jueves, 30 de junio de 2011

Arrabal amargo


Arrabal amargo

Arrabal amargo
metido en mi vida,
como la condena
de una maldición.
Tus sombras torturan
mis horas sin sueño,
tu noche se encierra
en mi corazón.
Con ella a mi lado
no vi tus tristezas,
tu barro y miserias,
ella era mi luz.
Y ahora, vencido,
arrastro mi alma,
clavao a tus calles
igual que una cruz.

Rinconcito arrabalero,
con el toldo de estrellas
de tu patio que quiero.
Todo, todo se ilumina,
cuando ella vuelve a verte
y mis viejas madreselvas
están en flor para quererte.

Como una nube que pasa
mis ensueños se van,
se van, no vuelven más.

A nadie digas
que ya no me quieres.
Si a mí me preguntan
diré que vendrás.
Y así cuando vuelvas,
mi almita, te juro,
los ojos extraños
no se asombrarán.
Verás cómo todo
te esperaba ansioso:
mi blanca casita
y el lindo rosal...
Y cómo de nuevo
alivia sus penas
vestido de fiesta
mi viejo arrabal.
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera

miércoles, 29 de junio de 2011

Mi Buenos Aires querido

Mi Buenos Aires querido,
cuando yo te vuelva a ver,
no habrá más penas, ni olvido.
El farolito de la calle en que nací
fue el centinela de mis promesas de amor,
bajo su inquieta lucecita yo la vi
a mi pebeta luminosa como un sol.
Hoy que la suerte quiere que te vuelva a ver,
ciudad porteña de mi único querer,
oigo la queja de un bandoneón,
dentro del pecho pide rienda el corazón.
Mi Buenos Aires, tierra florida
donde mi vida terminaré.
Bajo tu amparo no hay desengaño
vuelan los años, se olvida el dolor.
En caravana los recuerdos pasan
como una estela dulce de emoción,
quiero que sepas que al evocarte
se van las penas del corazón.
Las ventanitas de mis calles de Arrabal,
donde sonríe una muchachita en flor;
quiero de nuevo yo volver a contemplar
aquellos ojos que acarician al mirar. En la cortada más maleva una canción,
dice su ruego de coraje y de pasión;
una promesa y un suspirar
borra una lágrima de pena aquel cantar.
Mi Buenos Aires querido....
cuando yo te vuelva a ver...
no habrá más penas ni olvido...


Tango 1934. Música: Carlos Gardel, Letra : Alfredo Le Pera.



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domingo, 26 de junio de 2011

El día que me quieras

El día que me quieras

Acaricia mi ensueño
el suave murmullo de tu suspirar,
¡como ríe la vida
si tus ojos negros me quieren mirar!
Y si es mío el amparo
de tu risa leve que es como un cantar,
ella aquieta mi herida,
¡todo, todo se olvida..!

El día que me quieras
la rosas que engalana
se vestirá de fiesta
con su mejor color.
Al viento las campanas
dirán que ya eres mía
y locas las fontanas
me contarán tu amor.
La noche que me quieras
desde el azul del cielo,
las estrellas celosas
nos mirarán pasar
y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa
que verá...¡que eres mi consuelo..!

Recitado:
El día que me quieras
no habrá más que armonías,
será clara la aurora
y alegre el manantial.
Traerá quieta la brisa
rumor de melodías
y nos darán las fuentes
su canto de cristal.
El día que me quieras
endulzará sus cuerdas
el pájaro cantor,
florecerá la vida,
no existirá el dolor...

La noche que me quieras
desde el azul del cielo,
las estrellas celosas
nos mirarán pasar
y un rayo misterioso
hará nido en tu pelo,
luciérnaga curiosa
que verá... ¡que eres mi consuelo!
Música: Carlos Gardel  

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Volver

Yo adivino el parpadeo
de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno...
Son las mismas que alumbraron
con sus pálidos reflejos
hondas horas de dolor...
Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor...
La vieja calle donde el eco dijo
tuya es su vida, tuyo es su querer,
bajo el burlón mirar de las estrellas
que con indiferencia hoy me ven volver...
Volver...
con la frente marchita,
las nieves del tiempo platearon mi sien...
Sentir...
que es un soplo la vida,
que veinte años no es nada,
que febril la mirada,
errante en las sombras,
te busca y te nombra.
Vivir...
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez...
Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida...
Tengo miedo de las noches
que pobladas de recuerdos
encadenan mi soñar...
Pero el viajero que huye
tarde o temprano detiene su andar...
Y aunque el olvido, que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guardo escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón.

 Música: Carlos Gardel. Letra: Alfredo Le Pera


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Patricia Sosa: Aprender a volar





Aprender a volar

Duro es el camino y sé que no es fácil
no sé si habrá tiempo para descansar
en esta aventura de amor y coraje
sólo hay que cerrar los ojos y echarse a volar

y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reir


Puedes creer, puedes soñar
abre tus alas, aquí esta tu libertad
y no pierdas tiempo, escucha al viento
canta por lo que vendrá
no es tan difícil que aprendas a volar

No pierdas la fe, no pierdas la calma
aunque a veces este mundo no pide perdón
grita aunque te duela, llora si hace falta
limpia las heridas que cura el amor

y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reir

Puedes creer, puedes soñar...
Y no apures el camino, al fin todo llegará
cada luz, cada mañana, todo espera en su lugar

Puedes creer, puedes soñar...
Patricia Sosa

viernes, 24 de junio de 2011

Carlos Gardel

Muchachos: Se nos ha ido

el Rey de los ruiseñores:

el Papá de los cantores

de nuestro tango querido!...

El destino le ha tejido

una red bajo del sol

y a Barbieri, Riverol,

a Aguilar como a Le Pera,

¡fue la Parca traicionera

que les jugó un fiero rol!...



Cuando hablemos de Gardel

descubrámonos primero,

como homenaje postrero

tributándole un laurel.

Los extranjeros, por él,

conocen el tango nuestro,

lo impuso varonil, diestro,

el gran Gardel triunfador;

el eximio embajador,

el inmortal: ¡el maestro!



En todos los continentes

que cantó Carlos Gardel

le llovieron a granel

los aplausos de las gentes.

Querido en todos ambientes,

a todos trataba igual:

siempre sonriente y cordial,

sencillo, francote, amable.

Con todos fue muy tratable

¡Carlos Gardel, el zorzal!



No hubo ni habrá cantores

que canten como Gardel.

Su voz destilaba miel,

armonías y sabores...

Tendrá mil imitadores

este cantor magistral

pero aunque no lo hagan mal

pueden estar en lo cierto,

¡Vivo, ni después de muerto

nadie imita a este zorzal!



Carlitos Gardel y el tango

(aunque de distintos suelos)

eran hermanos gemelos

y fueron del mismo rango.

Por si grazna algún chimango

pretendiendo algún laurel

no beberá más que hiel

por esa boca maligna.

¡Pues sepan que en la Argentina

jamás habrá otro Gardel!



Todo humano ha de alabar

al más genial precursor

que con su Arte, fe y amor

hizo al tango consagrar.

Hoy, por él, se ha de bailar

en los más regios salones.

Millones de corazones

al vibrar de las guitarras

entre canciones bizarras

palpitaron de emociones!



Tu nombre: ¡CARLOS GARDEL!

perdura y perdurará.

Tu recuerdo quedará

grabado en oro, a cincel.

Tu nombre: ¡CARLOS GARDEL!

desde hoy mismo es inmortal,

el ambiente nacional

sufre un profundo desvelo.

¡Las musas están de duelo

por tu caída mortal!



La milonga popular

está vestida de luto.

Te rindió el mayor tributo

y hasta paró de cantar!

Nadie se quiso quedar

sin rendirte su homenaje.

Quedó mudo el encordaje

y mudos los bandoneones,

y mudos los corazones

y triste todo paisaje!...



En nombre del Arte pido,

como el más fiel emisario

a este y aquel mandatario

que no te echen al olvido;

y que con justo sentido

a tu sagrada memoria

la calle recordatoria

pongan con tu nombre fiel,

la calle: CARLOS GARDEL

como grabando tu historia.
Francisco Raimundo

 
A 76 años de su fallecimiento,
cada día canta mejor.

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domingo, 19 de junio de 2011

Mudable como el tiempo es tu mejilla...

Mudable como el tiempo es tu mejilla,
o arde como una tarde del estío
o hiela, o poco menos, si hace frío;
pero ardiente o helada es maravilla.

Deja que acerque mi cansada arcilla
al pétalo de amor que llamo mío,
mientras corre mi brazo como un río
por tu cuello, delgada torrecilla.

Calor o frío, llamarada o nieve,
no me importa un instante su mudanza,
que a ocultos nervios nada más se debe.

Tu corazón es nido de templanza
y grave su latido al par que leve.
Y si no, que lo diga mi esperanza.

Baldonero Fernández Moreno 

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jueves, 16 de junio de 2011

Canción Del Pinar. Silvina Garré

Quiero dejar todas las palomas
En el cedro de tu alma
Y todo el beso en tus pies
Que dejes de mirarme burlón,
Sé que te estoy dando poco,
Y mucho te pediré.

Sé la nube sola en mi pradera,
Seré tu querido verde,
Y serás sombra en mi mitad,
Y si ves que mi verde se quema,
Llueve tu llorosa pena,
Y el verde nuevo se hará.

Y que no te vayas un febrero,
Detrás de aquella bandada,
Azabache hacia, el pinar,
Quiero ser también dueña del cielo,
Y un pinar, pero es preciso,
Y que me enseñes a volar.

Hazte sol cercano en la distancia,
Hazte en el recuerdo un leño,
Y quémate en mi interior,
No quiero tener más noches frías,
Ni poder tan sólo en sueños,
Despertame junto a vos.

Que tengamos alrededor nuestro,
Quien berree nuestros nombres,
Y mucha sombra por dar,
Cuando lleguemos a la tierra,
Únete conmigo en savia,
Así haremos sombra igual...


Para el amor de mi vida...
Silvina Garré

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Canción Del Pinar. Silvina Garré

TONADA



Las tres hermanas de mi alma
novio salen a buscar.
La mayor dice: yo quiero,
quiero un rey para reinar.
Esa fue la favorita,
favorita del sultán.

La segunda dice: yo
quiero un sabio de verdad,
que en juventud y hermosura
me sepa inmortalizar.
Ésa casó con el mago
de la ínsula de cristal.

La pequeña nada dice,
sólo acierta a suspirar.
Ella es de las tres hermanas
la única que sabe amar.
No busca más que el amor,
y no lo puede encontrar.

Leopoldo Lugones

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martes, 14 de junio de 2011

Un patio

Con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.
Esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.
Patio, cielo encauzado.
El patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
Serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.
Grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.
JORGE LUIS BORGES. A 25 años de su fallecimiento.

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jueves, 9 de junio de 2011

El mar mas grande que hay

Si miro mi pasado
puedo ver como yo
escondo dentro de mí
el mar más grande que hay

cuántos caminos andados
cuánta y ninguna ciudad
mi soledad para qué,
alguna noche se fue
Y te amaré....

Cuantos pequeños pecados
cargados de ingenuidad
en cuántos lechos he amado,
que más da,
lo hacemos todos igual

treinta años vida
no me han hecho mala
Me gusta ser como soy,
y desnudarme y naufragar
en este mar
en que tú navegarás

Y te amare...

Una ilusión no se va
un sueño puede esperar,
una maleta cansada de viajar,
tu vida puede llenar.

Treinta años vida
no me han hecho mala
me gusta ser como soy
y desnudarme y naufragar
en este mar
en que tú navegaras

Y te amaré... Patricia Sosa

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Patricia Sosa




Enterate y si podés participá de la obra maravillosa que realiza Patricia Sosa en...

http://www.patriciasosa.com/pequenosgestos/archivo.php?mes=02&anio=2011

miércoles, 8 de junio de 2011

Golondrinas


Las dulces mensajeras de la tristeza son...
son avecillas negras, negras como la noche.
¡Negras como el dolor!

¡Las dulces golondrinas que en invierno se van
y que dejan el nido abandonado y solo
para cruzar el mar!

Cada vez que las veo siento un frío sutil...
¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
amantes de abril!

¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
como los emigrantes, a las tierras extrañas,
la migaja de pan!

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales, con las alas de luto
llegaos hasta mí!

Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad
de un volido tan sólo, eterno y más eterno
la inmensidad del mar...

¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?...
¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera,
la fuente del amor?...

¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis!
Yo soy una bohemia, una pobre bohemia
¡Llevadme donde vais!

¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis,
que tengo el alma enferma porque no puedo irme
volando yo también?

¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto
llegaos hasta mí!

¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!...
¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas
tejidas en azul!

Alfonsina Storni

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Las calles

Las calles de Buenos Aires
ya son mi entraña.
No las ávidas calles,
incómodas de turba y ajetreo,
sino las calles desganadas del barrio,
casi invisibles de habituales,
enternecidas de penumbra y de ocaso
y aquellas más afuera
ajenas de árboles piadosos
donde austeras casitas apenas se aventuran,
abrumadas por inmortales distancias,
a perderse en la honda visión
de cielo y llanura.
Son para el solitario una promesa
porque millares de almas singulares las pueblan,
únicas ante Dios y en el tiempo
y sin duda preciosas.
Hacia el Oeste, el Norte y el Sur
se han desplegado -y son también la patria- las calles;
ojalá en los versos que trazo
estén esas banderas.
JORGE LUIS BORGES



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lunes, 6 de junio de 2011

Cuadros de la montaña



Buscando reposo, después de rudas fatigas, de esas que rinden el cuerpo y envenenan el alma, quise visitar las montañas de mi tierra natal, ya renovar impresiones apenas esbozadas en un libro, ya para refrescar mi espíritu en presencia de los parajes donde transcurrió mi primera edad.

Los recuerdos de infancia, y la poesía de las regiones de portentosa belleza donde un tiempo se alzó el hogar de mis mayores, eran la fuente de los consuelos que yo anhelaba, en medio de esas luchas que sólo la historia describe y analiza, y en las cuales cada uno derrama, cuando no la sangre de sus venas, esa otra sangre invisible que filtra en el corazón de heridas más hondas y dolorosas, abiertas por las injusticias de los hombres, los desencantos del patriotismo inexperto y las infidencias de las amistades prematuras.

Para eso, y para rendir este nuevo tributo al pueblo en que he nacido, pidiendo a la literatura patria un rincón humilde para estas páginas en que quiero reflejar su naturaleza y sus sencillas costumbres, emprendí con algunos amigos, en Marzo de 1890, un viaje al interior de la Sierra de Velazco.

Ésta anuncia ya con sus picos atrevidos, donde las nubes bajan a formar diademas, la gran cordillera de los Andes. Son esas montañas, inagotables a la observación. Cuando se ha creído conocerlas, nos sorprende el morador de sus valles con la relación de un monumento histórico o de la naturaleza, del hombre culto o del indígena extinguido. Sus huellas están frescas todavía en el suelo y en las costumbres, en la habitación y en la fortaleza, en los usos y en los festivales de sus descendientes.

Rastros de los ejércitos de la conquista: restos de la tosca vivienda del misionero, a quien no arredraron las flechas ni los desiertos; muestras indestructibles del esfuerzo civilizador en la construcción de granito: todo esto se ve diariamente con la indiferencia estoica de otra raza que no la nuestra, en el camino tortuoso que abre paso hacia las comarcas donde se pone el sol. Enormes masas de piedra cuya altura aumenta a medida que se avanza, lo flanquean por ambos lados; y así, por largo espacio, parece aquella hendedura la selva que poblada de tan raras bestias, extravió al poeta del «Infierno».

Allí la noche tiene lenguaje y tinieblas extraordinarios. El viajero marcha inconsciente sobre la mula, por entre bosques de árboles gigantescos y casi desnudos, que al aproximarse en la obscuridad, se asemejan a espectros alineados que esperasen al caminante para detenerlo con sus manos espinosas. Se siente a su aproximación ese frío que inmoviliza y espeluzna, cuando con la imaginación excitada por el terror de lo desconocido, nos figuramos vagar entre los muertos.

¡Y qué soledad tan llena de ruidos extraños! ¡Qué armonía tan grandiosa la de aquel conjunto de sonidos aunados en la altura en la profunda noche! El torrente que salta entre las piedras, los gajos que se chocan entre sí, las hojas que silban, los millares de insectos que en el aire y en las grietas las hablan su lenguaje peculiar, el viento que cruza estrechándose entre las gargantas y las peñas, las pisadas que resuenan a lo lejos, el estrépito de los derrumbaderos, los relinchos que el eco repite de cumbre en cumbre, los gritos del arriero que guía la piara entre las sombras densas, como protegido por genios invisibles, cantando una vidalita lastimera que interrumpe a cada instante el seco golpe de su guardamonte de cuero, y ese indescriptible, indescifrable, solemne gemido del viento en las regiones superiores, semejante a la nota de un órgano que hubiera quedado resonando bajo la bóveda de un templo abandonado: todo eso se escucha en medio de esas montañas, es su lenguaje, es la manifestación de su alma henchida de poesía y de grandeza.

Esos músicos de la montaña, como artistas novicios, se ocultan para entonar sus cantos. La luz los oprime, los coarta; como si vieran un auditorio severo en los demás objetos que pueblan la selva; porque en las noches de luna, cuya claridad ilumina los huecos más recónditos, la escena cambia como movida por un maestro maravilloso.

Los acordes estruendosos, los crescendos colosales, los rugidos aterradores que surgen del fondo de las tinieblas, se convierten en la melodía dulcísima y suave, casi soñolienta, como si todos los seres que allí viven tuvieran miedo de turbar la serena marcha de esa sonámbula del espacio, que desplegando blancos tules cruza sobre las montañas, las llanuras y los mares. Alzando los ojos a las cimas, pueden distinguirse, sobre el fondo límpido del cielo, los contornos caprichosos de las rocas, que ya figuran torreones o cúpulas ciclópeas, ya grupos de estatuas levantadas sobre tamaños pedestales.

La imaginación se puebla de idealizaciones sonrientes, suaviza las curvas del dorso granítico, da formas humanas a los rudos contornos de la piedra, ve deslizarse por las laderas, iluminadas como la tela de un cuadro, fantasmas de mujeres luminosas, que pasan, como la novia de Hamlet, deshojando coronas de flores silvestres; y aplícase el oído para percibir el canto melancólico perdido en las alturas. El torrente resplandece al quebrarse entre los peñascos, y los juegos de luz dejan ver las blandas ondulaciones de formas femeninas, como de mármoles diáfanos y animados, y aparecen y se desvanecen como visiones entre las grietas y los arbustos. Risas cadenciosas surgen de aquellos baños fantásticos, gritos infantiles, arrancados por el contacto de una hoja con la carne tersa y transparente de las vírgenes que juegan entre las espumas.

Hemos gozado los dos de la sombra y de la luz, y la transición vale por sí misma la más sublime de las sensaciones. La caravana que al caer la tarde se internó bulliciosa en la garganta del monte, quedó sumida en silencio cuando la noche veló los accidentes del camino: y entonces, alineados de uno en uno, caminábamos por entre la selva que desde entonces llamó la Selva Obscura. Luego, a medida que la luna va asomando sobre el horizonte, se ilumina de pronto la más alta de las sierras, y forma con las inferiores, sumergidas aún en la obscuridad, el más notable de los contrastes que ningún pincel podría trasladar al lienzo. Los abismos que costean la calzada dejan ver poco a poco sus senos profundos, hasta que la luz plena del cenit muestra muy abajo de nuestros pies, deslizándose en curvas indefinibles, el torrente que socava sin reposo la base del granito.

Marchamos largas horas por aquella quebrada estrecha, de vueltas interminables, en medio de las emociones más variadas, desde el temor supersticioso hasta la suave sensación de un suelto paradisíaco; y de súbito vimos abrirse, ante nuestros ojos un ancho valle casi circular, a donde tienen acceso todas las vertientes de las serranías que lo circundan. El cielo se muestra en toda su plenitud y esplendidez, y como salidos de una galería subterránea, aspiramos con avidez el aire pleno, paseamos con loca libertad la mirada y nos lanzamos al galope, como escapados de una cárcel. Es el valle donde los calchaquíes tuvieron su fuerte avanzado sobre la llanura, el Pucará, que corona un pico casi aislado en medio de la planicie, y situado de manera tan estratégica como pudiera imaginarla el más experto de los guerreros. Sobre aquella atalaya que domina los cuatro vientos, divisando a distancias inmensurables, he meditado tristemente sobre los destinos de las razas, sobre la evolución del espíritu humano tras de su porvenir desconocido, y he visto desplegarse, a través de sombras dolorosas, la bandera de mi patria en muy lejanas regiones... 

(*) Fuente:  Joaquín V. González, Mis montañas, en Obras completas, V. XVII, Universidad de la Plata, 1936.
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sábado, 4 de junio de 2011

Honrar la vida. Interpretada por Marilina Ross




Marilina Ross (nacida María Celina Parrondo, Buenos Aires, 16 de febrero de 1943) es una cantante y actriz argentina. Se exilió en España durante los años de la última dictadura militar (1976 - 1980), debido a que ésta no le permitía desarrollar sus actividades artísticas en Argentina.
Hija de inmigrantes españoles, nació en el barrio porteño de Liniers en 1943. A los 8 años de edad Marilina comienza su preparación actoral en el Teatro Infantil Labardén donde estudió por 6 años. A los 16 debuta profesionalmente encarnando el personaje de una adolescente en una obra de teatro de Luisa Vehil. Paralelamente a su actividad teatral desarrolla su carerra televisiva, participando en clásicos programas de la pantalla chica argentina como: La Nena, con Osvaldo Miranda.

Forma parte del laureado grupo Gente de teatro presentando en televisión el programa Cosa juzgada bajo la dirección de David Stivel. El grupo integrado Norma Aleandro, Bárbara Mujica, Juan Carlos Gené, Carlos Carella (luego se agregó Federico Luppi) y Emilio Alfaro, con quien estuvo casada entre 1965 y 1972, realizó algunos de los programas más impactantes y mejor actuados de la época.

Además participó en entre otros: Yo soy porteño, Señoritas alumnas y como protagonista del teleteatro Piel naranja de Alberto Migré, con Arnaldo André.

El desempeño cinematográfico de Marilina Ross llega a su auge al protagonizar el film de Lautaro Murúa La Raulito papel que le reportó gran reconocimiento internacional.

En 1976 se exilia en España debido a la prohibición de trabajar impuesta por el gobierno militar argentino. Allí participa de 6 películas, de algunas obras teatrales y shows televisivos. Finalmente en 1980 decide volver a su país.

Honrar la vida

¡No! ¡Permanecer y
transcurrir
no es perdurar, no es existir,
ni honrar la vida!

Hay tantas maneras de no ser,
tanta conciencia sin saber,
adormecida...

Merecer la vida no es callar
y consentir,
tantas injusticias repetidas...

Es una virtud, es dignidad
y es la actitud de identidad
más definida.

Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir.
Porque no es lo mismo que
vivir...
Honrar la vida.

¡No! ¡Permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
honrar la vida!
Hay tanta pequeña vanidad
en nuestra tonta humanidad
enceguecida.

Merecer la vida es erguirse
vertical,
más allá del mal, de las caídas...

Es igual que darle a la verdad
y a nuestra propia libertad
la bienvenida...

Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir,
porque no es lo mismo que
vivir...
Honrar la vida.  

Eladia Blazquez

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jueves, 2 de junio de 2011

¡PIU AVANTI!

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios)


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miércoles, 1 de junio de 2011

"MARTÍN FIERRO"

Un padre que da consejos
Más que padre es un amigo;
Ansi, como tales digo
Que vivan con precaución:
Naides sabe en qué rincón
Se oculta el que es su enemigo.
Yo nunca tuve otra escuela
Que una vida desgraciada;
No estrafien si en la jugada
Alguna vez me equivoco
Pues debe saber muy poco
Aquel que no aprendió nada.
Hay hombres que de su cencia
Tienen la cabeza llena;
Hay sabios de todas menas,
Mas digo, sin ser muy ducho:
Es mejor que aprender mucho
El aprender cosas buenas.
Ni el miedo ni la codicia
Es bueno que a uno lo asalten,
Ansí, no se sobresalten
Por los bienes que perezcan,
Al rico nunca le ofrezcan
Y al pobre jamás le falten.
Bien lo pasa hasta entre pampas
El que respeta a la gente;
El hombre ha de ser prudente
Para librarse de enojos;
Cauteloso entre los flojos,
Moderado entre valientes.
El trabajar es la ley,
Porque es preciso alquirir;
No se espongan a sufrir
Una triste situación:
Sangra mucho el corazón
Del que tiene que pedir.
Debe trabajar el hombre
Para ganarse su pan;
Pues la miseria, en su afán
De perseguir de mil modos,
Llama en la puerta de todos
Y entra en la del haragán.
Para vencer un peligro,
Salvar de cualquier abismo,
Por esperencia lo afirmo:
Más que el sable y que la lanza
Suele servir la confianza
Que el hombre tiene en sí mismo.
Nace el hombre con la astucia
Que ha de servirle de guía,
Sin ella sucumbiría,
Pero, sigún mi esperencia,
Se vuelve en unos prudencia
Y en los otros picardía.
Aprovecha la ocasión
El hombre que es diligente;
Y téngalo bien presente
Si al compararla no yerro
La ocasión es como el fierro,
Se ha de machacar caliente.
Muchas cosas pierde el hombre
Que a veces las vuelve a hallar;
Pero les debo enseñar,
Y es bueno que lo recuerden:
Si la vergüenza se pierde
Jamás se vuelve a encontrar.
Los hermanos sean unidos,
Porque ésa es la ley primera;
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea,
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de ajuera.
Respeten a los ancianos,
El burlarlos no es hazaña;
Si andan entre gente estraña
Deben ser muy precavidos,
Pues por igual es tenido
Quien con malos se acompaña.
Si entregan su corazón
A alguna mujer querida,
No le hagan una partida
Que la ofienda a la mujer:
Siempre los ha de perder
Una mujer ofendida.
Procuren, si son cantores,
El cantar con sentimiento,
No tiemplen el estrumento
Por solo el gusto de hablar,
Y acostúmbrense a cantar
En cosas de jundarnento.
Y les doy estos consejos
Que me ha costao alquirirlos,
Porque deseo dirijirlos;
Pero no alcanza mi cencia
Hasta darles la prudencia
Que precisan pa seguirlos.

...........................................

Sin lugar a dudas una de las obras fundamentales que constituyen el patrimonio cultural de la República Argentina es el "MARTÍN FIERRO", poema gauchesco que escribiera José Hernández (1834-1886) y referente obligado cuando se habla de Literatura Gauchesca.
El poema - que consta de dos partes: "El Gaucho Martín Fierro", escrita en 1872 y "La Vuelta de Martín Fierro" que data de 1879 - es considerado la obra cumbre de este autor argentino, uno de los más originales del romanticismo hispánico.
Con un lenguaje diáfano, vigoroso y creador, su protagonista, el gaucho y payador Martín Fierro canta de manera humana su lucha por la libertad, contra las adversidades y la injusticia.
Narra el carácter independiente, heroico y sacrificado del gaucho. El poema es, en parte, una protesta en contra de la política del presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento de reclutar forzosamente a los gauchos para ir a la frontera contra el indio.
Aquí me pongo a cantar,
al compás de la vigüela
que al hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.

Martín Fierro es un poema narrativo.
Esta obra literaria es considerada ejemplar del género gauchesco en Argentina, Uruguay y Río Grande del Sur (al sur de Brasil).

Leopoldo Lugones, en su obra literaria El payador calificó a este poema como "el libro nacional de los argentinos" y reconoció al gaucho su calidad de genuino representante del país, emblema de la argentinidad.
Para Ricardo Rojas representaba el clásico argentino por antonomasia. El gaucho dejaba de ser un hombre "fuera de la ley" para convertirse en héroe nacional.
Leopoldo Marechal, en un ensayo titulado Simbolismos del "Martín Fierro" le buscó una clave alegórica.
José María Rosa vio en el "Martín Fierro" una interpretación de la historia argentina.

Este libro ha aparecido literalmente en cientos de ediciones y fue traducido a más de 70 idiomas. Entre ellos al esperanto y la última fue al quichua, tras nueve años de trabajo, por Don Sixto Palavecino y Gabriel Conti.
Martín Fierro. Es el prototipo del gaucho. Se presenta como cantor, hombre independiente, pacífico, valiente, conocedor del campo y sus actividades y ante todo libre: 
Mi gloria es vivir tan libre
Como pájaro en el cielo;
No hago nido en este suelo,
Ande hay tanto que sufrir;
Y naides me ha de seguir
Cuando yo remonto el vuelo. 
Su carácter solitario es consecuencia de la pampa que habita, las injusticias que vive lo van transformando, a lo largo de la obra. 

• La obra de Martín Fierro es representante de la literatura gaucha que se desarrollo en Argentina y Uruguay y cuenta la vida de los habitantes de la Pampa y el autor logra denunciar los métodos usados por las autoridades para imponer una organización que ellos consideran “ideal y civilizada”, actitud que Hernández considera injusta. 

• Este libro fue publicado en 1872, de modo que se puede ubicar temporalmente el poema en el último tercio del siglo XIX. En ese momento, el gaucho se hallaba frente a la disyuntiva de transformarse en peón asalariado o desaparecer. 

• El texto está escrito en verso. Todos los metros usados en el poema son de origen popular en el que predominan los versos octasílabos de arte menor.

 
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