Espiritismo[1]
Una pobre costurerita de la calle de Santa Fe[2] salió una noche de su casa, entre once y doce, para esperezar[3] el cuerpo y dar un poco de aire a sus pulmones rendidos por el trabajo.
La calle estaba desierta y la muchacha iba a retirarse, cuando vio pasar delante de ella un joven, casi un niño, que deteniéndose a pocos pasos, púsose a tocar una flauta dulcísima que cautivó su oído, fijándola inmóvil con un pie en el umbral de la puerta y el otro en la vereda.
El joven se alejó así afuera, tañendo siempre el melodioso instrumento, y la muchacha quedóse escuchándolo en un extraño arrobamiento.
De repente creyó ver que las casas se movían y caminaban, dirigiéndose al interior; y tras de ellas la campiña, que cual una marea, invadió la ciudad.
Y escuchaba siempre la flauta de dulce voz que tañía alejándose…
…
Los rayos del sol, cayéndose perpendiculares sobre su cabeza, despertaron a la joven costurera, que se encontró vagando en un campo desierto, roto el calzado y los vestidos mojados con el rocío de la noche.
Unos pastores vascos que acertaron a pasar por allí dijéronla que se hallaba una lengua más allá de Saavedra[4].
Eran las doce del día.
¿Qué había sido de ella en ese espacio de doce horas del que no tenía conciencia alguna?
¡Misterio!
Juana Manuela Gorriti
* De acuerdo con Mizraje, Gorriti representa el “paradigma de las visiones locales en torno al fenómeno del espiritismo”.
Si en 1874, anota en su diario el orgullo que le provoca que su hija se iniciase en los misterios del espiritismo, once años después lamenta que “hombres de alto mérito” como José Hernández creyesen en este “disparate”.
[1] He seguido el texto de Martínez, pero adecuando la puntuación a las normas vigentes. La excepción han sido los puntos suspensivos, que he mantenido tal cual, porque marcan el vacío que se produce en la historia.
[2] calle de Santa Fe: durante la época virreinal fue el Camino a Santa Fe. Renombrada varias veces, en 1822 fue bautizada como Calle Santa Fe. Actualmente es una de las principales avenidas de la ciudad de Buenos Aires.
[3] esperezar: desperezarse.
[4] Saavedra: en su edición del cuento, Martínez considera que se refiere a la localidad del Partido de Saavedra, en la provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, también podría referirse al barrio de Saavedra, fundado en 1873, en el extremo norte de la ciudad de Buenos Aires.
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