso, muchas personas han llegado desde distintos lugares del país con las cenizas de su perro para esparcirlas en un lugar donde creen que tendrán mejor eternidad. Soltarlos en el valle y que se unan a la manada de los perros del cielo. Una mística que acompaña al Gato Curuchet desde sus primeros días. La tarde se va derramando sobre el filo de los cerros que rodean al Valle Carvajal. En lo profundo de un cañadon se escucha un aullido agudo y sentido. Resuena como eco en las paredes rocosas y se clava en las nieves que rodean el paisaje. El Gato Curuchet detiene la marcha del trineo y escucha con atención. El aullido vuelve a sonar más fuerte. El Gato sonríe y piensa "Karut: sigo tu huella, se que estas ahí, custodiando nuestra tierra. Hasta siempre Karut, ya nos encontraremos". En el aire suena su orden "Ambaii" y el grupo de perros comienza la marcha otra vez. El Gato vuelve a su refugio sabiendo que el espíritu de los valles lo acompañará hasta sus últimos días. Y eso lo hace feliz. Para siempre. Martín Jáuregui /LaNación Photobucket

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