lunes, 10 de septiembre de 2012

EL REVISIONISMO HISTÓRICO

La historia oficial, la que siempre nos contaron y nos enseñaron, es la que escribieron los vencedores de las guerras civiles del siglo XIX y su espíritu no pudo sino reproducir la ideología oligárquica, porteñista, liberal en lo económico y autoritaria en lo político, antihispánica y anticriolla de aquellos cuyo proyecto de país estaba resumido en el dilema sarmientino entre "civilización", lo europeísta-porteño, y "barbarie", lo criollo-provincial. Estaban convencidos del país que querían y lo llevaron adelante sin reparar en medios. En su loable aspiración de progreso diseñaron una sociedad a la imagen y semejanza de las naciones poderosas de la época y copiaron sus instituciones y sus cartas magnas sin reparar que ellas respondían a circunstancias e idiosincrasias ajenas a las raigalmente nuestras. Pero, esencialmente, se propusieron que la Argentina, su clase dirigente, pensara, creara y actuara como británicos en primera instancia, aunque incorporando influencias francesas y sobretodo norteamericanas a medida que los Estados Unidos se fueron consolidando como potencia dominante. Para ellos civilizar fue desnacionalizar. De allí nuestras costumbres, nuestros gustos, nuestra arquitectura, nuestros deportes, nuestros vicios. Nuestra historia. Para llevar a buen puerto ese proyecto de organización nacional consideraron imprescindible renunciar a lo criollo y a lo hispánico que constituían la identidad medular de lo argentino. Comenzar de cero, imaginando haber nacido del otro lado del océano. O en el hemisferio norte. Sus ideólogos, en especial Sarmiento y Alberdi (éste antes de su conversión y de su conflicto con el sanjuanino), bregaron por la transformación de la Argentina en lo que no era pero que ellos consideraron que debía ser. Debieron enfrentar una dificultad supina: sus habitantes, la plebe, según su concepción, no servían para el proyecto "civilizador". No olvidaban que era contra ellos que habían combatido a lo largo de los años de guerras civiles pues los criollos, los indios, los gauchos, los mulatos, los orilleros habían sido leales, en su inmensa mayoría, a quienes representaron sus intereses ante el despotismo porteño: Artigas, Dorrego, Rosas, Ramírez, Peñaloza, Felipe Varela. Todos ellos, vale apuntar, de finales trágicos Es conocida la terrible condena sarmientina: "No trate de economizar sangre de gauchos, es un abono (de la tierra) que es preciso hacer útil al país" (Carta a Bartolomé Mitre del 20/9/1861). Pero no se trató de un exabrupto pues insistiría en 1866, en un discurso en el Senado: "Cuando decimos "pueblo" entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota". Eran los unitarios de siempre que ahora se habían rebautizado como "liberales". Pero es el menos impulsivo Alberdi, el ideólogo e intelectual más influyente de su época, nada menos que el redactor de nuestra Constitución Nacional, quien hará más transparente esa tendencia a descalificar lo autóctono en desmedro de lo extranjero, dominante hasta nuestros días. Nada menos que en el texto de "Las Bases", en el que nuestra Constitución sería un apéndice, escribió: "Es utopía, sueño y paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana , tal como salió formada de su tenebroso pasado colonial, pueda realizar hoy la república representativa". Don Juan Bautista no tendrá empacho de referirse a una "raza"degradada a la que habría que remplazarla por otra mejor, la anglosajona: "Ella está identificada al vapor, al comercio, a la libertad, y nos será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la cooperación activa de esta raza de progreso y de civilización" . Es este concepto la clave de las políticas inmigratorias de nuestra "clase decente’, como se llamaban a sí mismos: sustituir la raza insubordinada y por ende descartable por otra mejor, más maleable a partir de su necesidad de encontrar un lugar al sol lejos de sus hogares. El problema fue que no vinieron los rubios, altos y de ojos claros del norte de Europa sino los morochos retacones del sur, algunos de ellos con ideas anarquistas. Alberdi se esmeraría por aclarar aún más sus ideas: "Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares por todas las transformaciones del mejor sistema de instrucción: en cien años no haréis de él un obrero inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente". Se explayará también en consejos que aún hoy tienen dramática vigencia: "Proteged empresas particulares para la construcción de ferrocarriles. Colmadlas de ventajas, de privilegios, de todo favor imaginable sin deteneros en medio (…) Entregad todo a capitales extranjeros. Rodead de inmunidades y de privilegios el tesoro extranjero para que se naturalice entre nosotros". Porque no se trataba de hacer un país confortable para las grandes mayorías sino acomodarlo a las necesidades de los poderosos: "Hemos de componer la población para el sistema de gobierno, no el sistema de gobierno para la población (...) Necesitamos cambiar nuestras gentes incapaces para la libertad" (Sarmiento). He aquí la razón de fondo de la política educativa que planearon y llevaron adelante el sanjuanino, Avellaneda y otros. Libertad debe traducirse aquí como liberalismo autoritario, no el que pregonaba Adam Smith. Un personaje extraordinario, Bartolomé Mitre, un intelectual de acción, no fue sólo el jefe civil y militar que condujo la organización nacional bajo este signo sino que además escribió la historia que la justificaría. Nadie puede criticarlo por hacerlo, estaba convencido de lo que pensaba y hacía y, a diferencia de otros, puso el cuerpo y puso la pluma. Son criticables en cambio aquellos que consideran sus textos y los encumbramientos y los anatemas que los habitan, inevitablemente condicionados por circunstancias y propósitos, como revelaciones sagradas y reaccionan destempladamente ante críticas u observaciones. Estoy seguro de que Mitre no sería tan "mitrista" como dichos personajes… Pero es de reclamar también de parte de no pocos revisionistas capacidad de diálogo tolerante para sostener un esclarecedor debate todavía ausente. Fue muy claro que la historia servía y sirve a los propósitos del porteñismo "civilizador". Después de Caseros cuando en Buenos Aires se debatía la posibilidad de hacerle un juicio a Rosas el diputado Emilio Agrelo propuso que no hubiera posibilidades de revisión: "No podemos dejar el juicio de Rosas a la historia.¿Qué dirán las generaciones venideras cuando sepan que el almirante Brown lo sirvió? ¿Qué el General San Martín le legó su espada? ¿Que grandes y poderosas naciones se inclinaron a su voluntad? ¡No, señores diputados! ; debemos condenar a Rosas y condenarlo en términos tales que nadie quiera mañana intentar su defensa". De la misma índole había sido el consejo de Salvador María del Carril en 1829 a Lavalle: "Fragüe el acta de un consejo de guerra para disimular el fusilamiento de Dorrego porque si es necesario envolver la impostura con los pasaportes de la verdad, se embrolla; y si es necesario mentir a la posteridad, se miente y se engaña a los vivos y a los muertos".Terminaba urgiéndolo a hacer desparecer la prueba de su villanía: "Cartas como éstas se queman".Luego de la tragedia de Navarro los unitarios se lanzaron al exterminio del gauchaje federal. Dicha matanza se repitió, amplificada, cuando, luego de que Urquiza entregase a Mitre el triunfo en Pavón, los porteños organizaron el ejército nacional que fue lanzado a las provincias para ocuparlas y desalojar a sus gobernantes federales. Además, bajo el mando de los crueles coroneles uruguayos, Arredondo, Paunero, Flores y Sandes, se castigó ejemplarmente a todo aquel que no se sometiera al proyecto porteñista, iniciándose una salvaje cacería de los caudillos resistentes a tanta prepotencia. Citemos nuevamente al locuaz Domingo Faustino: "Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier número que sean" (año 1868). "Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos". No es aventurado el cálculo de que en los quince años posteriores a Pavón murieron la mitad de los gauchos de la campaña. La propuesta fue más allá del aniquilamiento físico y apuntó a la extirpación cultural, también psicológica, de todo aquello que oliera a plebeyo y nacional, identificado con barbarie, y lo hispánico, homologado a decadencia. Se estableció así una condición esencial de la dependencia argentina de intereses ajenos a los patrióticos en complicidad con su dirigencia política y económica. Mecanismo automático que funciona a nivel colectivo, en cada argentina y argentino, y se activa sin que se tenga conciencia de ello pues está muy arraigada en nuestra cultura, más aún: en nuestro psiquismo, que lo culto, lo civilizado, lo deseable es lo exógeno. Una manifestación de ello es la autodenigración, exacerbada últimamente en publicaciones y documentales empeñados en ensalzar nuestros fracasos e incompetencias. Ese diseño es el que se prolonga hasta nuestros días, con las variaciones impuestas por épocas y circunstancias, y a su calor se desarrolló la historiografía que le era funcional, sustentada por ceremonias escolares, marchas patrióticas, libros de texto, cátedras universitarias, academias y el dominio de los mecanismos de prestigio y de financiación. Contra esa versión tendenciosa surgió en el pasado el "revisionismo histórico" cuyo primer antecedente puede encontrarse en el Juan B. Alberdi que había regresado del elitismo: "En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales Mitre, Sarmiento o Cía, han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la Revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras, ellos tienen un alcorán que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje" ("Escritos póstumos"). Luego sería el turno, a finales del siglo XIX, de Adolfo Saldías, integrante de la elite que gobernaba al país desde el Club del Progreso y el Círculo de Armas quien se propuso escribir una biografía de Juan Manuel de Rosas sobreentendiéndose que por su pertenencia de clase sería un aporte más a la campaña denostatoria que aún hoy oscurece la memoria del Restaurador. Pero Saldías lo hizo con seriedad y honestidad historiográfica y para ello acudió al archivo de "La Gazeta" y otras publicaciones de la época, a los testimonios y a las memorias de contemporáneos del biografiado y, decisivamente, contó con el archivo de Rosas que le facilitó en Southampton su hija Manuelita. El resultado fue un texto de fundamentada ecuanimidad cuyo título no refería a la "tiranía" sino a la "Historia de la Confederación Argentina". La reacción de sus pares fue indignada y el libro fue condenado al silencio y su autor sufrió el desdén y el aislamiento. A Saldías lo seguiría en 1930 Carlos Ibarguren con "Juan Manuel de Rosas, su vida, su obra, su tiempo" que insistió en la figura nacionalista y populista del Restaurador, jefe del bando perdedor, como el símbolo antagónico, independientemente de sus defectos y virtudes, de la dirección que habían tomado los asuntos de nuestra patria. Y cuatro años más tarde los hermanos Irazusta dieron a luz una obra fundamental, "Argentina y el imperialismo británico", concebida en el clima de indignación provocada por el pacto Roca-Runciman. Desde sus inicios pueden detectarse un "revisionismo de derecha" y "un revisionismo de izquierda". El primero pondrá el énfasis en el Rosas amante del orden, defensor de la soberanía nacional, aferrado al catolicismo en contra de la difundida masonería de su época. El segundo es representado por quienes compartían la opinión de la columna vertebral del revisionismo progresista, José María Rosa: "El gobierno de Rosas puede llamarse socialista. La Confederación Argentina con su sufragio universal, igualdad de clases, fuerte nacionalismo y equitativa distribución de la riqueza era tenida como una verdadera y sólida república "socialista" adelantada al tiempo y nacida lejos de Europa". Uno de los cuestionamientos del revisionismo a la versión consagrada es que en ella, contaminada del elitismo doctrinario de quienes la escribieron, nuestra historia parece determinada por los "grandes hombres" ignorándose el protagonismo de la "chusma" en las vicisitudes nacionales. Es ésa la crítica que el provincianista Dalmacio Vélez Sarsfield le formula a Mitre a raíz de su biografía de Belgrano imponiéndole que el verdadero protagonista de la campaña del Ejército del Norte fue la "plebe" y no aquel intelectual brillante que aborrecía los asuntos de la guerra. Por ello fue inevitable que los jefes populares como Rosas, los caudillos provinciales y altoperuanos, Dorrego, Artigas, Güemes, también el Alberdi final, el Pellegrini industrialista o el Sáenz Peña americanista, asimismo el populismo antiimperialista de Irigoyen y de Perón queden postergados o jibarizados en la historia oficial a expensas de la exaltación de aquellos funcionales al proyecto desnacionalizador, porteñista y autoritario como Rivadavia, Sarmiento, el Alberdi inicial, el Urquiza de Caseros, la Generación del Ochenta, Roca . J.J. Hernández Arregui, en su "Imperialismo y cultura", daría una nómina de revisionistas aunque, señala con ironía, "a algunos no les guste verse en la misma lista": Scalabrini Ortiz, Jauretche y otros integrantes de FORJA, Doll, Cooke, los hermanos Irazusta, Ibarguren , Palacio, Castellani, por supuesto José María Rosa, incluyendo también a revisionistas socialistas como Puiggros, Astesano, Ugarte, Spilimbergo, Ramos. Según Norberto Galasso, aprovechando la ola antipopular provocada por el golpe militar de 1955 que también sepultó al revisionismo y a sus representantes, la historia oficial se recicló rebautizándose como "historia social" que incorporaría criterios y tecnologías actualizadas en un cambio cosmético sincerado por uno de sus principal ideólogos, Halperín Donghi quien afirmó en su "Ensayos de historiografía" que dicha corriente se proponía "ilustrar y enriquecer, pero cuidando de no ponerla en crisis , a la línea tradicional", es decir que se trata de una historia oficial modernizada. También Galasso, quien acusaría a dicha corriente de ser visceralmente antiperonista y antipopular la definió como " una versión más elaborada, más "científica", menos ingenua que la vieja historia fabricada después de Pavón, bajo la cual se resguardan los viejos íconos". Alertados los conservadores liberales sobre el "peligro"que entrañaba la revisión histórica y el consiguiente encumbramiento doctrinario de los jefes populares homologables con el peronismo, el golpe de 1955 condenará de allí en más a los revisionistas a un ostracismo que hasta entonces no había conocido, pues, como lo señala Alejandro Cataruzza, antes de entonces artículos de Ernesto Palacio y Julio Irazusta fueron aceptados en "Sur" de Victoria Ocampo, Carlos Ibarguren sería Presidente de la Academia Argentina de Letras y recibiría el Premio Nacional por su biografía de Rosas en 1930, en tanto Irazusta fue distinguido en 1937 con el Premio Municipal de Literatura. La situación de marginación actual de los revisionistas quedó dramáticamente evidenciada cuando hace pocos meses ninguna autoridad gubernamental ni representante de los cenáculos académicos o universitarios se hicieron presentes en el velatorio de Fermín Chávez, autor (con la colaboración de E. Manson, J.Sulé y J.C.Cantoni) de los cuatro tomos que completaron dignamente los once de la magnífica "Historia Argentina" de José María Rosa. Será también Halperín Donghi, desde hace décadas instalado en Berkeley, quien se obstinará en declarar "decadentista" al revisionismo, denunciando que se trata de "una empresa a la vez historiográfica y política". Así en "La historiografía argentina en la hora de la libertad" publicado en "Sur"en noviembre de 1955, artículo que ya en el título desnudaba su intencionalidad, Halperín Donghi señalaba que en "la tentativa de crear una cultura y una historiografía consagradas a la mayor gloria del régimen, el peronismo había hallado apoyos en los revisionistas". A pesar de nuestra crítica, es hidalgo reconocer que Halperín intenta rebatir al revisionismo con argumentos fundamentados, a diferencia de la grave inconsistencia de otros que pretenden impugnar al revisionismo por supuestos flancos que no le pertenecen. Porque las postulaciones revisionistas nada tienen que ver con los chismes "amarillistas" sobre la vida privada de los próceres ni tampoco la historia deformada para tener rating en los medios masivos. Tampoco las arengas demagógicas como arrasar con los monumentos a Roca (¡hay tantos monumentos, avenidas, plazas destinadas a exaltar injustificadamente a los benditos por la historia oficial!), o exaltar hasta la leyenda al apocalíptico Solano López o a los anarquistas violentos de principios del siglo XX. Revisar la historia consagrada obliga a rescatarse de la inducción de lo aprendido y pensar(se) desde una perspectiva propia que supere el desprecio culterano por lo popular, lo criollo, lo hispánico y lo religioso, elementos fundamentales de lo nacional, y que no se fundamente en la idealización y mimetización con lo foráneo, empeño que la globalización al servicio del astuto poder planetario ha llevado hasta el saqueo de la intimidad psicológica . El forjista Jauretche, cuando dichos mecanismos no eran todavía tan alienantes, se refirió a ello: "Fue una labor humilde y difícil, porque tuvimos que destruir hasta en nosotros mismos, y en primer término, el pensamiento en que se nos había formado como al resto del país y desvincularnos de todo medio de publicidad, de información y de acción pues ellos estaban en manos de los instrumentos de dominación, empeñados en ocultar la verdad". La tarea no es fácil, por momentos desanimante: "Todo escritor nacional ha experimentado alguna vez la sensación de un muro que lo asfixia y la interrogación concomitante acerca de si la lucha empeñada tiene un sentido que la justifique" (Scalabrini Ortiz). Porque el principal obstáculo no está afuera sino principalmente en el interior de nosotros mismos, modelados psicológica y culturalmente de acuerdo a los aparatos ideológicos del estado liberal-autoritario nacido después de Pavón y exacerbado por la evolución mundial hacia un fundamentalismo capitalista. Y la historia oficial es uno de los principales, y más prematuros pues opera desde la preescolaridad, de dichos mecanismos. Es por ello que el interés por el revisionismo se galvaniza en etapas en que el dominante sistema social, económico y político es fisurado por las crisis y pierde algo de su consistencia, como sucedió en los 30 y al principio de este siglo. Se cuestiona la envergadura académica del revisionismo como si alguna academia de la historia nos hubiera abierto sus puertas. El único que alguna vez dejaron entrar fue el fallecido Guillermo Furlong, como diría Eduardo Rosa, "tal vez porque su sotana de jesuita no dejaba ver su cachiporra de nacionalista". Asimismo la supuesta debilidad investigativa no puede aislarse de la circunstancia a todas luces evidente que son los sostenedores de la historia oficial o social los que campean en cátedras, becas y subsidios. Cabe aclarar que ningún prejuicio existe contra las serias y honestas investigaciones historiográficas llevadas a cabo por quienes no se identifican con el revisionismo; lo que cava la diferencia entre las corrientes en disputa es la interpretación que de ellas se hace. También está difundida la pretendida descalificación a los cuestionadores de la historia consagrada por "hacer política", aproximándose peligrosamente al lenguaje macartista del Proceso. Ello es negar, por ingenuidad o malevolencia, la fuerte pregnancia ideologizante de la historia oficial porque, por ejemplo, si honramos al Rivadavia del préstamo Baring, la Famatina Mining y el Banco de Descuentos con la avenida más larga del mundo, ¿ qué castigo pueden temer los economistas que nos endeudaron corruptamente a lo largo de gobiernos militares y constitucionales como lo demostró ese patriota moderno que fue Alejandro Olmos?. Es cierto que el peronismo y el revisionismo establecieron un vínculo vigoroso sostenido en sus puntos comunes pero es de recordar que, al igual que los integrantes de FORJA, los revisionistas se anticiparon al 17 de octubre y podría irse más allá afirmando que prepararon el terreno. Pero también es cierto que no todos los revisionistas simpatizaron con el peronismo y no faltaron quienes se alinearon en la oposición activa. Tampoco gozó de una especial predilección durante los gobiernos de Perón, quizás por no abrir otros frentes con el conservadorismo liberal de la clase dominante, como quedó demostrado cuando llegó el turno de bautizar a las líneas férreas estatizadas eligiéndose, además de los indiscutibles San Martín y Belgrano, a los próceres tradicionales: Sarmiento, Mitre, Roca. El revisionismo, en su versión nacional y popular, cobró vigor cuando el objetivo del regreso de Perón al poder apeló a la memoria de los caudillos como sustento de la acción contra las sucesivas dictaduras militares y gobiernos pseudo constitucionales. "(La estrategia peronista) consistía en entramar su propio pasado con la historia de la nación desde el momento fundacional, pero esta vez proponiendo una genealogía que lo emparentaba con los perseguidos, los derrotados (los caudillos en particular). En esta visión ellos se alzaban una y otra vez para proseguir un combate más que secular, que era el de la nación entera, contra las minorías del privilegio que usurpaban el gobierno aliadas a alguna potencia extranjera"(A. Cataruzza). El radicalismo, en cambio, salvo excepciones, no se pronunció a favor del federalismo a pesar de que su bandera lleva el color blanco del gran partido rioplatense que se enfrentó al porteñismo oligárquico, y el rojo del rosismo, afiliación que costó la vida en la horca del padre mazorquero de Leandro N. Alem. Una institución fundamental en el desarrollo revisionista fue el Instituto de Investigaciones Históricas "Juan Manuel de Rosas" fundado en 1938 por Manuel Gálvez, Ramón Doll, los hermanos Irazusta, Ernesto Palacio y otros. Entre sus presidentes se contaron Carlos Ibarguren, José María Rosa, John William Cooke. En la difusión fue importante la actividad de editoriales como "Peña y Lillo", "Sudestada", "Teoría", también otras relacionadas con la izquierda nacional como "Octubre" y "Coyoacán". El revisionismo privilegia el tema de la dependencia como clave de la interpretación histórica, punto de confluencia, según Jorge Sulé, de sus distintas corrientes. Ello también merecerá la insólita crítica de la estrella de la historia social u oficial: "Quejarse de la dependencia es como quejarse del régimen de lluvias. No es necesario explicar entonces por qué no hablamos más de ella" (Halperín Donghi en "Punto de vista", 1993). El perseverante tema de la dependencia en tiempos globalizados en que los límites entre países han sido arrasados por las transnacionales y las operaciones financieras digitalizadas requiere de los revisionistas de hoy la superación de sus condiciones de marginalidad para encarar una urgente tarea de actualización. Deberemos tener en cuenta, por ejemplo, modernos obstáculos para acceder a una sólida construcción identitaria, indispensable para el reconocimiento de un pasado propio y diferenciado, como los descriptos por Bauman al referirse a la "vida líquida" caracterizada por la precariedad y la incertidumbre que obliga a recomenzar siempre: "Entre las artes del vivir moderno líquido y las habilidades para practicarlas, saber librarse de las cosas prima sobre saber adquirirlas". Las convicciones y los marcos referenciales son entonces tan evanescentes como los objetos que son comprados para ser prontamente considerados desperdicio y ello atenta contra las afirmaciones nacionales antitéticas de la globalidad indiferenciante. "Los miembros de la sociedad –explica Bauman– buscan desesperadamente su ‘individualidad’, ser un individuo. Esto es, ser diferente a todos los demás. Sin embargo, si en la sociedad "ser un individuo" es un deber, los miembros de dicha sociedad son cualquier cosa menos individuos, distintos o únicos". Ser un "individuo", entonces, significa ser idéntico a todos los demás. Por ejemplo, aceptar la historia tal como nos la han impuesto por interés, por ignorancia o por miedo a ser distintos. La amenaza es la marginación, no pertenecer a la sociedad individualizada. En el campo historiográfico, no ser tenido en cuenta para sitiales académicos, cátedras, empleos, becas, subsidios, viajes. Por ello es comprensible que jóvenes historiadores elijan conciente o inconcientemente no apartarse de lo establecido para poder profesionalizar su vocación. Aunque en los últimos tiempos he conocido quienes no se sienten en la obligación de embanderarse con uno u otro bando y buscan una síntesis enriquecedora. Bienvenidos sean. Quizás logren aquello de lo que algunos, embarcados en la aspereza de la confrontación historiográfica, no hemos sido capaces. Últimamente, a partir de la crisis del 2001 que arrasó con tantas convenciones vacías y que mostró la faz más tenebrosa de la globalización, hizo que "ganara la calle" el interés de muchos de comprender su presente a partir de una historia que nos mire desde lo que nos es propio, desde lo nacional y lo popular, que no deforme ni retacee, y entonces asistimos a un nuevo empuje del revisionismo, que algunos bautizan de neo-revisionismo. Ello es paralelo con el surgimiento de movimientos de corte nacionalista, criollista y populista, antineoliberales, en varios países latinoamericanos como Venezuela, Bolivia, Ecuador, que proclaman un espíritu americanista que alentó Bolívar, pero entre nosotros también San Martín, Artigas, Dorrego, Felipe Varela, Roque Sáenz Peña y Perón entre otros. Me cabe la satisfacción de haber sido, más allá o mas acá de mis intenciones, el iniciador de la renovada puesta en superficie de la historiografía alternativa con la publicación en 1997 de mi "El grito sagrado", el primero de la serie "La historia argentina que no nos contaron", que fue comprado por más de 100.000 lectores. Los exitosos primeros de Lanata y Pigna son posteriores, de 2002 y 2004 respectivamente. A propósito: se suele agruparme con Jorge y con Felipe, que nunca se reivindicaron como revisionistas, no por razones historiográficas en las que disentimos en varios niveles, sino por insólitos motivos relacionados con ¡cifras de ventas!. Pero el mayor mérito es de quienes callada pero vigorosamente mantuvieron vivas a lo largo de años la letra y el alma del revisionismo, entre ellos los nucleados en el sitio "Pensamiento Nacional" de Eduardo Rosa, Pancho Pestanha, Luis Launay y otros. Asimismo es de destacar la persistencia del Instituto "Rosas" y su revista. Tampoco puede obviarse a Enrique Oliva, Eduardo Luis Duhalde y Hugo Chumbita, recientemente Daniel Balmaceda, también a un revisionista marxista como Norberto Galasso. Lo que unía y une a los revisionistas es lo que en "Política Nacional y Revisionismo Histórico" expresó Arturo Jauretche: "Véase entonces la importancia política del conocimiento de una historia auténtica; sin ella no es posible el conocimiento del presente y el desconocimiento del presente lleva implícita la imposibilidad de calcular el futuro, porque el hecho cotidiano es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será, que no por difuso es inaccesible e inaprensible". Es que no puede construirse un futuro venturoso sobre la base de un pasado falsificado. Pacho O'Donnell Photobucket

domingo, 9 de septiembre de 2012

Luis Alberto Spinetta

Luis Alberto Spinetta comenzó tocando en grupos de colegio, como el que luego sería Almendra, formado en 1967. Junto a Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García grabaría 2 discos para luego separarse hasta 1980, cuando se produjo el reencuentro y el registro de otros 3 LPs, dos de ellos en vivo. Su debut solista tuvo lugar en 1971, tras la disolución de Almendra, titulado "La búsqueda de la estrella". Su siguiente proyecto grupal fue el trío Pescado Rabioso, que duró solamente dos años y editó cuatro discos, aunque "Artaud" (1973) en realidad corresponde a Spinetta solista. A mediados de 1973 fundó Invisible, acompañado por Pomo y Machi Ruffino. Este grupo incursionó en la fusión jazz-rock e incluso fueron los precursores del tango-rock, un género que cobraría gran auge pocos años después. "A 18 minutos del sol" (1977) fue su siguiente disco que grabó junto a la Banda Spinetta, integrada por músicos de jazz. Con este grupo se presentó hasta 1979, cuando organizaron la primera reunión de Almendra. Al año siguiente viajó a Estados Unidos para registrar un disco en inglés, titulado "Only love can sustain", y participó de la segunda reunión de Almendra. Con un estilo de composición más complejo armó Spinetta-Jade. Cuatro discos quedaron de esta agrupación, que tuvo su mayor inconveniente la dedicación de Spinetta a su carrera solista. "Kamikaze" (1982) es un álbum acústico que no fue reconocido por la crítica y el público como realmente lo merecía. En cambio "Mondo di cromo" (1983) retorna al estilo eléctrico y fue presentado con "Bajo Belgrano", tercer álbum de Jade. Para 1985 estaba previsto un disco a dúo con Charly García, pero únicamente se llegó a registrar el tema "Rezo por vos", incluído en "Privé" el siguiente álbum de Luis Alberto, que incluye también "No seas fanática", con León Gieco. El proyecto que sí se concretó fue "La la la" (1986), una placa con Fito Páez que despertó gran expectativa pero no terminó de convencer. Tras dos años de silencio, Spinetta salió nuevamente con "Téster de violencia" (1988), «el primer álbum relativamente conceptual en mucho tiempo. Diría que desde "Durazno sangrando" (el disco de Invisible de 1975) que no puedo conceptualizar varios temas y ponerlos todos al servicio de una misma temática, si bien cada álbum pareciera tener su unidad interna... La unidad de "Téster..." es el sentido de qué somos. Nuestro mismo organismo, nuestro cuerpo, es nuestra única forma de delirar o de poner los pies en la tierra», reflexiona el autor (G.Guerrero, pág 198-199). El álbum fue el mejor del año, según el Sí de Clarín, y el tema "El mono tremendo" ganó en su rubro. Editó luego "Don Lucero" (1989), también seleccionado como Mejor Disco, al igual que el tema "Fina ropa blanca". En 1990 llegó el primer disco en vivo de Spinetta solista: "Exactas", grabado en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Luego de un período de pocas presentaciones, Spinetta tocó en "Mi Buenos Aires Rock" festival organizado por la Municipalidad que convocó a 150.000 personas en la 9 de Julio, en diciembre de 1990, y presentó algunos temas de "Piel de piel" (1990). Por tercera vez en cuatro años, Spinetta compuso el Mejor Disco del Año, "Pelusón of milk" (1991) y la Mejor Canción, "Seguir viviendo sin tu amor". Este disco «llevó mucho tiempo -cuenta-, porque hice todo solo. Hay algunas intervenciones de músicos de mi banda, pero lo hice casi todo yo. "Pelusón" se parece a Spinetta de entrecasa... Hay canciones acústicas, las melodías son frescas, tiene una buena selección de material... Como para que sea entendido» (Humor 302, noviembre de 1991). En 1994 compuso la banda de sonido de la película "Fuego Gris", dirigida por Pablo César, para luego dedicarse a Los Socios del Desierto, un trío integrado además por Daniel "Tuerto" Wirzt (batería) y Marcelo Torres (bajo). Al frente de esta agrupación realizó una minigira nacional y tocó en el teatro Opera, en el Mejor Show del Año, según las encuestas. En marzo de 1996 saldó lo que él mismo calificó de «una vieja deuda con el público»: tocar gratis y al aire libre, en los bosques de Palermo. Luego de varios años y peleas con las compañías discográficas, Spinetta editó un disco doble, titulado simplemente "Spinetta y los Socios del Desierto", con los temas que ya había presentado en vivo. Con una gráfica excepcional, este CD alcanzó rápidamente el tope de los charts. "Silver sorgo" (2001) significa el regreso de Spinetta al disco después de años de silencio y varias recopilaciones. Contiene 12 temas que comenzó a componer en 1998 ("Cine de atrás"). Este material fue presentado en vivo a fines de año, y registrado en vivo para el disco "Argentina Sorgo Films Presenta: Spinetta Obras" (2002). Con "Para los árboles" (2003), Spinetta regresa a los teclados, a los pasajes instrumentales y coquetea con lo electrónico, para homenajear a las bellezas de la Naturaleza más allá de la mirada humana. Camalotus, un EP de cuatro temas, fue presentado en un minirecital en la FM Rock and Pop. Está integrado por tres creaciones inéditas: "Cristantelmo" -de la película "Flores de septiembre"-, "Buenos Aires alma de piedra" y "Nelly, no me mientas". Además, hay un remix de "Agua de la miseria" (primer corte del álbum de 2002 "Para los árboles"), a cargo de Rafael Aracaute. Además, viene acompañado por un DVD con los videoclips "Correr frente a tí", "El enemigo" y "Tonta luz", dirigidos por Eduardo Martí. Luego de dos años sin estrenos "Un mañana" se presentó a mediados de 2008 con un arte de tapa fuera de lo común: un paralelogramo que recuerda el histórico "Artaud" del '73. Grabado en el estudio "La diosa salvaje" en una cinta analógica con la banda tocando en vivo, "a la antigua", la producción artística fue del propio Luis. El 4 de diciembre de 2009 encabezó un show histórico en el estadio de Velez, bautilizado como Spinetta y sus Bandas Eternas: un recital de 5 horas y media de duración, por el cual desfilaron 31 músicos invitados para las 50 canciones de todo su repertorio. A fines de 2010, el material fue editado en un box set de 3 DVDs, 3CDs y 2 libros. Luis Alberto Spinetta, uno de los mayores referentes del rock argentino, murió el 8 de febrero de 2012 tras luchar contra un cáncer de pulmón diagnosticado en julio del año anterior.

viernes, 7 de septiembre de 2012

LA PATRIA

Se nace en cualquier parte. Es el misterio,
-es el primer misterio inapelable-
pero se ama a una tierra como propia
y se quiere volver a sus entrañas.
Allí donde partir es imposible,
donde permanecer es necesario,
donde el barro es más fuerte que el deseo
de seguir caminando.
donde las manos caen bruscamente
y estar arrodillado es el descanso,
donde se mira al cielo con soberbia
desesperada y áspera,
donde nunca se está del todo solo,
donde cualquier umbral es la morada.
Donde si quiere arar. Y dar un hijo.
Y se quiere morir, está la patria.

Julia Prilutzky Farny


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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Lluvia

Llueve otra vez. Llueve de nuevo. Llueve:
siempre el amor me llega con la lluvia.
Sobre la calle una llovizna breve
y aquí en mi corazón, cómo diluvia...

Llueve. Y el agua cae sin relieve
sobre las piedras, ávidas de lluvia.
Aquí en mi corazón, cómo remueve;
aquí en mi corazón, cómo diluvia.

Siempre el amor me llega así. Sin ruido,
con silencioso paso estremecido:
niebla menuda que después diluvia.

Siempre el amor me llega así, callado,
con silencioso andar desesperado...
Y no sé dónde estás. Y está la lluvia.

Julia Prilutzky Farny

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lunes, 3 de septiembre de 2012

Un día te querré

Un día te querré… Un día: ¿cuándo?
No lo sé, ni me importa, todavía.
Tan segura de amarte estoy, un día,
que ni anhelo ni busco, voy andando.

Mi mano que la espera va ahuecando
hoy reposa indolente, blanda y fría.
Un día te querrá… Hoy sólo ansía
encerrarse en la tuya, descansando.

Mi amor sabe aguardar. No es impaciente:
su deseo es arroyo, y no torrente
que hacia ti, con certeza, sigue andando.

Y una tarde cualquiera y diferente
me ha de dar a tu amor, serenamente.
Un día te amaré: ¿qué importa cuándo?

Autor:

 Julia P. Farny



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sábado, 1 de septiembre de 2012

Alejandro Lerner

Alejandro Lerner nació en Buenos Aires, el 8 de Junio de 1957 y desde muy chico comenzó a tocar el piano y a componer sus primeras canciones. Ya en el colegio participó de distintas formaciones grupales. En 1974 fue descubierto por Raúl Porchetto, quien lo invitó a participar del grupo Reino de Munt, una fugaz pero fructífera experiencia artística. Ese mismo año debutó discográficamente participando como invitado del segundo LP de León Gieco, titulado "La Banda de los caballos cansados”. Ya con 19 años comenzó con su carrera profesional, acompañando a diversos solistas reconocidos y viajó con ellos por toda Argentina. En la década del ‘80 continuó con sus trabajos como músico profesional e integró la banda de acompañamiento de Sandra Mihanovich, quien al interpretar y grabar temas suyos, lo lanzó al reconocimiento masivo. Es 1981 apareció su álbum debut, “Alejandro Lerner”, con temas como "Por un minuto de amor", "La balanza del bien y el mal‘ y "Nena neurótica". Fue presentado en forma oficial en Julio de 1983 en el Estadio Obras de la Ciudad de Buenos Aires, durante 3 funciones que obtuvieron un éxito absoluto en público y crítica. En 1983, registró su segundo larga duración titulado "Todo a pulmón", consagrándose con este nuevo material, como uno de los nuevos autores e interpretes más exitosos de la música argentina. A mediados de 1983, viajó a Estados Unidos para grabar su tercer LP. La aparición del mismo titulado "Lernertres" fue toda una revolución en ese momento. En una época donde todo era rock, él hizo una pausa y editó un disco de baladas. En 1984 compuso la banda de sonido de la película de Alejandro Doria titulada "Los pasajeros del Jardín". La misma fue premiada con "Mención de Honor" como la mejor banda de sonido. Pero no fue esta su única experiencia como compositor de bandas sonoras. Entre varios trabajos estuvieron: "Testigos en cadenas" de Fernando Spiner con la cual obtuvo premio de "Mejor Música" en Yugoslavia y la dirección musical de la Obra de Moliere: "El enfermo imaginario", representada en el Teatro Cervantes de la Ciudad de Buenos Aires. Las bandas de sonido de televisión siempre despertaron su interés, por eso pensó que no era mala idea retomar algunos proyectos y se puso a trabajar con su amigo Sebastián Boresztein en la música de "El Garante", una de las únicas miniseries de suspenso de la TV argentina. Poco antes que la serie se estrenara, recibió un llamado de Adrián Suar (el exitoso actor, productor y empresario) quien le encargó una canción para una tira llamada RRDT. En Abril de 1986 grabó un nuevo LP editado en USA con excelentes músicos argentinos e invitados de real jerarquía: "Algo que decir". Un trabajo compositivo de alto nivel, con canciones simples y directas que habían madurado el tiempo suficiente. El año 1989 fue uno de los años más intensos de su carrera. Por una lado reafirmó su condición de artista popular en Argentina y por otro lado comenzó su lanzamiento internacional. En 1990 grabó su séptimo larga duración titulado "Entrelíneas" y en 1992 registrar su octavo álbum, titulado "Amor infinito", que contó con la producción de Humberto Gatica y que se grabó en Houston y Los Ángeles. El año 1994 se instaló en la Ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos a preparar las maquetas de su nuevo disco, que fue registrado por el ingeniero de grabación Humberto Gatica. Se grabó con los mejores músicos de sesión de la costa oeste de Estados Unidos. En 1999 editaba "20 años", un nuevo compilado con los éxitos de toda su carrera y en Marzo del 2000 cumplió su sueño de hacer una gira de 4 conciertos por Israel, donde fue acompañado por Mercedes Sosa, León Gieco y Víctor Heredia. Desde Israel volvió a los Estados Unidos para grabar el disco "Si quieres saber quien soy". "Lerner Vivo" fue grabado en Buenos Aires, durante las exitosas presentaciones de Alejandro en el Teatro Gran Rex el 24 y 25 de Noviembre del 2001, en donde el intérprete aprovechó la oportunidad para compartir el escenario con algunos de sus compañeros de oficio en símbolo de unidad artística. Entre ellos estuvieron presentes Luciano Pereyra (en "Todo a pulmón"), Fena Della Maggiora ("Si te vas"), Sandra Mihanovich ("La verdadera historia de superman"), Erica García ("No hace falta que lo digas"), David Lebón ("A dónde ir"), Celeste Carballo ("Desconfío de la vida"), Javier Calamaro y David Lebón ("Rutas Argentinas") y Soledad (El poder de los sueños"). Durante el 2002 y 2003 acompañó al guitarrista Carlos Santana en alguna de sus presentaciones. En el último disco del mexicano, Lerner participa con un tema de su autoría a dúo con el músico. En el año 2003 saca a la venta un nuevo disco: "Buen Viaje", disco que incluye el tema "Animales de Costumbres", de la telenovela argentina Costumbres Argentinas que presenta con tres show’s a lleno en el Gran Rex y su primera presentación en el ciclo de grandes recitales CM VIVO, de CM, el Canal de la Música. En Octubre de 2005 cantó para la película animada de Disney "Chicken Little". Lerner grabó tres canciones: "Solo un Desliz" (en inglés); "Ya no sé quien soy" (una adaptación de Lerner de la versión en inglés) y un tema propio titulado "Todos Tenemos a Alguien". En Marzo de 2006 acompañó al mexicano Carlos Santana en el show que éste brindó en el Campo Argentino de Polo de la ciudad de Buenos Aires. En 2006 cumple el sueño de realizar un disco de "Canciones para gente niña" con once canciones infantiles. En 2007 presenta "Enojado", un nuevo álbum que se presenta con el corte "Masomenos (como el culo)", con poca aceptación en la audiencia.
 
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