Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.
Hay que atraparlos,
también aquí
nacieron hijos dulces
míos
que entre tanto castigo
te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.
Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.
Juan Gelman
martes, 28 de enero de 2014
viernes, 24 de enero de 2014
Ofelia
Ofelia
" Esta ofelia no es la prisionera de su propia voluntad
ella sigue a su cuerpo
espléndido como un golpe de vino en medio de los hombres
su cuerpo estilo renacimiento lleno de sol de Italia pasa por buenos aires
ofelia yo en tus pechos fundaría ciudades y ciudades de besos
hermosas libres con su sombra a repartir con los amantes mundiales
ofelia por tus pechos pasa como un temblor de caballadas a medianoche por Florencia
tus pechos altos duros come il palazzo vecchio una tarde de verano de 1957
iba yo rodeado de tus pechos sin saberlo
era igual la delicia la turbación el miedo
las sombras empezaban a andar por las callejas con un olor desconocido
algo como tus pechos después de haber amado
eras oscura ofelia para entonces y enormemente triste
una adivinación una catástrofe
un oleaje de olvido después de la ternura
una especie de culpa sin castigo
de furia en paz con su gran guerra
andabas por Florencia con tus pechos yendo y viniendo por las sombras
con saudade de mí seguramente
tu hombro izquierdo digamos lloraba a tus espaldas
o largaba sus ansias lentas en el crepúsculo y ellas venían a mi sangre
o eran un temblor como un presagio gracias
te sean dadas ojos míos yo les beso las manos bésoles muy los pies
gracias narices muchas gracias oídos con que escucho los ruidos
de la ofelia
antes apenas era una ciudad de Italia
sus tiros me llenaban de otra desgracia el corazón. "
Juan Gelman
" Esta ofelia no es la prisionera de su propia voluntad
ella sigue a su cuerpo
espléndido como un golpe de vino en medio de los hombres
su cuerpo estilo renacimiento lleno de sol de Italia pasa por buenos aires
ofelia yo en tus pechos fundaría ciudades y ciudades de besos
hermosas libres con su sombra a repartir con los amantes mundiales
ofelia por tus pechos pasa como un temblor de caballadas a medianoche por Florencia
tus pechos altos duros come il palazzo vecchio una tarde de verano de 1957
iba yo rodeado de tus pechos sin saberlo
era igual la delicia la turbación el miedo
las sombras empezaban a andar por las callejas con un olor desconocido
algo como tus pechos después de haber amado
eras oscura ofelia para entonces y enormemente triste
una adivinación una catástrofe
un oleaje de olvido después de la ternura
una especie de culpa sin castigo
de furia en paz con su gran guerra
andabas por Florencia con tus pechos yendo y viniendo por las sombras
con saudade de mí seguramente
tu hombro izquierdo digamos lloraba a tus espaldas
o largaba sus ansias lentas en el crepúsculo y ellas venían a mi sangre
o eran un temblor como un presagio gracias
te sean dadas ojos míos yo les beso las manos bésoles muy los pies
gracias narices muchas gracias oídos con que escucho los ruidos
de la ofelia
antes apenas era una ciudad de Italia
sus tiros me llenaban de otra desgracia el corazón. "
Juan Gelman
sábado, 18 de enero de 2014
Patrias Juan Gelman
No importa que no sepas
cuándo te toca la incandescencia del aire.
Lo importante es que la recibas
y más importante aún que abras así el país de la bondad.
Los sueños no saben nada de sí mismos.
También el aire se ignora
y entra para hermosearse en tu hermosura.
En su cristal canta su rostro como una patria.
Juan Gelman
cuándo te toca la incandescencia del aire.
Lo importante es que la recibas
y más importante aún que abras así el país de la bondad.
Los sueños no saben nada de sí mismos.
También el aire se ignora
y entra para hermosearse en tu hermosura.
En su cristal canta su rostro como una patria.
Juan Gelman
Patricio Rey y sus Redonditos de ricota
En 1976, en un sótano de la ciudad de La Plata nacía este grupo, hoy arquetipo de banda de culto del rock argentino. Así también comenzó la historia del grupo que hizo de la resistencia una bandera, logrando su trabajo ajenos al circuito comercial. Se podría decir también que la banda surgió de una cruza entre una comunidad hippie llamada "La Cofradía de la Flor Solar" y un grupo de rock llamado "Diplodocum Red & Brown". El nombre de la banda siempre fue un enigma: Patricio Rey es un personaje casi mitológico y "redonditos de ricota" eran una especie de ravioles que preparaba El Doce, el cocinero del grupo. Por esos tiempos, los integrantes cambiaban a menudo. La consigna era juntarse y divertirse. Pasaron dos años y, en 1978, con una formación más estable, decidieron mudarse a la capital. Por aquellas épocas, pasaron por la banda: El Indio Solari, Skay Beilinson, Beto Verne, Topo d'Aloisio, Enrique Symns, Diego Rodríguez, Guillermo Migoya, Néstor Madrid, Basilio Rodrigo, Fenton, Bernardo Rubaja, Las Bay Biscuits (Vivi Tellas, Fabiana Cantilo e Isabel de Sebastián), Ventura, Tzconeh, Ricky Rodrigo, Sergio Martínez, Carmen Castro (La Negra Poly) y Ricardo "Mono" Cohen (Rocambole). Pero de a poco la banda se fue dedicando más al rocanrol y fue dejando de lado a los personajes extra-musicales. Tocaron en teatros under de Buenos Aires hasta que en 1979 la banda se distancia. Poly y Skay se fueron a vivir a Mar del Plata y El Indio a Valeria Del Mar. Sólo se juntaban a tocar a fin de año. En 1981 volvieron a la Capital y tocaron en Einstein; un pub donde conocieron a Luca Prodan, líder del grupo Sumo. En 1982 grabaron su primer demo profesional con las siguientes canciones: Mariposa pontiac, Nene nena, Superlógico y Pura suerte. Los temas tuvieron una muy importante difusión en las FM porteñas. En 1985 compusieron su primer LP, titulado Gulp. La banda que grabó el disco fue: El Indio Solari, Skay Beilinson, Semilla Bucciarelli, Tito Fargo d'Aviero, Willy Crook y El Piojo Ábalos. Estos tres últimos se alejan del grupo luego de grabar Oktubre (1986). En 1987 quedó conformada lo que es la formación actual de la banda: El Indio Solari, Skay Beilinson, Semilla Bucciarelli, Wálter Sidotti y Sergio Dawi, con La Negra Poly (manager) y Rocambole (arte de los discos). En 1998 se sumó definitivamente a la formación estable Hernán Aramberri (programador), quien venía trabajando con la banda desde 1993.
jueves, 16 de enero de 2014
La Plapla
()
Felipito Tacatún estaba haciendo los deberes.
Inclinado sobre el cuaderno y sacando un poquito la lengua, escribía enruladas emes, orejudas eles y elegantísimas zetas.
De pronto, vio algo muy raro sobre el papel.
–¿Qué es esto?– se preguntó Felipito, que era un poco miope, y se puso un par de anteojos.
Una de las letras que había escrito se despatarraba toda y se ponía a caminar muy oronda por el cuaderno.
Felipito no lo podía creer, y sin embargo era cierto: la letra, como una araña de tinta, patinaba muy contenta por la página.
Felipito se puso otro par de anteojos para mirarla mejor.
Cuando la hubo mirado bien, cerró el cuaderno asustado y oyó una vocecita que decía: –¡Ay! Volvió a abrir el cuaderno valientemente y se puso otro par de anteojos, y ya van tres. Pegando la nariz al papel preguntó:
–¿Quién es usted, señorita?
Y la letra caminadora contestó: –Soy una Plapla.
–¿Una Plapla? – preguntó Felipito asustadísimo
–¿Qué es eso?
–¿No acabo de decirte?
Una Plapla soy yo.
–Pero la maestra nunca me dijo que existiera una letra llamada Plapla, y mucho menos que caminara por el cuaderno.
–Ahora ya lo sabes.
Has escrito una Plapla.
–¿Y qué hago con la Plapla?
–Mirarla. –Sí, la estoy mirando pero ¿y después?
–Después, nada.
Y la Plapla siguió patinando sobre el cuaderno mientras cantaba un vals con su voz chiquita y de tinta. Al día siguiente, Felipito corrió a mostrarle el cuaderno a su maestra, gritando entusiasmado:
–¡Señorita, mire la Plapla, mire la Plapla!
La maestra creyó que Felipito se había vuelto loco. Pero no. Abrió el cuaderno, y allí estaba la Plapla bailando y patinando por la página y jugando a la rayuela con los renglones. Como podrán imaginarse, la Plapla causó mucho revuelo en el colegio. Ese día nadie estudió. Todo el mundo, por riguroso turno, desde el portero hasta los nenes de primero inferior, se dedicaron a contemplar a la Plapla. Tan grande fue el bochinche y la falta de estudio, que desde ese día la Plapla no figura en el Abecedario.
Cada vez que un chico, por casualidad, igual que Felipito, escribe una Plapla cantante y patinadora la maestra la guarda en una cajita y cuida muy bien de que nadie se entere. Qué le vamos a hacer, así es la vida. Las letras no han sido hechas para bailar, sino para quedarse quietas una al lado de la otra, ¿no?
Inclinado sobre el cuaderno y sacando un poquito la lengua, escribía enruladas emes, orejudas eles y elegantísimas zetas.
De pronto, vio algo muy raro sobre el papel.
–¿Qué es esto?– se preguntó Felipito, que era un poco miope, y se puso un par de anteojos.
Una de las letras que había escrito se despatarraba toda y se ponía a caminar muy oronda por el cuaderno.
Felipito no lo podía creer, y sin embargo era cierto: la letra, como una araña de tinta, patinaba muy contenta por la página.
Felipito se puso otro par de anteojos para mirarla mejor.
Cuando la hubo mirado bien, cerró el cuaderno asustado y oyó una vocecita que decía: –¡Ay! Volvió a abrir el cuaderno valientemente y se puso otro par de anteojos, y ya van tres. Pegando la nariz al papel preguntó:
–¿Quién es usted, señorita?
Y la letra caminadora contestó: –Soy una Plapla.
–¿Una Plapla? – preguntó Felipito asustadísimo
–¿Qué es eso?
–¿No acabo de decirte?
Una Plapla soy yo.
–Pero la maestra nunca me dijo que existiera una letra llamada Plapla, y mucho menos que caminara por el cuaderno.
–Ahora ya lo sabes.
Has escrito una Plapla.
–¿Y qué hago con la Plapla?
–Mirarla. –Sí, la estoy mirando pero ¿y después?
–Después, nada.
Y la Plapla siguió patinando sobre el cuaderno mientras cantaba un vals con su voz chiquita y de tinta. Al día siguiente, Felipito corrió a mostrarle el cuaderno a su maestra, gritando entusiasmado:
–¡Señorita, mire la Plapla, mire la Plapla!
La maestra creyó que Felipito se había vuelto loco. Pero no. Abrió el cuaderno, y allí estaba la Plapla bailando y patinando por la página y jugando a la rayuela con los renglones. Como podrán imaginarse, la Plapla causó mucho revuelo en el colegio. Ese día nadie estudió. Todo el mundo, por riguroso turno, desde el portero hasta los nenes de primero inferior, se dedicaron a contemplar a la Plapla. Tan grande fue el bochinche y la falta de estudio, que desde ese día la Plapla no figura en el Abecedario.
Cada vez que un chico, por casualidad, igual que Felipito, escribe una Plapla cantante y patinadora la maestra la guarda en una cajita y cuida muy bien de que nadie se entere. Qué le vamos a hacer, así es la vida. Las letras no han sido hechas para bailar, sino para quedarse quietas una al lado de la otra, ¿no?
martes, 14 de enero de 2014
La pena de muerte. María Elena Walsh
Fui lapidada por adúltera.
Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.
Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.
Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.
Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial. Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos.
Mi señor era el brazo de la Justicia.
Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante. Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.
Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.
Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.
Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno. Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.
Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.
A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital.
Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable.
Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar.
Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.
Marìa Elena Walsh
Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.
Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.
Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.
Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial. Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos.
Mi señor era el brazo de la Justicia.
Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante. Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.
Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.
Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.
Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.
Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno. Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.
Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.
A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital.
Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable.
Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar.
Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.
Marìa Elena Walsh
sábado, 11 de enero de 2014
EL OVILLO: Del libro ¡Cuánto cuento! de María Elena Walsh.
Voy a contarles un cuento que me contaron hace añares, no sé si lo recuerdo bien porque la memoria se pasea mucho, los cuentos cambian todo el tiempo, y los chicos no se quedan quietos.
El cuento dice más o menos así:
Éste era un pueblo chico y feo.
No llovía y no llovía, y el suelo estaba reseco alrededor del rancho de la familia Chumpi.
La bomba no tiraba una gota más.
De noche, en vez de rocío, caían espinas de cacto.
El padre se había ido a cazar peludos o lo que encontrara.
La madre lidiaba con un montón de hijos en vacaciones.
Estaban tan sucios que no se sabía si eran rubios o morochos, nenas o varones.
La cabra y el cabrito parecían muñecos de alambre.
Los frutales sólo hubieran servido para leña. Al fin la madre dijo: -Vayan todos a buscar algo de comer, por ahí desentierran una batata, pero cuidadito con robar.
Y allá se van corriendo todos juntos, menos Rocío, que es la más chica, y toma por otro camino, con su gato flaco Bergamín pisándole los talones.
La madre se pone a amasar su último pan, con harina de yuyo seco y un poco de baba de cabra, y, de paso, canta una copla que dice: No quiere llover, sale una nube y se vuelve a perder…
Así pasa el día y los chicos van volviendo más sucios todavía.
¿Qué encontraron? ¡Claro, un pedazo de pelota, tres figuritas pisoteadas y unos cascotes, porque brillaban de mica!
Los maullidos de Bergamín anuncian a Rocío: vienen rendidos, con la lengua afuera y los pelos llenos de abrojos.
¿A ver qué basura encontraron ustedes?
Rocío muestra el puño cerrado, le da vergüenza abrirlo, pero al fin estira los dedos uno por uno. ¿Qué es? ¡Bah! Un ovillito de hilo celeste muy enredado.
-Ni para remiendo sirve –dice la madre, pero no acaba de hablar cuando el ovillo escapa de la mano de Rocío… se desanuda solo y resulta que es un hilito de agua, que empieza a viborear y rodar.
Cuando sale del rancho se convierte en arroyo, y el arroyo canta y da vueltas y engorda y crece y todos miran, se quedan como de palo, los ojos muy abiertos.
La cabra y su cría beben hasta reventar.
Entonces los chicos chapotean y vemos que son lindos y feúchos, rubios y morochos, cuatro varones y tres niñas, contando a Rocío, que va a buscar un trozo de jabón.
El gato Bergamín se trepa a un árbol huyendo del baño.
Juntan agua en todos los cacharros que tienen y se van a dormir con hambre pero al fin sin sed. Tienen miedo de que al amanecer el hilo de agua haya desaparecido como un sueño.
Cuando despiertan, el sol ya está redondo y el río sigue allí.
¡Qué misterio misterioso, señores!
Durante la noche han nacido brotecitos muy verdes, ha vuelto el benteveo a bañarse y el agua tan limpita deja ver cómo juegan unos cuantos peces de plata.
Y ahí vuelve papá Chumpi, con un atado de choclos y tres huevos de ñandú.
¡Ja! Deja caer todo y primero se queda tieso mirando el río, después va a buscar una caña y pesca que te pesca.
¡Y todos contentos, gracias a Rocío y su ovillito de hilo celeste, que no era más que agua dormida al pie de un sauce amarillo!
Dicen que dicen que así nació el río Lapizul.
FIN Del libro ¡Cuánto cuento!
de María Elena Walsh.
Éste era un pueblo chico y feo.
No llovía y no llovía, y el suelo estaba reseco alrededor del rancho de la familia Chumpi.
La bomba no tiraba una gota más.
De noche, en vez de rocío, caían espinas de cacto.
El padre se había ido a cazar peludos o lo que encontrara.
La madre lidiaba con un montón de hijos en vacaciones.
Estaban tan sucios que no se sabía si eran rubios o morochos, nenas o varones.
La cabra y el cabrito parecían muñecos de alambre.
Los frutales sólo hubieran servido para leña. Al fin la madre dijo: -Vayan todos a buscar algo de comer, por ahí desentierran una batata, pero cuidadito con robar.
Y allá se van corriendo todos juntos, menos Rocío, que es la más chica, y toma por otro camino, con su gato flaco Bergamín pisándole los talones.
La madre se pone a amasar su último pan, con harina de yuyo seco y un poco de baba de cabra, y, de paso, canta una copla que dice: No quiere llover, sale una nube y se vuelve a perder…
Así pasa el día y los chicos van volviendo más sucios todavía.
¿Qué encontraron? ¡Claro, un pedazo de pelota, tres figuritas pisoteadas y unos cascotes, porque brillaban de mica!
Los maullidos de Bergamín anuncian a Rocío: vienen rendidos, con la lengua afuera y los pelos llenos de abrojos.
¿A ver qué basura encontraron ustedes?
Rocío muestra el puño cerrado, le da vergüenza abrirlo, pero al fin estira los dedos uno por uno. ¿Qué es? ¡Bah! Un ovillito de hilo celeste muy enredado.
-Ni para remiendo sirve –dice la madre, pero no acaba de hablar cuando el ovillo escapa de la mano de Rocío… se desanuda solo y resulta que es un hilito de agua, que empieza a viborear y rodar.
Cuando sale del rancho se convierte en arroyo, y el arroyo canta y da vueltas y engorda y crece y todos miran, se quedan como de palo, los ojos muy abiertos.
La cabra y su cría beben hasta reventar.
Entonces los chicos chapotean y vemos que son lindos y feúchos, rubios y morochos, cuatro varones y tres niñas, contando a Rocío, que va a buscar un trozo de jabón.
El gato Bergamín se trepa a un árbol huyendo del baño.
Juntan agua en todos los cacharros que tienen y se van a dormir con hambre pero al fin sin sed. Tienen miedo de que al amanecer el hilo de agua haya desaparecido como un sueño.
Cuando despiertan, el sol ya está redondo y el río sigue allí.
¡Qué misterio misterioso, señores!
Durante la noche han nacido brotecitos muy verdes, ha vuelto el benteveo a bañarse y el agua tan limpita deja ver cómo juegan unos cuantos peces de plata.
Y ahí vuelve papá Chumpi, con un atado de choclos y tres huevos de ñandú.
¡Ja! Deja caer todo y primero se queda tieso mirando el río, después va a buscar una caña y pesca que te pesca.
¡Y todos contentos, gracias a Rocío y su ovillito de hilo celeste, que no era más que agua dormida al pie de un sauce amarillo!
Dicen que dicen que así nació el río Lapizul.
FIN Del libro ¡Cuánto cuento!
de María Elena Walsh.
viernes, 10 de enero de 2014
Virus
Ariel Naón: bajo
Daniel Sbarra: guitarras y coros
Fernando Monteleone: teclados
Julio Moura: guitarras y coros
Lulo Isod: batería
Marcelo Moura: voz
Ex integrantes
Enrique Mugetti: bajo
Federico Moura: voz
Mario Serra: batería
Ricardo Serra: guitarra
Roberto Jacoby: letrista
Virus es la máxima expresión de la modernidad en el rock argentino. Esta banda platense, que en muchos aspectos lideró el panorama local de la década, despuntó en 1981 con una actitud muy frontal en un momento de acartonamiento generalizado. Sobre el escenario se ponía en funcionamiento un juego de seducción que atraía o alejaba, sin término medio. Desde el comienzo, Virus resultó tan emblemático como Luca Prodan, de Sumo, o Soda Stereo. «Quizás nada retrate mejor a los Moura que su destiempo. Fueron irónicos cuando reinaba la solemnidad en el rock argentino. Fueron románticos cuando reinaba el desencato dark. Grabaron su primer disco cuando su líder tenía 30 años, la misma edad en la que Charly disolvía Serú Girán» (Eduardo Berti en Riera / Sánchez, pág 11/12).
Virus nació de la fusión de Marabunta con Los Violetas, dos bandas de City Bell en las cuales tocaban los hermanos Moura. En un primer momento se llamaban "Duro" y la cantante era Laura Gallegos, que terminó siendo invitada a participar de los coros del primer álbum. Cuando Federico ocupa el lugar de la vocalista (11 de enero de 1981) ya se rebautizan Virus.
Ya en la primera presentación masiva (Ezeiza, 21/09/81), Federico Moura desplegó su habitual provocación y, mientras jugueteaba con las naranjas que el público le arrojaba, les arengó: "a ver si levantan esos culos y bailan un poquito". Hacía dos años que ensayaban todos los días y tocaban en pequeños pubs. Una semana después de Ezeiza, entraban a grabar en la CBS.
"Wadu-Wadu" (1981), el primer LP, contiene 15 temas, con una duración promedio de 2'30 cada uno. En una época en la cual el Rock se ocupaba de temas sociales y "serios", fueron acusados de frívolos, por la música bailable con letras irónicas. «Hay quienes piensan que las letras de ustedes no están hechas para pensar...», sugiere el periodista. «Pero no es tan complicado, nuestras letars son simples. El que no las pesca es porque no piensa», responde Federico (Revista Twist y Gritos, 1982).
"Soy moderno, no fumo" y "Wadu wadu" fueron elegidos como cortes de difusión, que lograron tal propósito gracias a Lalo Mir, que conducía "9PM" por Radio del Plata y Alejandro Pont Lezica, de Rividavia.
En la presentación del disco (18/12/81 en el teatro Astral) debutó como músico el periodista Roberto Pettinato, que por entonces dirigía la revista El Expreso Imaginario y que también apoyaba bastante a Virus.
La imagen ambigua del grupo motivaba reacciones adversas de parte del público y comentarios prejuiciosos de la prensa. Al respecto, Marcelo Moura explica: «Federico era homosexual, entonces naturalmente su estética era así. No es que quisiese promover o valorizar eso, simplemente actuaba como era. Y como Federico era el cantante, el que hacía las notas y el que más aparecía en televisión, era la imagen que representaba al grupo» (D.Riera / F.Sánchez, pág 70).
Federico y Jacoby se ocuparon del vestuario y de la puesta en escena de los shows que realizaron durante la Guerra de Malvinas. Al comenzar, un ciego sintonizaba una radio a galena que colgaba de su cuello y de fondo se escuchaba "Entra en movimiento". Luego el grupo entero subía al escenario disfrazado de anciano, mientras en una pantalla se proyectaban imágenes de una manifestación en la Plaza de Mayo, con el tema "Todo este tiempo perdido".
Para ese entonces, el Poder Ejecutivo convocó a los productores más importantes para que organizaran el Festival de la Solidaridad Latinoamericana. La fecha elegida fue el 16 de mayo de 1982 y se hicieron presentes todos los músicos importantes: Charly, Spinetta, Gieco, Porchetto, Litto Nebbia... A Virus también les llegó la invitación, pero fue inmediatamente rechazada. Para la ocasión, compusieron el tema "El banquete", que incluyeron en "Recrudece" (1982), el segundo disco.
"Agujero Interior" fue el primer disco masivo de Virus. Con la producción artística de Danny y Michel Peyronel, salió a la venta en diciembre de 1983, juntamente con la asunción de Raúl Alfonsín y el final de la dictadura militar. Ese año Los Twist lograron editar su primer trabajo, "La dicha en movimiento" que, en parte, compartía la ironía de los Virus, aunque en un estilo pop-rock más "divertido". Este trabajo sería editado en CD recién en 1995.
Por entonces, varios sectores de la sociedad declararon estar "avergonzados y escandalizados" por estos músicos. «La situación me parece muy buena - comenta Federico - Creo que alguien cuestiona un hecho cuando realmente le molesta. (...) Y me parece muy bien, porque estás golpeando puertas. No estás planeando golpearlas, las estás golpeando y le estás creando preguntas a alguien. Estamos movilizando, estamos tocando estímulos más fuertes, y por eso la gente se adhiere o te rechaza, pero siempre con fuerza» (G.Guerrero, pág 57).
A mediados de 1984 se separa de la banda Ricardo Serra, por diferencias internas: «Jacoby escribía letras y cobraba una fortuna de guita cada seis meses, mientras que nosotros no cobrábamos un mango. Un grupo no puede funcionar jamás así. (...) Lo que hizo Roberto yo no lo haría ni mamado: cobrar, por ejemplo, 25.000 dólares y no tener un gesto, son cosas medio bravas... Nosotros cobrábamos por los shows y por el Sindicato de Músicos, pero yo de Sadaic nunca cobré nada.» (D.Riera / F.Sanchez, pág 108). Su reemplazante fue Daniel Sbarra.
En un estilo pop más tecno, grabaron el siguiente trabajo, "Relax" (1984), con muchos más teclados y sintetizadores, en parte para suplir el espacio del guirtarrista alejado. Se utilizó una tecnología novedosa para la época, como las baterías electrónicas y los Midis para utilizar bases secuenciadas. "Desesperado secuencia uno", "Me puedo programar" y "Amor descartable" son los ejemplos más salientes.
"Locura" (1985) se grabó en Nueva York y vendió más de 200.000 copias (hasta ese momento, el disco más exitoso había sido "Relax", con 40.000). Es el disco preferido de Federico y el más sexual de todos. "Una luna de miel en la mano" es un homenaje a la masturbación; "Sin disfraz" trata sobre un taxi-boy; "Pronta entrega" es una valorización de las relaciones sexuales...
Como consagración de una extensa y exitosa gira por todo el interior, Virus graba "En Vivo" en el Estadio Obras, los días 15, 16 y 17 de mayo de 1986. Para la ocasión prepararon versiones nuevas de todos los temas, ya que la crítica coincidía en calificarlos de "muy profesionales, pero un poco fríos". Si a esto se le sumaba el hecho de ser una recopilación, el disco redundaría en una repetición de los éxitos anteriores. Continuaron luego con una gira por latinoamérica, que los llevó a Perú (70.000 personas en 3 shows) y a Chile (20.000 espectadores en 3 presentaciones).
"Superficies de placer" fue grabado en Río de Janeiro, entre abril y mayo del '87. Este es un álbum más individualista: los temas eran compuestos sin la intervención del resto del grupo, como ocurría antes. La grabación se dificultó por una intensa neumonía de Federico, que lo tuvo 15 días en cama, casi sin poder comer. El tercer médico que lo atendió le recomendó realizarse el test del HIV, una enfermedad de la cual todavía se desconocía casi todo. Dio positivo.
«Nos shockeó, fue como una patada al hígado. - recuerda Marcelo - Se armó como una onda de desazón general. Lo que había sido un plan antiestrés (grabar en Brasil), terminó siendo lo más estresante del mundo. Terminamos el disco a las patadas; todos los valores se cambiaron de un día para el otro» (D.Riera / F.Sánchez, pág 163).
A casi 9 meses del último show en Buenos Aires, Virus presentó el nuevo material en dos recitales en el Teatro Opera. Era un período en el cual nadie tenía ánimos para seguir, con excepción del propio Federico: cuando ninguno sabía si podría aguantar el trajín de los ensayos y los shows, Federico insistió para que se realizara.
"Tierra del fuego" (1989) es el primer LP sin su participación. Federico concurrió al estudio los dos primeros días, pero no pudo continuar. Había participado en únicamente dos temas: "Un amor inhabitado" y "Lanzo y escucho". La banda quiso abandonar la grabación. Federico ordenó que continuaran y le pidió a Marcelo que ocupara su lugar.
Federico Moura murió de Sida el 21 de diciembre de 1988. A un año de la muerte de Luca Prodan y a nueve meses de la de Miguel Abuelo, se cerraba así la década de los '80, musicalmente hablando. Pocos días después, la noche del 25 de diciembre, los Virus fueron invitados por Soda Stereo para homenajear a Federico, en un show que la banda de Cerati daba en La Casona, un boliche de Lanús.
«En honor a la estética personal que siempre caracterizó a Federico, algunos periodistas que sabíamos hace tres o cuatro meses que estaba condenado a muerte, nos organizamos en una conspiración de silencio, y quizás también de esperanza en un milagro de esos que rara vez se producen. No fue casual que la mayoría de los integrantes de esa conspiración perteneciéramos a la misma generación de Jorge y Federico. Nos unió la solidaridad hacia alguien que respetamos profundamente y la conciencia de que, según parece, serán muy pocos los de nuestra generación que logren morirse de viejo» (Gabriela Borgna en Página/12, 22/12/88).
La presentación oficial de "Tierra del Fuego" fue, en realidad, un homenaje a Federico. Luis Alberto Spinetta, Charly García, Andrés Calamaro, Gustavo Cerati, Patricia Sosa y Fito Páez son algunos de los músicos que, espontáneamente, concurrieron al show y cantaron como invitados.
Luego de mucho ensayar con la nueva formación, Virus salió de gira por todo el país (en la campaña presidencial del candidato radical Eduardo Angeloz) y luego por el exterior. Sin embargo, ya no existía la disciplina interna y no había forma de restablecer las rutinas de ensayos y composición. Daniel Sbarra y Enrique Mugetti ya habían tomado la decisión de alejarse de la banda, aunque ofrecieron seguir tocando hasta que les enconrtraran reemplazantes. Disolvieron el contrato con la discográfica y realizaron algunos shows en forma independiente, pero sin éxito. El recital despedida fue el 29 de septiembre en el estadio de River, como teloneros de David Bowie y Bryan Adams.
En marzo de 1994 se juntaron para la nostalgia, en un pub de Lanús. Volvieron a los escenarios para el 112º aniversario de la ciudad que los vio nacer: La Plata. Alrededor de 120.000 personas los aclamaron como en sus mejores épocas. «No nos gusta de hablar de regreso -comentó Marcelo- porque de hecho siempre seguimos en actividad, aunque sea en proyectos paralelos, y nunca estuvimos alejados definitivamente». En diciembre del año siguiente se presentaron en la discoteca The Roxy, «sin intenciones de editar un nuevo disco, sin giras que promocionar ni nada, solamente por el gusto de tocar» (Télam, 09/10/95). Por "cuestiones internas", Mario Serra no participó del reencuentro y fue reemplazado por Aitor Graña, el baterista de Juana La Loca.
Marcelo Moura encabezó un nuevo renacimiento de esta banda, acompañado en esta oportunidad por Julio Moura y Daniel Sbarra en guitarras, Enrique Muguetti en bajo, Aitor Graña en batería y Patricio Fontana en teclados. El disco se llamó "Nueve" y tuvo un anticipo con el tema "América fatal" y una versión dance de "Amor descartable".
Como festejo de su 25º aniversario, Virus realizó en el 2004 una serie de recitales en el Teatro ND Ateneo. Cada noche, la banda presentó un repertorio distinto: "Virus es canción" (con clásicos unplugged y adelantos de su próximo CD); "Virus es pop" y "Virus es rock". "Es un delirio, porque tocamos setenta temas en tres días. Pero ese tipo de desafíos siempre nos moviliza. No nos gusta mirar atrás, queremos estar siempre en movimiento", comentó Julio Moura. La formación de la banda para la ocasión era los hermanos Moura, Enrique Muggeti (bajo, guitarra y coros); Daniel Sbarra (guitarra y coros); Aitor Graña (batería y programación) y Patricio Fontana (teclados).
El 1º de junio de 2006 la banda volvió a presentarse en vivo en el Teatro Coliseo, donde registraron "Caja negra", editado en CD y en DVD. El show tuvo como invitados a Ale Sergi (de Miranda!), Adrián Dárgelos (de Babasónicos, Pity Alvarez (de Intoxicados) y Ciro Pertusi (de Attaque 77). El primer corte difusión fue la nueva versión de "Luna de miel en la mano".
Fueron invitados a tocar junto a otros artistas en la fiesta del Bicentenario, en un escenario montado en la Avenida 9 de Julio, en mayo de 2010. Y en noviembre celebraron los 30 años de vida, con dos shows en el Teatro ND Ateneo.
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Federico Moura de Virus
Prensa CBS
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Federico Moura
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Federico Moura en 1987
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Federico Moura en 1986
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Federico Moura en 1986
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Virus
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Virus, 2007
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Virus
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Virus, en 1981
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Virus
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Virus
foto: Revista Pelo
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Virus, en 1980
foto: www.virusenconcierto.com.ar
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Virus, en 2010
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Virus, en 2010
foto: www.virusenconcierto.com.ar
Discografía
Wadu Wadu (1981)
Recrudece (1982)
Agujero interior (1983)
Relax (1984)
Locura (1985)
Vivo volumen 2 (1986)
Virus vivo (1986)
Grandes éxitos (1987)
Superficies de placer (1987)
Tierra del fuego (1989)
Nueve (1998)
América fatal (simple) (1998)
Obras cumbres (2000)
Caja negra (2006)
Website oficial:
http://www.virusenconcierto.com.ar/
Redes sociales:
https://www.facebook.com/VirusEnConcierto
jueves, 2 de enero de 2014
Juan Sinpiernas
(... o el arte de igualar para abajo)
Juan Sinpiernas era un hombre que trabajaba como leñador.
Un día Juan compró una sierra eléctrica pensando que esto aligeraría mucho su trabajo.
La idea hubiera sido muy feliz si él hubiera tenido la precaución de aprender a manejar primero la sierra, pero no lo hizo.
Una mañana mientras trabajaba en el bosque, el aullido de un lobo hizo que el leñador se descuidara... La sierra eléctrica se deslizó entre sus manos y Juan se accidentó hiriéndose de gravedad en las dos piernas.
Nada pudieron hacer los médicos para salvarlas, así que Juan Sinpiernas, como si fuera víctima de la profética determinación de su nombre, quedó definitivamente postrado en un sillón por el resto de su vida.
Juan estuvo deprimido durante meses por el accidente y después de un año, pareció que poco a poco empezaba a mejorar.
No obstante, algo conspiró contra su recuperación psíquica e imprevistamente, Juan volvió a caer en una profunda e increíble depresión.
Los médicos lo derivaron a psiquiatría.
Juansinpiernas, después de una pequeña resistencia, hizo la consulta.
El psiquiatra era amable y contenedor. Juan se sintió en confianza rápidamente y le contó sucintamente los hechos que derivaron en su estado de ánimo.
El psiquiatra le dijo que comprendía se depresión. La pérdida de las piernas -dijo- era realmente un motivo muy genuino para su angustia.
- Es que no es eso, doctor -dijo Juan- mi depresión no tiene que ver con la pérdida de las piernas. No es la discapacidad lo que más me molesta. Lo que más me duele es el cambio que ha tenido la relación con mis amigos.
El psiquiatra abrió los ojos y se quedó mirándolo, esperando que Juan Sinpiernas completara su idea.
- Antes del accidente mis amigos que me venían a buscar todos los viernes para ir a bailar. Una o dos veces a la semana nos reuníamos a chapotear en el río y hacer carreras a nado. Hasta días antes de mi operación algunos de los amigos salíamos los domingos de mañana a correr por la avenida costanera. Sin embargo, parece que por el sólo hecho de haber sufrido el accidente, no sólo he perdido las piernas, sino que he perdido además las ganas de mis amigos de compartir cosas conmigo. Ninguno de ellos me ha vuelto a invitar desde entonces.
El psiquiatra lo miró y se sonrió...
Le costaba creer que Juan Sinpiernas no estuviera entendiendo lo absurdo de su planteo...
No obstante, el psiquiatra decidió explicarle claramente lo que pasaba. El sabía mejor que nadie que la mente tiene resortes tan especiales que pueden hacer que uno se vuelva incapaz de entender lo que es evidente y obvio.
El psiquiatra le explicó a Juan Sinpiernas que sus amigos no lo estaban evitando por desamor o rechazo. Aunque fuera doloroso, el accidente había modificado la realidad. Le gustara o no, él ya no era el compañero de elección para hacer esas mismas cosas que antes compartían...
-Pero Dr. -interrumpió Juan Sinpiernas- yo sé que puedo nadar, correr y hasta bailar. Por suerte, pude aprender a mejorar mi silla de ruedas y sé que nada de eso me está vedado...
El doctor lo serenó y siguió su razonamiento: Por supuesto que no había nada en contra de que él siguiera haciendo las mismas cosas, es más, era importantísimo que siguiera haciéndolas. Simplemente, era difícil seguir pretendiendo compartirlas con sus relaciones de entonces.
El psiquiatra le explicó a Juan que en realidad él podía nadar, pero tenía que competir con quienes tenían su misma dificultad... que podía ir a bailar, pero en clubes y con otros a quienes también les faltara las piernas... podía salir a entrenarse por la costanera, pero debía aprender a hacerlo con otros discapacitados.
Juan debía entender que sus amigos no estarían con él ahora como antes, porque ahora las condiciones entre él y ellos eran diferentes....
Ya no eran sus pares.
Para poder hacer estas cosas que él deseaba hacer y otras más, era mejor acostumbrarse a hacerlo con sus iguales. Tenía, entonces, que dedicar su energía a fabricar nuevas relaciones con pares.
Juan sintió que un velo se descorría dentro de su mente y esa sensación lo serenó.
-Es difícil explicarle cuanto le agradezco su ayuda, doctor - dijo Juan - Vine casi forzado por sus colegas pero ahora comprendo que tenía razón... He entendido su mensaje y le aseguro que seguiré sus consejos, doctor. Muchas gracias ha sido realmente útil venir a la consulta.
-Nuevas relaciones con pares. - Se repitió Juan para no olvidarlo.
Y entonces Juan Sinpiernas salió del consultorio del psiquiatra, y volvió a su casa...
y puso en condiciones su sierra eléctrica...
Planeaba cortarles las piernas a algunos de sus amigos, y "fabricar" así.... algunos pares.
Jorge Bucay
Juan Sinpiernas era un hombre que trabajaba como leñador.
Un día Juan compró una sierra eléctrica pensando que esto aligeraría mucho su trabajo.
La idea hubiera sido muy feliz si él hubiera tenido la precaución de aprender a manejar primero la sierra, pero no lo hizo.
Una mañana mientras trabajaba en el bosque, el aullido de un lobo hizo que el leñador se descuidara... La sierra eléctrica se deslizó entre sus manos y Juan se accidentó hiriéndose de gravedad en las dos piernas.
Nada pudieron hacer los médicos para salvarlas, así que Juan Sinpiernas, como si fuera víctima de la profética determinación de su nombre, quedó definitivamente postrado en un sillón por el resto de su vida.
Juan estuvo deprimido durante meses por el accidente y después de un año, pareció que poco a poco empezaba a mejorar.
No obstante, algo conspiró contra su recuperación psíquica e imprevistamente, Juan volvió a caer en una profunda e increíble depresión.
Los médicos lo derivaron a psiquiatría.
Juansinpiernas, después de una pequeña resistencia, hizo la consulta.
El psiquiatra era amable y contenedor. Juan se sintió en confianza rápidamente y le contó sucintamente los hechos que derivaron en su estado de ánimo.
El psiquiatra le dijo que comprendía se depresión. La pérdida de las piernas -dijo- era realmente un motivo muy genuino para su angustia.
- Es que no es eso, doctor -dijo Juan- mi depresión no tiene que ver con la pérdida de las piernas. No es la discapacidad lo que más me molesta. Lo que más me duele es el cambio que ha tenido la relación con mis amigos.
El psiquiatra abrió los ojos y se quedó mirándolo, esperando que Juan Sinpiernas completara su idea.
- Antes del accidente mis amigos que me venían a buscar todos los viernes para ir a bailar. Una o dos veces a la semana nos reuníamos a chapotear en el río y hacer carreras a nado. Hasta días antes de mi operación algunos de los amigos salíamos los domingos de mañana a correr por la avenida costanera. Sin embargo, parece que por el sólo hecho de haber sufrido el accidente, no sólo he perdido las piernas, sino que he perdido además las ganas de mis amigos de compartir cosas conmigo. Ninguno de ellos me ha vuelto a invitar desde entonces.
El psiquiatra lo miró y se sonrió...
Le costaba creer que Juan Sinpiernas no estuviera entendiendo lo absurdo de su planteo...
No obstante, el psiquiatra decidió explicarle claramente lo que pasaba. El sabía mejor que nadie que la mente tiene resortes tan especiales que pueden hacer que uno se vuelva incapaz de entender lo que es evidente y obvio.
El psiquiatra le explicó a Juan Sinpiernas que sus amigos no lo estaban evitando por desamor o rechazo. Aunque fuera doloroso, el accidente había modificado la realidad. Le gustara o no, él ya no era el compañero de elección para hacer esas mismas cosas que antes compartían...
-Pero Dr. -interrumpió Juan Sinpiernas- yo sé que puedo nadar, correr y hasta bailar. Por suerte, pude aprender a mejorar mi silla de ruedas y sé que nada de eso me está vedado...
El doctor lo serenó y siguió su razonamiento: Por supuesto que no había nada en contra de que él siguiera haciendo las mismas cosas, es más, era importantísimo que siguiera haciéndolas. Simplemente, era difícil seguir pretendiendo compartirlas con sus relaciones de entonces.
El psiquiatra le explicó a Juan que en realidad él podía nadar, pero tenía que competir con quienes tenían su misma dificultad... que podía ir a bailar, pero en clubes y con otros a quienes también les faltara las piernas... podía salir a entrenarse por la costanera, pero debía aprender a hacerlo con otros discapacitados.
Juan debía entender que sus amigos no estarían con él ahora como antes, porque ahora las condiciones entre él y ellos eran diferentes....
Ya no eran sus pares.
Para poder hacer estas cosas que él deseaba hacer y otras más, era mejor acostumbrarse a hacerlo con sus iguales. Tenía, entonces, que dedicar su energía a fabricar nuevas relaciones con pares.
Juan sintió que un velo se descorría dentro de su mente y esa sensación lo serenó.
-Es difícil explicarle cuanto le agradezco su ayuda, doctor - dijo Juan - Vine casi forzado por sus colegas pero ahora comprendo que tenía razón... He entendido su mensaje y le aseguro que seguiré sus consejos, doctor. Muchas gracias ha sido realmente útil venir a la consulta.
-Nuevas relaciones con pares. - Se repitió Juan para no olvidarlo.
Y entonces Juan Sinpiernas salió del consultorio del psiquiatra, y volvió a su casa...
y puso en condiciones su sierra eléctrica...
Planeaba cortarles las piernas a algunos de sus amigos, y "fabricar" así.... algunos pares.
Jorge Bucay
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