son serpentinas malgastadas.
El viento simula arpegios2
jirones de música entrecortada.
El véspero3 anuncia la noche
mientras en otro horizonte
el sol delira…
Cada árbol es un país de emociones.
Tú y yo, multiplicándonos de amor. Sumergiéndonos
en nuestros ojos, amplios de azul.
Como un niño llegué a tu corazón.
Tú, generoso, te partiste para darme un pedazo de dicha.
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