viernes, 30 de marzo de 2012

DEL ÁRBOL

Hay en la casa un Árbol
que no plantó la madre ni riegan los abuelos:
sólo es visible al niño, al poeta y al perro.

Su primavera no es la que fundan las rosas:
no es la vaca encendida ni el huevo de paloma.
Su otoño no es el tiempo que trae desde el mar
caballos irascibles, por tierras de azafrán.
Al Árbol suben otras primaveras e inviernos:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Cuando la primavera sube al Árbol-sin-nombre,
vestidos de cordura florecen los varones;
y Amor, en pie de guerra, se desliza
de pronto a la sabrosa soledad de las hijas.
Entonces el sabor de algún cielo perdido
desciende con el llanto de los recién nacidos.
Pero cuando el invierno lo desnuda y oprime,
sobre los techos llueven sus hojas invisibles,
y, horizontal, cruza las altas puertas
alguien que por el cielo desaprendió la tierra.

Hay en la casa un Árbol que los grandes no vieron:
el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Leopoldo Marechal (1900-1970)





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miércoles, 28 de marzo de 2012

CREDO A LA VIDA

Creo en la vida todopoderosa,
en la vida que es luz, fuerza y calor;
porque sabe del yunque y de la rosa
creo en la vida todopoderosa
y en su sagrado hijo, el buen Amor.

Tal vez nació cual el vehemente sueño
del numen de un espíritu genial;
brusca la senda, el porvenir risueño,
nació tal vez cual el vehemente sueño
de un apóstol que busca un ideal.

Padeció, la titán, bajo los yugos
de una falsa y mezquina religión;
veinte siglos se hicieron sus verdugos
y aun padece, titán, bajo sus yugos
esperando la luz de la razón.

Fue en la humana estultez crucificada;
murió en el templo y resurgió en la luz...
¡Y, desde alli, vendra como una espada,
contra esa Fe que germino en la nada,
contra ese dios que enmascaro la cruz!

Creo en la carne que pecando sube,
creo en la Vida que es el Mal y el Bien;
la gota de agua del pantano es nube.
Creo en la carne que pecando sube
y en el Amor que es Dios.
¡Por siempre amén!
Leopoldo Marechal (1900-1970)

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sábado, 24 de marzo de 2012

Adán Buenosayres

En cierta mañana de octubre de 192., casi al mediodía, seis hombres nos internábamos en el cementerio de Oeste, llevando a pulso un atúd de modesta factura (cuatro tablitas frágiles) cuya levedad era tanta, que nos parecia llevar en su interior, no la vencida carne de un hombre muerto, sino la materia sutil de un poema concluido. El astrólogo Schultze y yo empuñabamos las manijas de la cabecera, Franky Amundsen y Del Solar habían tomado las de los pies: al frente avanzaba Luis Pereda, fortachón y bamboleante como un jabalí ciego; detrás iba Samuel Tesler, exhibiendo un gran rosario de cuentas negras que manoseaba con ostentosa devoción. La primavera reía sobre las tumbas, cantaba en el buche de los pájaros, ardía en los retoños vegetales, proclamaba entre cruces y epitafios su jubilosa incredulidad acerca de la muerte. Y no había lágrimas en nuestros ojos ni pesadumbre alguna en nuestros corazones; porque dentro de aquel ataúd sencillo (cuatro tablitas frágiles) nos parecía llevar no la pesada carne de un hombre muerto, sino la materia leve de un poema concluido. Llegamos a la fosa recién abierta: el ataúd fue bajado hasta el fondo. Redoblaron primero sobre la caja los terrones amigos, y a continuación las paladas brutales de los sepultureros. Arrodillado sobre la tierra gorda, Samuel Tesler oró un instante con orgullosos impudor, mientras que los enterradores aseguraban en la cabecera de la tumba una cruz de metal en cuyo negro corazón de hojalata se leía lo siguiente:

ADAN BUENOSAYRES

R.I.P.

Luego regresamos todos a la Ciudad de la Yegua Tobiana.

Consagré los días que siguieron a la lectura de los dos manuscritos que Adán Buenosayres me había confiado en la hora de su muerte, a saber: el Cuaderno de Tapas Azules y el Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia. Aquellos dos trabajos me parecieron tan fuera de lo común, que resolví darlos a la estampa, en la seguridad de que se abrirían un camino de honor en nuestra literatura. Pero advertí más tarde que aquellas páginas curiosas no lograrían del público una intelección cabal, si no las acompañaba un retrato de su autor y protagonista. Me di entonces a planear una semblanza de Adán Buenosayres: a la idea originaria de ofrecer un retrato inmóvil sucedió la de presentar a mi amigo en función de vida; y cuanto más evocaba yo su extraordinario carácter, las figuras de sus compañeros de gesta, y sobre todo las acciones memorables de que fui testigo en aquellos días, tanto más se agrandaban ante mis ojos las posibilidades novelescas del asunto. Mi plan se concretó al fin en cinco libros, donde presentaría yo a mi Adán Buenosayres desde su despertar metafísico en el número 303 de la calle Monte Egmont, hasta la medianoche del siguiente día, en que ángeles y demonios pelearon por su alma en Villa Crespo, frente a la iglesia de San Bernardo, ante la figura inmóvil del Cristo de la Mano Rota. Luego transcribiría yo el Cuaderno de Tapas Azules y Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia, como sexto y séptimo libros de mi relato.

Las primeras páginas de esta obra fueron escritas en París, en el invierno de 1930. Una honda crisis espiritual me sustrajo después, no sólo a los afanes de la literatura, sino a todo linaje de acción. Afortunadamente, y muy a tiempo, advertí yo que no estaba llamado al difícil camino de los perfectos. Entonces, para humillar el orgullo de algunas ambiciones que confieso haber sustentado, retomé la páginas de mi Adán Buenosayres y las proseguí bien que desganadamente y con el ánimo de quien cumple un gesto penitencial. Y como la penotencia trae a veces frutos inesperados, volví a cobrar por mi obra un interés que se mantuvo hasta el fin, pese a las contrariedades y desgracias que demoraron su ejecución.

La publico ahora, vacilando aún entre mis temores y mis esperanzas. Antes de acabar este prólogo, debo advertir a mi lector que todos los recursos novelescos de la obra, por extraños tal vez que les resulten a algunos, se ordenan rigurosamente a la presentación de un Adán Buenosayres exacto, y no a vanidosos intentos de originalidad literaria. Por otra parte, fácil ha de serle comprobar que, tanto en la cuerda poética como en la humorística, he seguido fielmente la tónica de Adán Buenosayres en su Cuaderno y en su Viaje. Y una observación final: podría suceder que alguno de mis lectores identificara a ciertos personajes de la obra, o se reconociera él mismo en alguno de ellos. En tal caso, no afirmaré yo hipócritamente que se trata de un parecido casual, sino que afrontaré las consecuencias: bien sé yo que, sea cual fuere la posición que ocupan en el Infierno de Schultze o los gestos que cumplen en mis cinco libros, todos los personajes de este relato levantan una "estatura heroica"; y no ignoro que, si algunos visten el traje de lo ridículo, lo hacen graciosamente y sin deshonor, en virtud de aquel "humorismo angélico" (así lo llamó Adán Buenosayres) gracias al cual también la sátira puede ser una forma de la caridad, si se dirije a los humanos con la sonrisa que tal vez los ángeles esbozan ante la locura de los hombres.   

Leopoldo Marechal (1900-1970)



Prólogo de Adán Buenosayres , colección Capítulo, bilbioteca argentina fundamental, Centro Editor de Amércia Latina, 1968 .


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viernes, 23 de marzo de 2012

Virus





Virus es una banda de rock argentina, absolutamente fundamental dentro del estilo musical new wave de los años 80 en Sudamérica, liderada por Federico Moura hasta su muerte el 21 de Diciembre de 1988, a causa del VIH. Su hermano Marcelo tomó entonces el rol de vocalista principal y la banda continuó funcionando hasta fines de 1989.

Sus letras irónicas y divertidas, en las que con juegos de palabras se criticaba al rock nacional, se invitaba a sentir y divertirse, a dejar de pensar y hacer, sus composiciones con arreglos complejos, melodías pegadizas, la elogiada voz de Federico Moura y su carisma que lo consagró como talentoso frontman.

Virus lideró, junto a otras bandas como Miguel Mateos y ZAS y Soda Stereo, la renovación musical argentina que se dio tras la vuelta a la democracia en 1983. Su moderno sonido new wave, los alejaba bastante de la música que hasta ese momento se venía produciendo en Argentina. Por esta razón, lograron acaparar tanto elogios como críticas de los medios masivos. Sus críticos los tildaron de «escandalosos», por la transgresión impuesta por el grupo, como en las letras en referencia al sexo.

Luego de la muerte del vocalista Federico Moura en 1988, los miembros restantes del grupo junto con Soda Stereo lo despidieron tocando Wadu-Wadu en La Casona de Lanús, uno de sus viejos éxitos.

El 12 de Marzo de 1994 en La Casona de Lanus,Provincia de Buenos Aires la banda volvió a juntarse para retomar sus actividades, continuando hasta el día de hoy sin recuperar su popularidad previa.

Algunos de sus temas más conocidos son «Imágenes Paganas», «Wadu Wadu», «El rock es mi forma de ser»", «Hay que salir del agujero interior», «Una luna de miel en la mano» y «Amor descartable».

Recientemente editaron «Caja Negra», un registro en vivo de «2006» con colaboraciones de artistas influidos por la banda, como Alejandro Sergi (Miranda), Adrián Dárgelos (Babasónicos), Pity Álvarez (Intoxicados) y Ciro Pertusi (Attaque 77). Todo esto sumado a cinco nuevos temas de estudio.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La Inteligencia no es más que nominación, Macedonio Fernández

La Inteligencia no es más que nominación; la Palabra, que es esta nominación, no es necesaria para Pensar, ni siquiera para hablar, diremos, pues, la palabra sustituyó y aun coexiste con la gesticulación. La palabra es órgano de comunicación, como el gesto, no el pensamiento. Por tanto, ninguna palabra puede dejar de tener un sentido accesible, por muy abstractas y misteriosas que se califiquen sus acepciones. El Tiempo y el Espacio son expresados con gestos muy a menudo; ¿qué misterio puede caber en un gesto, en trazar su origen? En cuanto a la Deducción, es una supuesta operación intelectual que nadie ha hecho ni necesitado. Demás está decir que el Cálculo de Probabilidad y Ley de los grandes Números, son el colmo del optimismo, y que el enunciado "siendo iguales todas las otras circunstancias tal causa producirá tal efecto", es una tautología, porque las circunstancias de un hecho son ilimitadas y cada circunstancia es una "causa" que a su vez concomita con un número ilimitado de circunstancias, haciendo imposible la mínima previsión.
Otro tanto en cuanto a la definición de las especies.

"Metafísica: el mundo no es dado", en Para una metafísica argentina-Textos metafísicos, 1908-1928 (fragmento), Macedonio Fernández.

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domingo, 18 de marzo de 2012

"El aniversario de Reciénvenido"

"No sé si por algunos excesos de conducta o por observancias poco estrictas en mi régimen de vida cumpliré en breve cincuenta años. No lo he efectuado antes porque cada vez que impacienté el tiempo, adelantando algún acontecimiento, me cambiaron uno bueno por uno malo. La elección de un día invariable de cumpleaños me ha permitido conocerlo tan bien que aun con los ojos vedados cumpliría mi aniversario.

Alguien dirá: ¡Pero, Recienvenido, otra vez de cumpleaños! ¡Vd. no se corrige!; ¡La experiencia no le sirve de nada! ¡A su edad cumpliendo años!

Yo efectivamente entre amigos no lo haría. Mas en las biografías nada más exigido.

Otros juzgarán que el anuncio de mi próximo aniversario va encaminando a incitar a los cronistas sociales para recordarme con encomios. "Nadie como el Sr. R. ha cumplido tan pronto los cincuenta años"; o bien: "A pesar de que esto le sucedía por primera vez cumplió su medio siglo el apreciado caballero como si [83] siempre lo hubiera hecho". Alguien con algún desdén: "Con la higiene y la ciencia moderna, quién no tiene hoy cincuenta años". "A su edad no tenía mucho que elegir".

En fin lo cierto es que nunca he cumplido tantos años en un solo día.

Nací el 1º de octubre de 1875 y desde este desarreglo empezó para mí un continuo vivir. La autenticidad de mi condición de solterón en ese momento fue indiscutida, pero yo le añadí el malhumor que la distingue, pidiendo inmediatamente en el idioma que no tiene filólogos el Libro de Quejas. Cuando me lo facilitaron tres meses después en una sacristía, me había olvidado de los motivos de protesta fuera de que no habían dejado espacio en el sucio, malhadado y gran tomo los que se habían quejado primero. Puse mi nombre y la fatuidad de tenerlo me distrajo de reflexionar que aquél era el "Libro de Quejas", de la vida." Macedonio Fernández



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viernes, 16 de marzo de 2012

El zapallo que se hizo cosmos

Érase un zapallo creciendo solitario en ricas tierras del Chaco. Favorecido por una zona excepcional que le daba de todo, criado con libertad y sin remedios fue desarrollándose con el agua natural y la luz solar en condiciones óptimas, como una verdadera esperanza de la Vida. Su historia íntima nos cuenta que iba alimentándose a expensas de las plantas más débiles de su contorno, darwinianamente; siento tener que decirlo, haciéndolo antipático.

Pero la historia externa es la que nos interesa, ésa que sólo podrían relatar los azorados habitantes del Chaco que iban a verse envueltos en la pulpa zapallar, absorbidos por sus poderosos raíces.
La primera noticia que se tuvo de su existencia fue la de los sonoros crujidos del simple natural crecimiento. Los primeros colonos que lo vieron habrían de espantarse, pues ya entonces pesaría varias toneladas y aumentaba de volumen instante a instante. Ya medía una legua de diámetro cuando llegaron los primeros hacheros mandados por las autoridades para seccionarle el tronco, ya de doscientos metros de circunferencia; los obreros desistían más que por la fatiga de la labor por los ruidos espeluznantes de ciertos movimientos de equilibración, impuestos por la inestabilidad de su volumen que crecía por saltos.
Cundía el pavor. Es imposible ahora aproximársele, porque se hace el vacío en su entorno, mientras las raíces imposibles de cortar siguen creciendo. En la desesperación de vérselo venir encima, se piensa en sujetarlo con cables. En vano. Comienza a divisarse desde Montevideo, desde donde se divisa pronto lo irregular nuestro, como nosotros desde aquí observamos lo inestable de Europa. Ya se apresta a saberse el Río de la Plata.
Como no hay tiempo de reunir una conferencia panamericana -Ginebra y las cancillerías europeas están advertidas-, cada uno discurre y propone lo eficaz. ¿Lucha, conciliación, suscitación de un sentimiento piadoso en el Zapallo, súplica, armisticio? Se piensa en hacer crecer otro zapallo en el Japón, mimándolo para apresurar al máximo su prosperación, hasta que se encuentren y se entredestryan, sin que, empero, ninguno sobrezapalle al otro. ¿Y el ejército?
Opiniones de los científicos; qué pensaron los niños, encantados seguramente; emociones de las señoras; indignación de un procurador, entusiasmo de un agrimensor y de un toma-medidas de sastrería; indumentaria para el Zapallo; una cocinera que se le planta delante y lo examina, retirándose una legua por día; un serrucho que siente su nada. ¿Y Einstein?; frente a la facultad de medicina alguien que insinúa: ¿purgarlo? Todas estas primeras chanzas habían cesado. Llegaba demasiado urgente el momento en que lo que más convenía era mudarse adentro. Bastante ridículo y humillante es el meterse en él con precipitación, aunque se olvide el reloj o el sombrero en alguna parte y apagando previamente el cigarrillo, porque ya no va quedando mundo fuera del zapallo.
A medida que crece es más rápido su ritmo de dilación; no bien es una cosa ya es otra; no ha alcanzado la figura de un buque que ya parece una isla. Sus poros ya tienen cinco metros de diámetro, ya veinte, ya cincuenta. Parece presentir que todavía el cosmos podría producir un cataclismo para perderlo, un maremoto o una hendidura de América. ¿No preferirá, por amor propio, estallar, astillarse, antes de ser metido dentro de un Zapallo? Para verlo crecer volamos en avión; es una cordillera flotando sobre el mar. Los hombres son absorbidos como moscas; los coreanos, en la antípoda, se santiguan y saben su suerte es cuestión de horas.
El Cosmos desata, en el paroxismo, el combate final. Despeña formidables tempestades, radiaciones insospechadas, temblores de tierra, quizá reservados desde su origen por si tuviera que luchar con otro mundo.
"¡Cuidaos de toda célula que ande cerca de vosotros! ¡Basta que una de ellas encuentre su todocomodidad de vivir!! ¿Por qué no se nos advirtió? El alma de cada célula dice despacito: "yo quiero apoderarme de todo el ‘stock’, de toda la ‘existencia en plaza’ de Materia, llenar el espacio, y, tal vez, los espacios siderales; yo puedo ser el Individuo-Universo, la Persona Inmortal del Mundo, el latido único". Nosotros no la escuchamos ¡y nos hallamos en la inminencia de un Mundo de Zapallo, con los hombres, las ciudades y las almas dentro!
¿Que puede herirlo ya? Es cuestión de que el Zapallo se sirva sus últimos apetitos para su sosiego final. Apenas le faltan Australia y Polinesia.
Perros que no vivían más que quince años, zapallos que apenas resistían uno y hombres que raramente llegaban a los cien… ¡Así es la sorpresa! Decíamos: es un monstruo que no puede durar. Y aquí nos tenéis adentro. ¿Nacer y morir para nacer y morir…?, se habrá dicho el Zapallo: ¡oh, ya no! El escorpión, cuando se siente inhábil o en inferioridad se pica a sí mismo y se aniquila, parte al instante al depósito de la vida escorpiónica para su nueva esperanza de perduración; se envenena sólo para que le den vida nueva. ¿Por qué no configurar el Escorpión, el Pino, la Lombriz, el Hombre, la Cigüeña, el Ruiseñor, la Hiedra, inmortales? Y por sobre todos el Zapallo, Personación del Cosmos, con los jugadores de póker viendo tranquilamente y alternando los enamorados, todo en el espacio diáfano y unitario del Zapallo.
Practicamos sinceramente la Metafísica Cucurbitácea. Nos convencimos de que, dada la relatividad de las magnitudes todas, nadie de nosotros sabrá nunca si vive o no dentro de un zapallo y hasta dentro de un ataúd y si no seremos células del Plasma Inmortal. Tenía que suceder: Totalidad todo Interna, Limitada, Inmóvil (sin Traslación), sin Relación, por ello sin Muerte.
Parece que en estos últimos momentos, según coincidencia de signos, el Zapallo se alista para conquistar no ya la pobre Tierra, sino la Creación. Al parecer, prepara su desafío contra la Vía Láctea. Días más, y el Zapallo será el ser, la realidad y su Cáscara.
(El Zapallo me ha permitido que para vosotros -queridos cofrades de la Zapallería- yo escriba mal y pobre su leyenda y su historia.
Vivimos en ese mundo que todos sabíamos, pero todo en cáscara ahora, con relaciones sólo internas y, así, sin muerte.
Esto es mejor que antes.)

Macedonio Fernández, argentino (1874-1952)



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jueves, 15 de marzo de 2012

Silvina Garré




Biografía

En su ciudad natal, cursó estudios de armonía, piano, flauta traversa, guitarra, audioperceptiva e historia de la música.

En 1981 comenzó con el canto profesional junto a Juan Carlos Baglietto y Fito Páez, formó parte de ese grupo musical hasta 1983, año en el que grabó su primer trabajo como solista.
En cine

En 1982, fue convocada por el escritor y director cinematográfico Eduardo Mignona para cantar las canciones del film Evita, quien quiera oír que oiga y además para interpretar la voz de Eva Perón.

Participó como cantante en otras producciones cinematográficas:

Diapasón, de Jorge Polaco, con la dirección musical de Lito Vitale,
Luna caliente de Roberto Denis, con dirección musical de Litto Nebbia y
Martín Fierro, el ave solitaria de Carlos Vallejo, con la dirección musical de Diego Clemente.

Trayectoria musical

Participa como invitada en los trabajos discográficos de destacadas figuras de la canción: Juan Carlos Baglietto, Teresa Parodi, Los Trovadores, Lalo de los Santos, Litto Nebbia, Jorge Fandermole, Marilina Ross, Nito Mestre; Alejandro Filio y en producciones infantiles como Los Muvis y Cablín.

En su vasta trayectoria incluyó giras por todas las provincias de la Argentina y conciertos en Estados Unidos, Chile, México y Uruguay.
Reconocimientos

Representó a su país en diversos festivales internacionales, entre los que se destacan el Festival de la OTI, realizado en Washington D.C. y el Primer Festival de la Canción, realizado en El Cairo (Egipto).

Para el Festival de la OTI, Nebbia compuso un tema en cinco minutos (el inédito “Charlaciones”), llamó a Garré para cantarlo, lo grabaron en el estudio de Los Bárbaros; lo mandaron en un cassette...

“... Y quedamos seleccionados. Había un tema de Jairo, otro de Batman, cualquiera, y se supone que el ganador estaba pactado, digamos. Pero vamos a suponer que hayan estado arreglados cuatro jurados de diez y los otros seis te votan a vos ¡y nos pasó eso! El día de los premios yo estaba mirando la tele en casa y digo ‘ahora van a ver por qué todo esto es una trampa’. Silvina había ido al canal a cantar con la orquestita grabada por mí y no con la del canal, encima. Todo al revés era. Y, de repente, bueno, el tipo que tiene que decir quién ganó puso una cara increíble. No entendía nada”.

Recibió el reconocimiento de la prensa en varias oportunidades (premios, diplomas, distinciones) y de sus colegas.

Caetano Veloso le dedicó su libro Verdade tropical y declaró que Silvina es una de las que «mejor canta a Caetano».

Ricardo Montaner incluyó en su CD Las mejores canciones del mundo una de las canciones más representativas de Silvina, titulada Diablo y alcohol.

Muchos de sus ocho discos solistas recibieron el galardón de «disco de oro».
Discografía

miércoles, 14 de marzo de 2012

En memoria de Paulina

Siempre quise a Paulina. En uno de mis primeros recuerdos, Paulina y yo estamos ocultos en una oscura glorieta de laureles, en un jardín con dos leones de piedra. Paulina me dijo: Me gusta el azul, me gustan las uvas, me gusta el hielo, me gustan las rosas, me gustan los caballos blancos. Yo comprendí que mi felicidad había empezado, porque en esas preferencias podía identificarme con Paulina. Nos parecimos tan milagrosamente que en un libro sobre la final reunión de las almas en el alma del mundo, mi amiga escribió en el margen: Las nuestras ya se reunieron. "Nuestras" en aquel tiempo, significaba la de ella y la mía.

Para explicarme ese parecido argumenté que yo era un apresurado y remoto borrador de Paulina. Recuerdo que anoté en mi cuaderno: Todo poema es un borrador de la Poesía y en cada cosa hay una prefiguración de Dios. Pensé también: En lo que me parezca a Paulina estoy a salvo. Veía (y aún hoy veo) la identificación con Paulina como la mejor posibilidad de mi ser, como el refugio en donde me libraría de mis defectos naturales, de la torpeza, de la negligencia, de la vanidad.

La vida fue una dulce costumbre que nos llevó a esperar, como algo natural y cierto, nuestro futuro matrimonio. Los padres de Paulina, insensibles al prestigio literario prematuramente alcanzado, y perdido, por mí, prometieron dar el consentimiento cuando me doctorara. Muchas veces nosotros imaginábamos un ordenado porvenir, con tiempo suficiente para trabajar, para viajar y para querernos. Lo imaginábamos con tanta vividez que nos persuadíamos de que ya vivíamos juntos...

Adolfo Bioy Casares


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domingo, 11 de marzo de 2012

Fragmento inédito del diario de Adolfo Bioy Casares

Vi con gusto a Jorge Amado porque, lo recuerdo muy bien, en Niza, cuando integramos el jurado para el premio Lion D´Or, nos entendimos en seguida: antes que premiar a un joven autor de poemas pretenciosos, oscuros y tediosos, convinimos en elegir a un viejo cuentista, que evidentemente conocía su oficio y escribía para ser leído.

Cuando nos encontramos acá en Buenos Aires, nos abrazamos y me dijo: "Querido amigo, siempre recuerdo nuestras conversaciones en el jurado y cómo nos entendimos fraternalmente.

Fue en Madrid. Usted me acompañó, y con su voto premiamos al poeta brasilero... (pronunció un nombre que yo nunca había oído)".

En la Feria del Libro hacía mucho calor. Jorge Amado, pasándose un pañuelo por la cara, se quejó: "¡Esto es el Brasil!" . Adolfo Bioy Casares. Diario La Nación. (Gentileza Editorial Sudamericana)



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viernes, 9 de marzo de 2012

El sueño de los héroes (fragmento)

" Recorrí los estantes buscando ayuda para ciertas investigaciones que el proceso interrumpió y que en la soledad de la isla traté de continuar. Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea, rudimentaria: retener vivo todo el cuerpo. Sólo habría que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia. Mi alma no ha pasado, aún a la imagen; si no, yo habría muerto, habría dejado de ver a Faustine, para estar con ella en una visión que nadie recogerá.
(...)
Intenté varias explicaciones: Que yo tenga la famosa peste; sus efectos, la imaginación: la gente, a la música, Faustine; en el cuerpo: tal vez lesiones horribles, signos de la muerte, que los efectos anteriores no me dejan ver.
(...)
Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro. El verano se adelantó. Puse la cama cerca de la pileta de natación y estuve bañándome, hasta muy tarde. Era imposible dormir. Dos o tres minutos afuera bastaban para convertir en sudor el agua que debía protegerme de la espantosa calma. A la madrugada me despertó un fonógrafo. No puede volver al museo a buscar las cosas, huí por las barracas, estoy en los bajos del sur, entre plantas acuáticas, indignado por los mosquitos, con el mar o sucios arroyos hasta la cintura, viendo que anticipé absurdamente mi huida. Creo que esa gente no vino a buscarme, tal vez no me hayan visto. Pero sigo mi destino; estoy desprovisto de todo, confinado al lugar más escaso, menos habitable de la isla; a pantanos que el mar suprime una vez por semana. Escribo esto para dejar testimonio del adverso milagro.
(...)
Esta mujer es algo más que una falsa gitana. Me espanta su valor. Nada anunció que me hubiera visto. Ni un parpadeo, ni un leve sobresalto. Todavía el sol estaba arriba del horizonte, no el sol, la apariencia del sol; era ese momento en que ya se ha puesto, o va a ponerse, y uno lo ve donde no está. Yo había escalado con urgencia las piedras. La vi; el pañuelo de colores, las manos cruzadas sobre una rodilla, aumentando el mundo. Mi respiración se volvió irreprimible.
(...)
No espero nada. Esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad. Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas. Tal vez toda esa higiene de no esperar sea un poco ridícula. No esperar de la vida, para no arriesgarla; darse por muerto, para no morir. Ya no estoy muerto: estoy enamorado. "
Adolfo Bioy Casares



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miércoles, 7 de marzo de 2012

Alejandro Lerner




Alejandro Lerner (Buenos Aires; 8 de junio de 1957) es un cantante, compositor y músico argentino.
En 1982 edita su primer disco solista: Alejandro Lerner y la magia y se presenta en el BARock. La crítica ya lo elogiaba pero su suceso lo lograría al año siguiente, cuando publica Todo a pulmón y más tarde Lernertres que vendió 300.000 discos. En 1985 se aleja de la música en la Argentina y se muda a los EEUU.
Tras su vuelta a la Argentina, en 1987, realiza los discos Algo que decir y Canciones, ambos de moderado suceso.
En 1991, incluye en su disco Entrelíneas, la canción Juntos para siempre que fue compuesta e interpretada a dúo con Carlos Mellino y fue la cortina de la exitosa serie televisiva La banda del Golden Rocket.
Tras el exitoso álbum Amor infinito -1992-, realiza algunos álbumes con no tanta repercusión como Permiso de volar y Magic Hotel.
En 1997 compone Volver a empezar, la cortina musical de la serie televisiva RRDT, con la que ganaría el Premio Martín Fierro. El éxito fue tal que tomó gran parte de las canciones del disco Magic Hotel y le sumó Volver a empezar para reeditar el álbum, ahora con el nombre Volver a empezar.
En 1999 vuelve a ganar el Premio Martín Fierro con su canción Campeones de la vida, que la incluye en su compilado de éxitos 20 años.
Al siguiente año edita Si quieres saber quien soy y en 2002 Lerner Vivo, con grabaciones hechas en sus actuaciones en el Teatro Gran Rex, que contó con el acompañamiento de artistas como Soledad, Luciano Pereyra, David Lebón, Sandra Mihanovich, Javier Calamaro, Celeste Carballo, Erica García, Juan Namuncurá y Fena Della Maggiora.
En 2003 realizó el disco "Buen Viaje", de gran repercusión y en 2006 lanza Canciones para gente niña, con canciones infantiles. En 2007 editó su último disco de estudio "Enojado".

domingo, 4 de marzo de 2012

Frases célebres

-El que es celoso, no es nunca celoso por lo que ve; con lo que se imagina basta.
-El amor es como Don Quijote: cuando recobra el juicio es que esta para morir.
-El mal que hacemos es siempre más triste que el mal que nos hacen.
-Poco bueno habrá hecho en su vida el que no sepa de ingratitudes.
-Lo peor que hacen los malos es obligarnos a dudar de los buenos.
-Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor.
-A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho.
-Sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón.
-En la pelea, se conoce al soldado; sólo en la victoria, se conoce al caballero.
-Si murmurar la verdad aún puede ser la justicia de los débiles, la calumnia no puede ser otra cosa que la venganza de los cobardes.
-Cuando no se piensa lo que se dice es cuando se dice lo que se piensa.
-En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.
-El dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo. JACINTO BENAVENTE 1866-1954. Escritor español


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jueves, 1 de marzo de 2012

Los intereses creados (fragmento)

Y en ellas visteis, como en las farsas de la vida, que a estos muñecos como a los humanos, muévenlos cordelillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición: tiran unos de sus píes y los llevan a tristes andanzas; tiran otros de sus manos, que trabajan con pena, luchan con rabia, hurtan con astucia, matan con violencia. Pero entre todos ellos desciende a veces del cielo al corazón un hilo sutil, como tejido con luz del sol y con luz de luna, el hilo del amor, que a los humanos, como a estos muñecos que semejan humanos, les hace parecer divinos, y trae a nuestra frente resplandores de aurora, y pone alas en nuestro corazón y nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno y no puede acabar cuando la farsa acaba. "
Jacinto Benavente


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