miércoles, 28 de agosto de 2013

LO ÍNTIMO

Anteayer fue aniversario de la muerte de mi hija Clorinda, que todavía me parece no una realidad, sino una borrosa pesadilla.
  Cuando pienso en las penas que desde entonces han minado mi existencia, asómbrame hallarme viva aún, y me hago de ello un reproche. 
¡Quien tanto ha sufrido debe estar ya muerta!
Sin embargo, nunca estuve colocada en un círculo de tan activa y violenta acción.
Me levanto a las seis de la mañana, tan enferma, que me es preciso hacer un esfuerzo para dejar la cama, porque cuerpo y espíritu están mortalmente abatidos. 
Mas a medida que me engolfo en el trabajo, la vida vuelve, y me siento fuerte para pensar, sufrir, luchar y vivir; pero no sin anhelar ardientemente el eterno reposo [...].
Cuando voy al cementerio, y siento la inquietud inmensa de ese recinto, ¡qué envidia tengo a los muertos! Y no obstante, como acabo de decirlo, torrentes de vida se agitan en torno mío, y agitarse la mía con el poderoso galvanismo de la literatura.
Mi casa es el centro de un círculo de escritores que se reúmen para discutir y juzgar, aprobar y rechazar todo cuanto en el día se produce en ciencias y letras. Mi tiempo está repartido entre la enseñanza y la composición.
Quizá este prodigio de actividad me hace vivir [...].
La vida en lo material se ha reducido para mí a su menor expresión. 
Tengo dos túnicas negras y un manto. Con este guardarropa me basta para la calle y la casa. Y no hay que pensar que no ando elegante; mucho que lo estoy. 
Parezco una Sibila. Por lo que hace a comer, soy más cigarra que antes, cuando mi hija Mercedes se ocupaba de guardarme provisiones para la hora del hambre. 
Sólo que ahora, como está lejos de mí esa querida Providencia, me paso los días sin llevar un bocado a los labios, enteramente absorta en mis pensamientos, y sólo pienso en ello cuando los clamores de mi estómago me fuerzan a descender a la tierra.
Lima, 11 de marzo de 1876

Juana Manuela Gorriti

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domingo, 25 de agosto de 2013

Espiritismo

Espiritismo[1] 

 Una pobre costurerita de la calle de Santa Fe[2] salió una noche de su casa, entre once y doce, para esperezar[3] el cuerpo y dar un poco de aire a sus pulmones rendidos por el trabajo. 
 La calle estaba desierta y la muchacha iba a retirarse, cuando vio pasar delante de ella un joven, casi un niño, que deteniéndose a pocos pasos, púsose a tocar una flauta dulcísima que cautivó su oído, fijándola inmóvil con un pie en el umbral de la puerta y el otro en la vereda. 
 El joven se alejó así afuera, tañendo siempre el melodioso instrumento, y la muchacha quedóse escuchándolo en un extraño arrobamiento. 
 De repente creyó ver que las casas se movían y caminaban, dirigiéndose al interior; y tras de ellas la campiña, que cual una marea, invadió la ciudad. Y escuchaba siempre la flauta de dulce voz que tañía alejándose… … 
Los rayos del sol, cayéndose perpendiculares sobre su cabeza, despertaron a la joven costurera, que se encontró vagando en un campo desierto, roto el calzado y los vestidos mojados con el rocío de la noche. 
 Unos pastores vascos que acertaron a pasar por allí dijéronla que se hallaba una lengua más allá de Saavedra[4].
 Eran las doce del día. 
¿Qué había sido de ella en ese espacio de doce horas del que no tenía conciencia alguna? ¡Misterio! 

 Juana Manuela Gorriti

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* De acuerdo con Mizraje, Gorriti representa el “paradigma de las vi­siones locales en torno al fenómeno del espiritismo”. 
Si en 1874, anota en su diario el orgullo que le provoca que su hija se iniciase en los misterios del espiritismo, once años después lamenta que “hombres de alto mérito” como José Hernández creyesen en este “disparate”.
 [1] He seguido el texto de Martínez, pero adecuando la puntuación a las normas vigentes. La excepción han sido los puntos suspensivos, que he mantenido tal cual, porque marcan el vacío que se produce en la historia. 
 [2] calle de Santa Fe: durante la época virreinal fue el Camino a Santa Fe. Renombrada varias veces, en 1822 fue bautizada como Calle Santa Fe. Actualmente es una de las principales avenidas de la ciudad de Buenos Aires. 
 [3] esperezar: desperezarse. 
 [4] Saavedra: en su edición del cuento, Martínez considera que se refiere a la localidad del Partido de Saavedra, en la provincia de Buenos Aires.
 Sin embargo, también podría referirse al barrio de Saavedra, fundado en 1873, en el extremo norte de la ciudad de Buenos Aires.

jueves, 22 de agosto de 2013

EL ÁNGEL CAÍDO

Al anochecer de ese día, un coche cuidadosamente cerrado partió de la calle de San Pedro. Atravesó las de Plateros y San Agustín, torció a la izquierda y se dirigió a la portada del Callao. 
En aquel coche iban dos personas: una mujer de edad madura y una joven. 
La primera, grave y meditabunda, parecía haber tomado una penosa, pero firme resolución. 
La última lloraba en silencio con el rostro oculto entre las manos.
Cuando el ruido de las ruedas y de los cascos de los caballos se hubo apagado en la arena del camino, la joven levantó la cabeza y paseó en torno una dolorosa mirada. 
La noche comenzaba a tender su velo sobre el pai­saje. Las copas de los sauces se dibujaban sombrías sobre el azul estrellado del cielo; el brillo cantaba entre la maleza, y la brisa empapada en los aromas del azahar, mecía con triste rumor las camas de los árboles.
La joven asomó la cabeza por el claro de la portezuela y miró hacia atrás.
La última vislumbre de Occidente se reflejaba con tintes rojizos en los blancos capiteles de la portada; y en el fondo oscuro de su arco, empezaban a brillar las luces de la ciudad.
--¡Lima!-- murmuró la joven. Y el acento con que pronunció esta palabra encerraba un mundo de dolor.
--¡Lima!-- repuso su compañera.  
--Lima, que ya no nos es dado habitar, hija mía, por más doloroso que sea abandonar ese
hospitalario asilo de nuestra orfandad, donde hemos pasado días felices, a
pesar de la suerte enemiga que, siempre obstinada en perseguirnos, me ha puesto
en la necesidad de despedazar tu corazón.
--¡Ah! ¡mamá! ¿existía acaso esa necesidad?
¿No te he jurado no ver más a Felipe, con tal que me dejaras vivir cerca de él,
respirar siquiera el aire que él respira?
--El honor y el deber me ordenan alejarte de él, Irene, el honor y el deber te ordenan a ti desterrar del corazón ese amor sacrílego. El honor y el deber, hija mía, tienen leyes severas, que no transigen con ninguna debilidad.--Tienes razón, mamá, tienes razón. Ha habido momentos en que he querido rebelarme contra tus decisiones; pero mi fe en ti está demasiado arraigada en el corazón. He aquí, pues, tu hija, haz de su
destino lo que mejor te plazca. Pide a Dios solamente que me dé fuerza para
resignarme con su voluntad, y no sucum­bir en esta horrible prueba.
--Confía en su bondad, hija mía repuso la ma­dre,
procurando afirmar su voz conmovida. Él, que tiene magníficas recompensas para
aquellos que cum­plen su deber en la tierra, te enviará, no lo dudes, la paz y
la dicha. Ahora lloras, pero después te regocijarás...
--¡Después!-- murmuró Irene --¡después! ¡qué siglos de dolor encierra esta palabra!
E inclinando la cabeza pareció hundirse en dolorosa meditación.
Entre tanto, el coche había dejado atrás los últi­mos árboles de la alameda, y rodaba sobre un camino polvoroso, bordado de altas malezas donde cantaban millares de insectos. Acercábanse a la «Legua», y ya a la luz de la luna se distinguían los pardos techos del «tambo»
De repente, un jinete que, embozado hasta los
ojos, caminaba hacía rato a vista de los viajeros, pero guardando entre ellos
una distancia calculada, puso a ga­lope su caballo.
El cochero, que sentado en el pescante cantaba descuidado, interrumpió su canción para mirar hacia atrás.
En ese momento, el jinete, que había emparejado el coche, dio un silbido.
Cuatro hombres surgieron de bajo de un matorral; dos de ellos detuvieron los caballos, y los otros se apoderaron de las viajeras. El uno ligó a la espalda las manos a la señora, y el otro puso a la niña desmayada en los brazos del embozado, quien acercándose al cochero, mostróle en silencio, pero con ademán imperioso el camino del Callao, tomando él el de Lima, a toda la carrera de su caballo.
Todo esto pasó en el corto espacio de un minuto.
La madre dio gritos espantosos; y ligada, como se hallaba, quiso arrojarse a tierra.
<span style="color: #333333; font-family: Arial; font-size: 14.0pt;">Pero de repente se detuvo pálida y anhelante.
Un pensamiento horrible hirió su mente, secando sus lágrimas y cambiando su
dolor en indignación.
--¡Infame hipócrita!-- exclamó --¡fingía resignación y se preparaba a huir con su amante! ¡Que la sangre de tu padre sea sobre tu cabeza, hija desnaturalizada! ¡yo te maldigo!
Y la desdichada mujer cayó desfallecida en el fondo del carruaje que por orden del raptor corría en dirección del Callao.
A la misma hora que los viajeros dejaban Lima, Salgar entraba en su casa después de la lista de las cinco.
Una mujer lo esperaba sentada en el umbral de la puerta.
--¡Inés!... Una carta suya, ¿no es verdad?...
¡Pero tú lloras!... ¡Dios mío! ¿qué ha sucedido?
--¡Ay! ¡Señor, ya su merced no verá más a la pobre niña!
--¿Qué dices?
--Acaba de partir para el Callao, y esta noche se da a la vela para España.
--¡Pérfida! me ha engañado. Anoche mismo me juraba seguirme y ser mía.
--No la culpe su merced. ¿Qué podía hacer la pobre niña? Su madre la domina; y cuando habló la señora, ella dijo siempre amén."
Pero en lo que pasó esta mañana, a cualquiera se la doy...
Figúrese su merced que de repente entraron a casa dos caballeros, y que la señora, que parecía esperarlos, hizo pasear a uno de ellos de la cocina al desván inventariándolo todo. Hecho esto, volvieron al salón, en donde uno de aquellos hombres, sumando el inventario, dejó un saco de oro y partió.
--He aquí, capitán Vázquez-- dijo la señora al otro que se había quedado en casa, he aquí la única for­tuna de la pobre viuda que lleva usted a bordo. ¡Ah! ¡cuán feliz salí de España y cuán desdichada  vuelvo!... ¿Partimos hoy en fin?
--Esta noche, entre dos y tres sin falta.
Desde esta mañana sopla una brisa magnífica.
--¡Loado sea Dios!
--Me llevo, pues, vuestro oro. He aquí mi recibo. Hasta la noche.
--¡Inés! ¡En nombre del cielo, acaba! ¿no ves que muero de angustia?
--A ello voy. Yo estaba escuchando, y cuando oí hablar de viaje, quise venir a avisar a su merced; pero la señora había cerrado la puerta y guardádose la llave.
A las cinco me llamó. No sé lo que había pasado. 
La niña lloraba amargamente sentada en un rincón; la señora estaba triste, y por momentos sus ojos se lle­naban de lágrimas.
--Inés-- me dijo, --¿quieres seguirnos a España?
--¡Ay! señor, aunque yo quiero tanto a la niña, sobre todo, esto de irme fuera de Lima se me hizo muy cuesta arriba.
¿Dónde hallaría yo en esos mundos de Dios nuestro regalo, el sahumerio, la
mixtura, los lim­piones, Amancayes, el Puente, ¡bah! ¡imposible, impo­sible! 
--¡Inés! ¡me estás dando ochenta muertes! ¿Qué te dijo para mí?
--¿La señora?
--¡Irene!
--Cuando la señora me dijo que era libre y que me quedara, y me dio toda esta plata... la niña me hizo, seña de que, me acercase con pretexto de acorchetarle el vestido; y me encargó de decir a su merced que le había sido imposible desobedecer a su madre; que iba a morir, eso sí, pero que su merced la olvidara.
--¡Ah! ¿creíste eso posible, Irene? ¡Yo te haré ver que te engañas! ¡yo te haré ver cómo sabe amar el corazón que te ama!
--¿Dónde va su merced, por Dios?
--¡A correr en pos suya, a arrojarme a los pies de su madre, a pedirle... o pedirle que me dé la muerte!-- dijo Felipe montando a caballo y partiendo a toda brida.Las calles, la portada, la alameda; todo lo dejó atrás en breves instantes; y cortando con impaciencia las revueltas del camino, corría en línea recta, saltan­do tapias y matorrales, sombrío, silencioso, con la mirada, fija en el horizonte, pareciéndole a cada momento ver perderse en la azul lontananza, las blancas velas de la nave que le arrebataba a su amada.
De pronto, Salgar divisó un jinete que, corriendo en dirección opuesta, venia a encontrarse con él. Llevaba extendido entre sus brazos el cuerpo de una mujer cuya cabeza iba echada hacia atrás, y a la luz de la luna, veíase ondear al viento su larga cabellera.
A diez pasos de distancia, aquel hombre que había reparado en Felipe, torció hacia la derecha y dando espuela a su caballo, cogió un sendero que cruzaba los campos. En ese momento, la mujer que llevaba consigo, y parecía muerta o desmayada, se enderezó de repente, y tendiendo los brazos a Salgar, gritó con angustia:
--¡¡Socorro!!
Al eco de aquella voz Felipe se estremeció, y echando mano a la espada, se arrojó sobre el raptor.
Éste, viendo que le era imposible defenderse, soltó su presa y desapareció.
--¡Irene!-- exclamó Felipe cayendo a los pies de su amada.
Irene vaciló un momento, miró hacia atrás,
divisó a lo lejos el coche en que se alejaba su madre; luego miró a Felipe, que
la imploraba con ademán supli­cante.
--¡Oh! ¡madre mía! ¡perdón!-- exclamó --¡Yo había consentido en morir por obedecerte; pero no tengo fuerzas para volver a comenzar mi suplicio!
Y se arrojó llorando en los brazos de Salgar... Juana M. Gorriti


Para seguir leyendo esta novela de Juana M. Gorriti
http://www.camdipsalta.gov.ar/INFSALTA/angelcaido.htm



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miércoles, 21 de agosto de 2013

La portuaria



La Portuaria 
 Adi Azicri: guitarra Alejandro Terán: saxo y viola Christian Basso: bajo Colo Belmonte: batería y percusión Diego Frenkel: voz y guitarra Miguel Angel Tallarita: trompeta Sebastián Schachtel: teclados y acordeón Ex integrantes Pablo Giménez: bajo y trombón 5 Diego Frenkel, Basso y Schachtel (columna vertebral de la banda) habían integrado el grupo Clap, que grabó un álbum en el '86. 
Ya por entonces sorprendieron por la versatilidad de ritmos y estilos. Tal es así que muchos los han definido como "World Beat", algo así como el ritmo de la aldea global. En 1990 participan de "Mi Buenos Aires Rock", un festival organizado por la Municipalidad, que convoca a cien mil personas en la 9 de Julio. Si bien el público asistió para escuchar a García y a Spinetta, fue una excelente oportunidad para presentar el trabajo de la banda, que no fue desaprovechada, a juzgar por los aplausos cosechados. "Devorador de corazones" (1993) es la consagración de la banda. 
El disco más cuidado, potente y exitoso se destaca por el tema homónimo y por "Selva" (ambos cortados para difusión). A comienzos de 1994 llega a ser Disco de Oro. A mediados de 1995 salió a la venta el cuarto álbum, "Huija", «un grito de alegría y explosión salvaje, guiso de mambo, hip hop, acid jazz, ritmo y blues y otros reciclajes contemporáneos», según lo definió Frenkel a Clarín. El primer corte fue "Ruta" y otros temas destacados son "Vudú danza" y "10 segundos". Este trabajo, grabado y mezclado en New York e inmediatamente catalogado por la prensa como "uno de los más importantes del año" fue la presentación del nuevo baterista, Martín Ghersa. Al año siguiente editaron un esperado disco en vivo, para luego anunciar su disolución. Casi cinco años después, hacia mediados del 2000, Frenkel retomó el camino, con su principal socio del emprendimiento, el tecladista y acordeonista Sebastián Schachtel, responsable de buena parte de los 15 temas del disco "Me mata la vida", y casi lógicamente co-responsable, junto a Frenkel, de la producción artística. A la dupla Frenkel-Schachtel se le suman Colo Belmonte en batería, Alan Ballán en bajo, José Balé en percusión, Damián Nisensohn en vientos y Coqui en trompeta. «Volvemos con La Portuaria porque nos dimos cuenta de que había que recuperar la identidad del grupo, algo que forjamos durante mucho tiempo, y porque sentimos que es un proyecto al que le podemos agregar todo un nuevo contenido», explicó Frenkel a La Nación allá por junio del 2000. En el 2002 lanzaron "Hasta despertar", un EP de cinco temas que incluía una versión del bolero "Perfidia" muy difundida. 
Durante todo ese año la banda recorrió el país presentando el nuevo material. Y precisamente durante esos extensos viajes gestaron "10.000 Km", la nueva placa. Frenkel, Schachtel y Belmonte se rodearon de Pablo Giménez (bajo), Adi Azicri (guitarra), muchos invitados (Javiera Parra, Ricky Saenz Paz, Loly Alvarez, Coty Manigot, Carlos Cassela, Leon Frenkel, Javier Weintraub, Javier Casalla y Patricio Villarejo) y convocaron para la producción artística al músico electrónico Diego Vainer. "La vaca atada" marcó el regreso de Christian Basso, bajista original, asi como también la incorporación de Alejandro Terán (saxo y viola) y Miguel Angel Tallarita (trompeta), para los festejos por los veinte años de carrera. Discografía Rosas rojas (1989) Escenas de la vida amorosa (1991) Devorador de corazones (1993) Huija (1995) La Portuaria en vivo (1996) Colección aniversario (2000) Me mata la vida (2001) Hasta despertar (EP) (2002) 10000 km (2003) Río (2005) La vaca atada (2008)
 Website oficial: http://www.laportuariaweb.com 
 Redes sociales: http://www.myspace.com/laportuariaweb 
 Notas relacionadas El sabor del encuentro A buen puerto Acusticazo "El estudio de grabación es una droga fuerte" El viaje de La Portuaria La Portuaria llevó la fiesta a Carlos Paz Crítica: "10.000 Km" Día cuatro: otra mirada del asunto Hacia otros puertos La Portuaria en su mejor versión La Portuaria puso calor a la gélida noche porteña Segundas partes pueden ser buenas "Mi carrera solista no fue un fracaso" El regreso de La Portuaria  photo CHALL200813_zpsd27468f1.png

domingo, 18 de agosto de 2013

LOS ESTORNUDOS

Los estornudos no suelen traer nada bueno, decían las viejas de antes, y tenían razón; pues lo que traen o anuncias, rapé aparte, es un resfriado. Pero yo sé de unos estornudos que fueron el soplo inspirador de cierta notable pieza literaria; y eso que no fueron musicales expresiones de una nariz célebre por su belleza, como la de Cleopatra, cosa que habría justificado un madrigal, sino rotundas explosiones de las de un chinito, bastante retobado él, inspector de escuelas provinciales. Misterios de la poesía que la ciencia no se explica.
Las cosas ocurrieron así.
El señor inspector penetró en el aula, y, tras de retribuir con una sonrisa de vinagre de luto los almíbares que se desparramaban por la bondadosa cara de la señorita Italia Migliavacca, mi inolvidable maestra de primeras letras, subió a la tarima, tarima que crujió gentilmente para ponerse a tono con los zapatos amarillos del señor inspector. Y vino, naturalmente, una alocución, como ellos dicen.
-Niños que en este ámbito del saber primario sorbéis las materias como la enredadera sorbe el sol...¡atchís!
-¡Salud, señor inspector! -prorrumpió la clase en pleno.
El inspector pasó una mirada furibunda por los bancos mientras se llevaba a su importante apéndice nasal un pañuelito muy bien planchado, que luego volvió a doblar y colocar en el bolsillo superior de su saco negro con trencilla, y retomó el hilo del discurso:
-El sol!...,el sol!... ¡atchís!
Martirena me dijo por lo bajo, pero de modo que sonó bien alto:
-Debe ser un resfrío de sol...
El inspector intentó matarlo de una mirada y continuó:
-El sol o, mejor dicho, sus rayos, llamados también irradiación febea...¡atchís!
-¡Salud, señor inspector! -volvimos a decir a coro, creyendo proceder muy correctamente. La señorita nos hacía señas de que no insistiéramos, pero nosotros éramos muy bien educados y no perdonábamos estornudo. Y éstos se sucedían cada vez con mayor frecuencia, y el inspector, par retomar el hilo de la perorata, tenía antes que retomar el hilo del pañuelo, suponiendo que lo fuera. Hasta que, con un violento "buenas tardes", se despidió y se fue como una tromba a ponerse sinapismos, sin duda.
Ya alejado el ogro, la clase en pleno soltó la carcajada, y muchos se pusieron a estornudar por burla.
-Niños -dijo severamente la señorita Italia-, nunca debemos burlarnos de los defectos físicos del prójimo.
Y para aleccionarnos trajo al día siguiente, pues era repentista, la fábula que va a leerse y que felizmente guardo entre mil cuadernos escolares.
EL CANARIO Y EL JAMELGO
Cierto coche de punto,
también puede llamárselo de plaza,
que formaba conjunto
con un jamelgo de raída traza,
y un anciano cochero, en el pescante,
detúvose delante
de una pajarería en cuya puerta
un canario, infatuado tenorino,
con sutil artificio,
sacaba dulce trino
de melodías rico
de su órgano bucal al orificio
también llamado pico.
El equino aludido,
cuyo nombre vulgar era "Pirincho",
no con mala intención, de distraído,
dejó escapar un natural relincho.
(Expresión incorrecta, sea dicho,
mas perdonable en tan humilde bicho.)
La gente que lo oyó, de baja estofa,
elogiando al canario melodioso
cubrió al jamelgo de improperio y mofa.
Pasó el tiempo premioso,
y ambas bestias murieron a su hora,
y escuchad, niños, lo que viene ahora.
El canario, ya inútil, fue a parar
a infecto muladar,
y, en cambio, con las tripas del rocín
hicieron varias cuerdas de violín,
en que un artista joven
interpretó a Mozart, Verdi, Beethoven.
MORALEJA
No desprecies, ¡oh, niño!, al que algún día
estornudó en momento inadecuado,
pues, como aquel caballo mal juzgado,
puede esconder torrentes de armonía.


A nosotros nos gustó mucho la fábula. Pero la señora directora no le permitió que se la mandara como desagravio al inspector, pues dijo que ciertas comparaciones podrían no ser bien interpretadas por éste. Mi querida maestra fue una incomprendida en el ambiente educacional de su época: era una precursora.



Fuente: CHAMICO, El humor de los humores. Almanaque de la medicina para el año que viene. Buenos Aires, s. ed., 1953 (págs. 42-43)


 Conrado Nalé Roxlo

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martes, 13 de agosto de 2013

El Grillo

"Música porque sí, música vana,
como la vana música del grillo,
mi corazón ecológico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.

¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?

Qué bien suena la flauta de la rana!
Pero no es son de flauta: es un platillo 
vibrante cristal que a dos desgrana
gotas de agua sonora. ¡Qué sencillo es 
a quien tiene corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!

Conrado Nalé Roxlo


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sábado, 10 de agosto de 2013

Lo imprevisto

Me encanta lo imprevisto, lo que baja
de tus rubias estrellas, que la vida
me presente de golpe la baraja
contra la que he de jugar.
Quiero el asombro
de ir silencioso por mi calle oscura,
sentir que me golpean en el hombro,
volverme, y ver la faz de la aventura.

Quiero ignorar en dónde y de qué modo
encontraré la muerte. Sorprendida,
sepa el alma, a la vuelta de un recodo,
que un paso atrás se le quedo la vida.
Conrado Nalé Roxlo

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sábado, 3 de agosto de 2013

Baby Etchecopar - Monólogo - Recuerdo de mi infancia

A Baby hay que escucharlo...

“Enseño todo lo que sé desde el escenario” Baby Etchecopar

Y llegaron ellos… ¿Quiénes son ellos? ¿Los políticos? ¿Los ladrones que hace tiempo atrás ingresaron a su casa familiar? 
"Ellos… , esa es la sorpresa que revelo en la obra; no crean que son los delincuentes porque no tiene nada que ver"

"Y llegaron ellos" es la obra que el conductor de radio y televisión presentaen todo el país. 

La misma está basada en monólogos, "sin cuotas de improvisación", los cuales se escribieron a partir de vivencias y recuerdos; “uno no recuerda haber vivido esas experiencias y cuando aparecen en la mente se bajan a un papel y se van uniendo", contó Etchecopar sobre el proceso de creación de la puesta y sumó: "Yo la hice en varios ítems bajo mis propios tiempos. Vas manejando, se te ocurre algo en un semáforo, y lo escribís...". 

 Recordando el asalto a mano a armada que sufrió en su casa el año pasado, Baby aseguró que "el tiempo cura absolutamente todo, y comprende. 
Hay que tratar de vivir mejor en las nuevas estrellas", y remarcó también: "tengo a mi hijo vivo". Igualmente, recordó que "hay un chico muerto y eso me corta la sonrisa". 

 Sin pelos en la lengua ni límites dialécticos aborda todos los temas, lleva con su monólogo a una experiencia que mueve tanto a la risa como al llanto, desde la autocrítica despiadada pinta acuarelas de su vida en la que todos se ven reflejados. "Es la mejor puesta que he realizado. Tampoco tanta soberbia de pensar que uno es infalible, pero hasta ahora viene bien", apuntó. Baby Etchecopar es un monologuista, actor y animador que tuvo la virtud de hacer de culto las cosas que tocó, para bien o para mal. 
 Luego de 30 años de carrera, su nombre se ha transformado en una marca. 
 En el último tiempo corrió el riesgo de reinventarse, llegando a más público, siempre blandiendo un discurso extremadamente fuerte en sus definiciones.
 -¿Ves alguna diferencia entre estar tras un micrófono o cámara y arriba del escenario? -Son diferentes técnicas pero siempre estás en el aire y tenés que evitar ponerte nervioso porque te podés estrellar. Aunque las tres (técnicas) están ligadas con la comunicación. -¿Te sentís más cómodo en alguno en particular?
 -Yo soy un amante de la radio y el teatro; la tele la verdad es que..., no es una cosa que me fascina. -Sin embargo estás al aire con "El ángel de la medianoche" por C5N… -Claro, porque uno es un producto hecho y son las distintas áreas donde podemos trabajar, pero la TV es sólo un condimento. -¿Sentís que tiene un plus la devolución cara a cara del público? -Yo siempre escucho las risas y los aplausos, todos los remates tienen su carcajada y está bueno, eso es agradable. 
Hay una cosa que es fundamental, yo me voy del teatro con la sensación de que no hice la rascada para tener dinero, sino que al público le doy todo, enseño todo lo que sé arriba del escenario. Etchecopar hace tiempo emprendió un viaje para "abrir nuevos teatros", para decir buenas noches por primera vez a un público nuevo y distinto cada vez. "Hoy es el tiempo de recorrer lugares porque nunca he tenido tanto tiempo como ahora. 
La verdad es que cada vez que uno abre un teatro se encuentra con otra idiosincrasia, otra gente..., entonces tenés que salir a conquistar su humor. La obra siempre es la misma para públicos bien diferentes", afirmó el conductor. 
 -¿Cómo definirías a tu público seguidor? 
 - Yo corro con la suerte de que quien me ve también me escucha por radio y ya saben cómo hablo. Hay mucho amor, la gente asiste porque me quiere, me perdona muchas cosas y entiende al Baby amigo de la radio de todos los días. -¿Alguna expectativa del público mendocino?
 -El pueblo local tiene a la cueca como canción y eso significa una fiesta pura, así es que supongo que es gente alegre. Si las personas van con predisposición a reírse lo van a hacer. Con su puesta "Las cosas que no comprendo", Baby hizo pensar; con "Eso lo dirá el tiempo", logró la reflexión de los asistentes; su obra "El monologuista", mostró dónde uno está parado y ahora, con "Y llegaron ellos", dice, le abrirá los ojos a su público. 

Romina Scatolón - rscatolon@losandes.com.ar  photo CHALL50713MARUCHA_zpsb7b6de46.png

jueves, 1 de agosto de 2013

MONOLOGO DEL FINAL DE “EL ANGEL DE LA MEDIANOCHE”

Miren el cielo: hay un montón de ángeles que vuelan. 
 Entre todos los ángeles que vuelan vengo yo, con un par de alas largas y blancas que son las alas de mi libertad, y que no voy a permitir que nadie vuelva a cortar. 
 Porque de haber sido pintor, sería Dalí, de haber sido cura, sería Papa, de haber sido militar, sería Napoleón. 
Pero ya ves, en el inventario de mi vida de profesión soy actor, tengo más de cuarenta, una mujer, tres hijos, un perro y un maestro que un día me dijo: “Ángel, baja a la tierra, metete por su escote, acaricia sus caderas y entre su pelo decile al oído vamos a pensar juntos, vamos a volar juntos, ganemos altura, busquemos el cielo. 
Hablemos con Dios, porque vos estás, yo sé muy bien que estás y sé también que naciste con mi mitad vacía…” 
 Les dejo lo único que tengo: mi libertad, mi democracia, mi amor por la Argentina y estas manos tendidas, Chau … 
 Baby Etchecopar

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