jueves, 23 de febrero de 2012

LA CORRIDA EN EL MONTE



Agosto de 1916

Da la viril palmada sobre el cinchado apero,
tantea el guardamonte, calza en la jaca fiel,
se aforra en su coleto, se requinta el sombrero
y la jauría escuálida le precede en tropel.
Y así va por los montes a revisar la hacienda,
Con el ágil cuchillo despejando el zarzal,
y se detiene a veces, si le cruza la senda
bajo las hierbas húmedas el rastro del jaguar.
Avanza cauteloso, bien despierto el oído;
Ni un soplo se le escapa, ni un lejano rumor,
hasta que en unas breñas descubre al toro herido
que le mira con ojos de salvaje pavor.
Después ciñe las corvas, gana presto el atajo,
azuza de los canes la férvida inquietud,
y golpeando los cueros se larga cerro abajo
por la maraña inmensa, con un fragor de alud.

Juan Carlos Dávalos


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