Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador…
Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra.
Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.
Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir.
Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero.
Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada.
Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar.
El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor.
Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:
Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar.
Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:
Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas
El buscador se sintió terriblemente conmocionado.
Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.
Una por una, empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años…
Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.
El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó.
Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
-No, por ningún familiar —dijo el buscador—. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?
El anciano sonrió y dijo:
– Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…:
“Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello.
Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:
A la izquierda, qué fue lo disfrutado.
A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
Conoció a su novia y se enamoró de ella.
¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…?
Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso…
¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?
¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…?
¿Y la boda de los amigos?
¿Y el viaje más deseado?
¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano?
¿ Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?
¿Horas? ¿Días?
Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido”.
JORGE BUCAY
miércoles, 24 de diciembre de 2014
sábado, 20 de diciembre de 2014
Obstáculos
Voy andando por un sendero. Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras.
En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad .
Agudizo la mirada para distinguirla bien.
Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo.
Todas mis metas, mis objetivos y mis logros.
Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad.
Lo que quiero conseguir, lo que necesito,
lo que más me gustaría ser, aquello
a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo,
lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos
Me imagino que todo eso está en esa ciudad.
Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella.
A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba.
Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante,
en el camino.
Al acercarme, veo que una enorme zanja
me impide mi paso. Temo… dudo.
Me enoja que mi meta no pueda
conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto… Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante,
aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera
y también la salto.
Corro hacia la ciudad:
el camino parece despejado.
Me sorprende un abismo que detiene mi camino.
Me detengo. Imposible saltarlo.
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas.
Me doy cuenta de que está allí para
construir un puente.
Nunca he sido hábil con mis manos…
Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo…
y resisto.
Empiezo a construir el puente.
Pasan horas, o días, o meses.
El puente está hecho. Emocionado,
lo cruzo. Y al llegar al otro lado…
descubro el muro. Un gigantesco muro frío
y húmedo rodea la ciudad de mis sueños…
Me siento abatido… Busco la manera de esquivarlo.
No hay caso. Debo escalarlo.
La ciudad está tan cerca… No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire…
De pronto veo, a un costado del camino
un niño que me mira como si me conociera.
Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo… cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja:
-¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta:
-¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras… Los obstáculos los trajiste tú.
Jorge Bucay
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras.
En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad .
Agudizo la mirada para distinguirla bien.
Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo.
Todas mis metas, mis objetivos y mis logros.
Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad.
Lo que quiero conseguir, lo que necesito,
lo que más me gustaría ser, aquello
a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo,
lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos
Me imagino que todo eso está en esa ciudad.
Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella.
A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba.
Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante,
en el camino.
Al acercarme, veo que una enorme zanja
me impide mi paso. Temo… dudo.
Me enoja que mi meta no pueda
conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto… Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante,
aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera
y también la salto.
Corro hacia la ciudad:
el camino parece despejado.
Me sorprende un abismo que detiene mi camino.
Me detengo. Imposible saltarlo.
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas.
Me doy cuenta de que está allí para
construir un puente.
Nunca he sido hábil con mis manos…
Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo…
y resisto.
Empiezo a construir el puente.
Pasan horas, o días, o meses.
El puente está hecho. Emocionado,
lo cruzo. Y al llegar al otro lado…
descubro el muro. Un gigantesco muro frío
y húmedo rodea la ciudad de mis sueños…
Me siento abatido… Busco la manera de esquivarlo.
No hay caso. Debo escalarlo.
La ciudad está tan cerca… No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire…
De pronto veo, a un costado del camino
un niño que me mira como si me conociera.
Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo… cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja:
-¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta:
-¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras… Los obstáculos los trajiste tú.
Jorge Bucay
domingo, 14 de diciembre de 2014
LA GENEROSIDAD DA FRUTOS
En un oasis escondido entre los mas lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo ELIAHU de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.
Su vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a ELIAHU transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
-Qué tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo- contesto ELIAHU sin dejar su tarea.
-Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro- contesto el viejo.
-Qué siembras aquí, ELIAHU?
-Dátiles -respondió ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Dátiles!!!- repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha la mayor estupidez.
-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
-No debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: Cuántos años tienes?
-No sé... sesenta, setenta, ochenta, no se... lo he olvidado... pero eso qué importa?
-Mira amigo, los datileros tardan mas de 50 años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, HAKIM le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseche una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano.
Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás mas importante que la primera. déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseche no sólo una, sino dos veces. -Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...
JORGE BUCAY
Su vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a ELIAHU transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
-Qué tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo- contesto ELIAHU sin dejar su tarea.
-Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro- contesto el viejo.
-Qué siembras aquí, ELIAHU?
-Dátiles -respondió ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Dátiles!!!- repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha la mayor estupidez.
-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
-No debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: Cuántos años tienes?
-No sé... sesenta, setenta, ochenta, no se... lo he olvidado... pero eso qué importa?
-Mira amigo, los datileros tardan mas de 50 años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, HAKIM le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseche una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano.
Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás mas importante que la primera. déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseche no sólo una, sino dos veces. -Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...
JORGE BUCAY
Facundo Arana
Facundo Arana es un actor y músico argentino.
Famoso por sus papeles protagónicos en series televisivas como Chiquititas, Muñeca Brava, Yago, Pasión Morena, Padre coraje, Sos mi vida, Vidas Robadas y Farsantes, entre otras.
Fecha de nacimiento: 31 de marzo de 1972 (edad 42), Buenos Aires
Estatura: 1,89 m
Cónyuge: Maria Susini (m. 2012)
Hijos: India Arana, Yaco Arana, Moro Arana
Padres: Dr. Jorge Arana Tagle, Mathilde von Bernard
Famoso por sus papeles protagónicos en series televisivas como Chiquititas, Muñeca Brava, Yago, Pasión Morena, Padre coraje, Sos mi vida, Vidas Robadas y Farsantes, entre otras.
Fecha de nacimiento: 31 de marzo de 1972 (edad 42), Buenos Aires
Estatura: 1,89 m
Cónyuge: Maria Susini (m. 2012)
Hijos: India Arana, Yaco Arana, Moro Arana
Padres: Dr. Jorge Arana Tagle, Mathilde von Bernard
lunes, 8 de diciembre de 2014
Griseta
Griseta
Mezcla rara de Museta y de Mimí
con caricias de Rodolfo y de Schaunard,
era la flor de París que un sueño
de novela trajo al arrabal...
Y en el loco divagar del cabaret,
al arrullo de algún tango compadrón,
alentaba una ilusión: soñaba con Des Grieux,
quería ser Manon.
Francesita, que trajiste, pizpireta,
Sentimental y coqueta la poesía del quartier,
¿quién diría que tu poema de griseta
sólo una estrofa tendría:
la silenciosa agonía de Margarita Gauthier?
Mas la fría sordidez del arrabal.
agostando la pureza de su fe,
sin hallar a su Duval,
secó su corazón lo mismo que un muguet.
Y una noche de champán y de cocó,
al arrullo funeral de un bandoneón,
pobrecita, se durmió,
lo mismo que Mimí, lo mismo que Manón.
Tango 1924
Música: Enrique Delfino Letra:
"Cátulo" José González Castillo
con caricias de Rodolfo y de Schaunard,
era la flor de París que un sueño
de novela trajo al arrabal...
Y en el loco divagar del cabaret,
al arrullo de algún tango compadrón,
alentaba una ilusión: soñaba con Des Grieux,
quería ser Manon.
Francesita, que trajiste, pizpireta,
Sentimental y coqueta la poesía del quartier,
¿quién diría que tu poema de griseta
sólo una estrofa tendría:
la silenciosa agonía de Margarita Gauthier?
Mas la fría sordidez del arrabal.
agostando la pureza de su fe,
sin hallar a su Duval,
secó su corazón lo mismo que un muguet.
Y una noche de champán y de cocó,
al arrullo funeral de un bandoneón,
pobrecita, se durmió,
lo mismo que Mimí, lo mismo que Manón.
Tango 1924
Música: Enrique Delfino Letra:
"Cátulo" José González Castillo
sábado, 29 de noviembre de 2014
Caserón de tejas
¡Barrio de Belgrano!
¡Caserón de tejas!
¿Te acordás, hermana,
de las tibias noches sobre la vereda?
¿Cuando un tren cercano
nos dejaba viejas,
raras añoranzas
bajo la templanza
suave del rosal?
¡Todo fue tan simple!
¡Claro como el cielo!
¡Bueno como el cuento
que en las dulces siestas
nos contó el abuelo!
Cuando en el pianito
de la sala oscura
sangraba la pura
ternura de un vals.
¡Revivió! ¡Revivió!
En las voces dormidas del piano,
y al conjuro sutil de tu mano
el faldón del abuelo vendrá...
¡Llámalo! ¡Llámalo!
Viviremos el cuento lejano
que en aquel caserón de Belgrano
venciendo al arcano nos llama mamá...
¡Barrio de Belgrano! ¡Caserón de tejas!
¿Dónde está el aljibe,
dónde están tus patios,
dónde están tus rejas?
Volverás al piano,
mi hermanita vieja,
y en las melodías vivirán
los días claros del hogar.
Tu sonrisa, hermana,
cobijó mi duelo,
y como en el cuento
que en las dulces siestas
nos contó el abuelo,
tornará el pianito
de la sala oscura
a sangrar la pura
ternura del vals...
Cátulo Castillo
¡Caserón de tejas!
¿Te acordás, hermana,
de las tibias noches sobre la vereda?
¿Cuando un tren cercano
nos dejaba viejas,
raras añoranzas
bajo la templanza
suave del rosal?
¡Todo fue tan simple!
¡Claro como el cielo!
¡Bueno como el cuento
que en las dulces siestas
nos contó el abuelo!
Cuando en el pianito
de la sala oscura
sangraba la pura
ternura de un vals.
¡Revivió! ¡Revivió!
En las voces dormidas del piano,
y al conjuro sutil de tu mano
el faldón del abuelo vendrá...
¡Llámalo! ¡Llámalo!
Viviremos el cuento lejano
que en aquel caserón de Belgrano
venciendo al arcano nos llama mamá...
¡Barrio de Belgrano! ¡Caserón de tejas!
¿Dónde está el aljibe,
dónde están tus patios,
dónde están tus rejas?
Volverás al piano,
mi hermanita vieja,
y en las melodías vivirán
los días claros del hogar.
Tu sonrisa, hermana,
cobijó mi duelo,
y como en el cuento
que en las dulces siestas
nos contó el abuelo,
tornará el pianito
de la sala oscura
a sangrar la pura
ternura del vals...
Cátulo Castillo
martes, 25 de noviembre de 2014
El último café
Llega tu recuerdo en torbellino,
vuelve en el otoño a atardecer
miro la garúa, y mientras miro,
gira la cuchara de café.
Del último café
que tus labios con frío,
pidieron esa vez
con la voz de un suspiro.
Recuerdo tu desdén,
te evoco sin razón,
te escucho sin que estés.
"Lo nuestro terminó",
dijiste en un adiós de azúcar y de hiel...
¡Lo mismo que el café,
que el amor, que el olvido!
Que el vértigo final
de un rencor sin porqué...
Y allí, con tu impiedad,
me vi morir de pie,
medí tu vanidad y entonces
comprendí mi soledad sin para qué...
Llovía y te ofrecí, ¡el último café!
Cátulo Castillo
vuelve en el otoño a atardecer
miro la garúa, y mientras miro,
gira la cuchara de café.
Del último café
que tus labios con frío,
pidieron esa vez
con la voz de un suspiro.
Recuerdo tu desdén,
te evoco sin razón,
te escucho sin que estés.
"Lo nuestro terminó",
dijiste en un adiós de azúcar y de hiel...
¡Lo mismo que el café,
que el amor, que el olvido!
Que el vértigo final
de un rencor sin porqué...
Y allí, con tu impiedad,
me vi morir de pie,
medí tu vanidad y entonces
comprendí mi soledad sin para qué...
Llovía y te ofrecí, ¡el último café!
Cátulo Castillo
domingo, 9 de noviembre de 2014
Tan biónica
La banda se formó a principios de 2004, trabaja ininterrumpidamente, y desde ese momento se encuentra integrada por Santiago "Chano" Moreno Charpentier (voz) , Sebastián Seoane (guitarra), Gonzalo "Bambi" Moreno Charpentier (bajo), Diego Lichtenstein (batería) y Germán Guarna (teclado).
Tan Biónica compartió cartel con artistas de la talla de Babasónicos, Catupecu Machu, Leo García, Kevin Johansen, Miranda!, Juana La Loca, El otro yo, entre otros. En 2004 editaron un EP titulado “Wonderful Noches”.
Con el corte de difusión “Veneno” Tan Biónica comenzó a sonar en radios, lo que posibilitó su participación en el Quilmes Rock 2004 y un cierre de año como broche de oro en un colmado Teatro Regina. “Canciones del Huracán” se editó en Agosto de 2007 y es su primer álbum.
El disco posee 13 nuevas canciones y una versión de "Queso Ruso", clásico de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. El primer corte de difusión es "Arruinarse".
En 2010 la banda edita "Obsesionario", el cual se agota rápidamente, circunstancia que los obliga a lanzar una reedición 2011.
Son 12 canciones, siendo "Beautiful" y "Ella" sis primeros cortes de difusión. También en 2010 reeditan los dos trabajos anteriores, "Wonderful noches" y "Canciones del huracán". Los días 21 y 24 de Junio de 2012 despiden el "Obsesionario tour" en el Estadio Luna Park. Antes, se presentaron en el mítico festival Rock In Río, edición Lisboa, Portugal. En mayo de 2013 sale a la venta un nuevo álbum, titulado "Destinología".
Los cortes de difusión son "Ciudad mágica" y "La melodía de Dios". Son 12 canciones con una excelente lírica que caracteriza a Chano, celebrando los 12 años de trayectoria de Tan Biónica.
En agosto de 2014 lanzan "Tus Horas Mágicas", cortina de la tira televisiva "Viudas e Hijos del Rock and Roll, título que rinde homenaje al mítico grupo argentino Viuda e Hijas de Roque Enroll. El 4 de noviembre se conoce "Hola Mi Vida", sencillo que formará parte de su nuevo álbum "Hola Mundo".
www.tanbionica.com/
Tan Biónica compartió cartel con artistas de la talla de Babasónicos, Catupecu Machu, Leo García, Kevin Johansen, Miranda!, Juana La Loca, El otro yo, entre otros. En 2004 editaron un EP titulado “Wonderful Noches”.
Con el corte de difusión “Veneno” Tan Biónica comenzó a sonar en radios, lo que posibilitó su participación en el Quilmes Rock 2004 y un cierre de año como broche de oro en un colmado Teatro Regina. “Canciones del Huracán” se editó en Agosto de 2007 y es su primer álbum.
El disco posee 13 nuevas canciones y una versión de "Queso Ruso", clásico de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. El primer corte de difusión es "Arruinarse".
En 2010 la banda edita "Obsesionario", el cual se agota rápidamente, circunstancia que los obliga a lanzar una reedición 2011.
Son 12 canciones, siendo "Beautiful" y "Ella" sis primeros cortes de difusión. También en 2010 reeditan los dos trabajos anteriores, "Wonderful noches" y "Canciones del huracán". Los días 21 y 24 de Junio de 2012 despiden el "Obsesionario tour" en el Estadio Luna Park. Antes, se presentaron en el mítico festival Rock In Río, edición Lisboa, Portugal. En mayo de 2013 sale a la venta un nuevo álbum, titulado "Destinología".
Los cortes de difusión son "Ciudad mágica" y "La melodía de Dios". Son 12 canciones con una excelente lírica que caracteriza a Chano, celebrando los 12 años de trayectoria de Tan Biónica.
En agosto de 2014 lanzan "Tus Horas Mágicas", cortina de la tira televisiva "Viudas e Hijos del Rock and Roll, título que rinde homenaje al mítico grupo argentino Viuda e Hijas de Roque Enroll. El 4 de noviembre se conoce "Hola Mi Vida", sencillo que formará parte de su nuevo álbum "Hola Mundo".
www.tanbionica.com/
viernes, 31 de octubre de 2014
HAY QUE ANDAR POR EL MUNDO...
Hay que andar por el mundo como si no importara.
Sin preguntar el nombre del pájaro y la planta,
ni al capitán del buque, a dónde lleva agua.
Mirar al otro lado del que todos señalan,
que es allí, dónde crece la rosa inesperada.
hablar con el herrero, del caballo y la fragua,
pero mirando al fuego, con atenta mirada;
puede que en un silencio, veas la salamandra.
Crear el nombre hermoso de alguna imaginaria mujer,
y luego a todos preguntarles con ansia:
Si no la han visto, acaso te lleven a su casa...
En la copa vacía beber con esperanza,
tal vez una divina locura, de cristal guarda.
Sacar siempre a los ojos, el aire azul del alma,
ver lo que nunca alcanza la mirada...
Conrado nalé roxlo
Sin preguntar el nombre del pájaro y la planta,
ni al capitán del buque, a dónde lleva agua.
Mirar al otro lado del que todos señalan,
que es allí, dónde crece la rosa inesperada.
hablar con el herrero, del caballo y la fragua,
pero mirando al fuego, con atenta mirada;
puede que en un silencio, veas la salamandra.
Crear el nombre hermoso de alguna imaginaria mujer,
y luego a todos preguntarles con ansia:
Si no la han visto, acaso te lleven a su casa...
En la copa vacía beber con esperanza,
tal vez una divina locura, de cristal guarda.
Sacar siempre a los ojos, el aire azul del alma,
ver lo que nunca alcanza la mirada...
Conrado nalé roxlo
sábado, 25 de octubre de 2014
EL GRILLO!!!
EL GRILLO!!!
Música porque sí, música vana
como la vana música del grillo;
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.
¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?
¡Qué bien suena la flauta de la rana!...
Pero no es son de flauta: en un platillo
de vibrante cristal de a dos desgrana
gotas de agua sonora.¿Qué sencillo
es a quién tiene corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!
De El grillo, 1925.
Conrado Nalé Roxlo, poeta argentino.
Música porque sí, música vana
como la vana música del grillo;
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.
¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?
¡Qué bien suena la flauta de la rana!...
Pero no es son de flauta: en un platillo
de vibrante cristal de a dos desgrana
gotas de agua sonora.¿Qué sencillo
es a quién tiene corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!
De El grillo, 1925.
Conrado Nalé Roxlo, poeta argentino.
lunes, 20 de octubre de 2014
LOS ESTORNUDOS
Los estornudos no suelen traer nada bueno, decían las viejas de antes, y tenían razón; pues lo que traen o anuncias, rapé aparte, es un resfriado.
Pero yo sé de unos estornudos que fueron el soplo inspirador de cierta notable pieza literaria; y eso que no fueron musicales expresiones de una nariz célebre por su belleza, como la de Cleopatra, cosa que habría justificado un madrigal, sino rotundas explosiones de las de un chinito, bastante retobado él, inspector de escuelas provinciales.
Misterios de la poesía que la ciencia no se explica.
Las cosas ocurrieron así.
El señor inspector penetró en el aula, y, tras de retribuir con una sonrisa de vinagre de luto los almíbares que se desparramaban por la bondadosa cara de la señorita Italia Migliavacca, mi inolvidable maestra de primeras letras, subió a la tarima, tarima que crujió gentilmente para ponerse a tono con los zapatos amarillos del señor inspector. Y vino, naturalmente, una alocución, como ellos dicen.
-Niños que en este ámbito del saber primario sorbéis las materias como la enredadera sorbe el sol...
¡atchís! -¡Salud, señor inspector! -prorrumpió la clase en pleno.
El inspector pasó una mirada furibunda por los bancos mientras se llevaba a su importante apéndice nasal un pañuelito muy bien planchado, que luego volvió a doblar y colocar en el bolsillo superior de su saco negro con trencilla, y retomó el hilo del discurso:
-El sol!...,el sol!... ¡atchís!
Martirena me dijo por lo bajo, pero de modo que sonó bien alto:
-Debe ser un resfrío de sol...
El inspector intentó matarlo de una mirada y continuó:
-El sol o, mejor dicho, sus rayos, llamados también irradiación febea...¡atchís!
-¡Salud, señor inspector! -volvimos a decir a coro, creyendo proceder muy correctamente.
La señorita nos hacía señas de que no insistiéramos, pero nosotros éramos muy bien educados y no perdonábamos estornudo.
Y éstos se sucedían cada vez con mayor frecuencia, y el inspector, par retomar el hilo de la perorata, tenía antes que retomar el hilo del pañuelo, suponiendo que lo fuera.
Hasta que, con un violento "buenas tardes", se despidió y se fue como una tromba a ponerse sinapismos, sin duda. Ya alejado el ogro, la clase en pleno soltó la carcajada, y muchos se pusieron a estornudar por burla.
-Niños -dijo severamente la señorita Italia-, nunca debemos burlarnos de los defectos físicos del prójimo. Y para aleccionarnos trajo al día siguiente, pues era repentista, la fábula que va a leerse y que felizmente guardo entre mil cuadernos escolares.
EL CANARIO Y EL JAMELGO
Cierto coche de punto, también puede llamárselo de plaza, que formaba conjunto con un jamelgo de raída traza, y un anciano cochero, en el pescante, detúvose delante de una pajarería en cuya puerta un canario, infatuado tenorino, con sutil artificio, sacaba dulce trino de melodías rico de su órgano bucal al orificio también llamado pico.
El equino aludido, cuyo nombre vulgar era "Pirincho", no con mala intención, de distraído, dejó escapar un natural relincho. (Expresión incorrecta, sea dicho, mas perdonable en tan humilde bicho.)
La gente que lo oyó, de baja estofa, elogiando al canario melodioso cubrió al jamelgo de improperio y mofa. Pasó el tiempo premioso, y ambas bestias murieron a su hora, y escuchad, niños, lo que viene ahora.
El canario, ya inútil, fue a parar a infecto muladar, y, en cambio, con las tripas del rocín hicieron varias cuerdas de violín, en que un artista joven interpretó a Mozart, Verdi, Beethoven.
MORALEJA
No desprecies, ¡oh, niño!, al que algún día estornudó en momento inadecuado, pues, como aquel caballo mal juzgado, puede esconder torrentes de armonía.
A nosotros nos gustó mucho la fábula.
Pero la señora directora no le permitió que se la mandara como desagravio al inspector, pues dijo que ciertas comparaciones podrían no ser bien interpretadas por éste.
Mi querida maestra fue una incomprendida en el ambiente educacional de su época: era una precursora.
Conrado Nalé Roxlo
Pero yo sé de unos estornudos que fueron el soplo inspirador de cierta notable pieza literaria; y eso que no fueron musicales expresiones de una nariz célebre por su belleza, como la de Cleopatra, cosa que habría justificado un madrigal, sino rotundas explosiones de las de un chinito, bastante retobado él, inspector de escuelas provinciales.
Misterios de la poesía que la ciencia no se explica.
Las cosas ocurrieron así.
El señor inspector penetró en el aula, y, tras de retribuir con una sonrisa de vinagre de luto los almíbares que se desparramaban por la bondadosa cara de la señorita Italia Migliavacca, mi inolvidable maestra de primeras letras, subió a la tarima, tarima que crujió gentilmente para ponerse a tono con los zapatos amarillos del señor inspector. Y vino, naturalmente, una alocución, como ellos dicen.
-Niños que en este ámbito del saber primario sorbéis las materias como la enredadera sorbe el sol...
¡atchís! -¡Salud, señor inspector! -prorrumpió la clase en pleno.
El inspector pasó una mirada furibunda por los bancos mientras se llevaba a su importante apéndice nasal un pañuelito muy bien planchado, que luego volvió a doblar y colocar en el bolsillo superior de su saco negro con trencilla, y retomó el hilo del discurso:
-El sol!...,el sol!... ¡atchís!
Martirena me dijo por lo bajo, pero de modo que sonó bien alto:
-Debe ser un resfrío de sol...
El inspector intentó matarlo de una mirada y continuó:
-El sol o, mejor dicho, sus rayos, llamados también irradiación febea...¡atchís!
-¡Salud, señor inspector! -volvimos a decir a coro, creyendo proceder muy correctamente.
La señorita nos hacía señas de que no insistiéramos, pero nosotros éramos muy bien educados y no perdonábamos estornudo.
Y éstos se sucedían cada vez con mayor frecuencia, y el inspector, par retomar el hilo de la perorata, tenía antes que retomar el hilo del pañuelo, suponiendo que lo fuera.
Hasta que, con un violento "buenas tardes", se despidió y se fue como una tromba a ponerse sinapismos, sin duda. Ya alejado el ogro, la clase en pleno soltó la carcajada, y muchos se pusieron a estornudar por burla.
-Niños -dijo severamente la señorita Italia-, nunca debemos burlarnos de los defectos físicos del prójimo. Y para aleccionarnos trajo al día siguiente, pues era repentista, la fábula que va a leerse y que felizmente guardo entre mil cuadernos escolares.
EL CANARIO Y EL JAMELGO
Cierto coche de punto, también puede llamárselo de plaza, que formaba conjunto con un jamelgo de raída traza, y un anciano cochero, en el pescante, detúvose delante de una pajarería en cuya puerta un canario, infatuado tenorino, con sutil artificio, sacaba dulce trino de melodías rico de su órgano bucal al orificio también llamado pico.
El equino aludido, cuyo nombre vulgar era "Pirincho", no con mala intención, de distraído, dejó escapar un natural relincho. (Expresión incorrecta, sea dicho, mas perdonable en tan humilde bicho.)
La gente que lo oyó, de baja estofa, elogiando al canario melodioso cubrió al jamelgo de improperio y mofa. Pasó el tiempo premioso, y ambas bestias murieron a su hora, y escuchad, niños, lo que viene ahora.
El canario, ya inútil, fue a parar a infecto muladar, y, en cambio, con las tripas del rocín hicieron varias cuerdas de violín, en que un artista joven interpretó a Mozart, Verdi, Beethoven.
MORALEJA
No desprecies, ¡oh, niño!, al que algún día estornudó en momento inadecuado, pues, como aquel caballo mal juzgado, puede esconder torrentes de armonía.
A nosotros nos gustó mucho la fábula.
Pero la señora directora no le permitió que se la mandara como desagravio al inspector, pues dijo que ciertas comparaciones podrían no ser bien interpretadas por éste.
Mi querida maestra fue una incomprendida en el ambiente educacional de su época: era una precursora.
Conrado Nalé Roxlo
jueves, 16 de octubre de 2014
Vox Dei
Vox Dei
Carlos Gardelini: guitarra y coros
Simón Quiroga: batería
Willie Quiroga: bajo y voz
Ex integrantes
Juan Carlos "Yody" Godoy: guitarra y voz
Ricardo Soulé: guitarra y voz
Rubén Baso alto: batería
Este grupo se inició en 1968 y resultó ser uno de los más trascendentes de la década de los '70.
El primer demo que grabaron fue "When a man loves a woman", de Percy Sledge. Jorge Alvarez, el productor del sello Mandioca, les organizó una prueba en el teatro Payró: «También estaban los de Manal y de Almendra, porque después tocaban juntos ahí.
Tocamos nosotros y nos fue bárbaro. Cuando nos vamos al camarín, viene un flaco, muy flaco, que nos dice: "loco, la banda suena un montón, pero ¿por qué teniendo todo el idioma, cantan en inglés?". Le dije: "sabés que tenés razón" y automáticamente ese día, mientras volvíamos en tren, empecé a hacer la traducción de las letras y empezamos a cantar en castellano.
Era Luis Alberto Spinetta, que siempre la pone justa» (Willy Quiroga, en E.Abalos, pág 80). Todavía no tenían definido el nombre de la banda: se presentaban como "Mach 4", pero al conocer a la gente del sello Mandioca, éstos le comentaron que no les terminaba de gustar. Así, Willy leyó la frase "vox populi, vox dei" y automáticamente lo sedujo.
Se lo propuso al resto de los músicos y terminó convenciéndolos: "bueno, se lo ponemos en forma provisoria y cualquier cosa, después se lo cambiamos". Y así quedó. Los primeros simples fueron "Azúcar amarga" (originalmente "Bitter Sugar"), "Quiero ser" y "Presente" (todos de 1969).
Una de sus primeras presentaciones fue en el Festival Beat de la Canción, en junio del '69. Para Mandioca grabaron "Caliente" (1970), el primer disco. Luego se concentraron en la creación de una obra conceptual que vería la luz en febrero de 1971. "La Biblia" marcó todo un hito en la historia del rock nacional y se convirtió en la máxima creación de Vox Dei en toda su carrera. Quiroga recuerda: «Teníamos miedo que se transformara todo en una payasada, incluso fuimos cuestionados por algunos que decían "cómo se atreven estos pelilargos a hacer La Biblia"». En el festival B.A.Rock presentaron un adelanto del material, la primera parte del "Génesis", aún sin letra. Tras registrar este trabajo, Yody Godoy se alejó del grupo, por "motivos personales". El Arzobispado, que había pedido revisar las letras, recomendó a la juventud que escuchara el disco. La presentación de La Biblia se hizo en el Teatro Alvear, con Ignacio Smilari en lugar de Godoy. A estos cuatro shows les siguió una gira por las capitales más importantes del interior. De regreso, Vox Dei quedó definitivamente constituído en un trío. En 1972 se re-editó el primer álbum y se grabó el tercero, "Jeremías, pies de plomo". Durante las presentaciones en vivo de este material se registró "La nave infernal" (1973) y, al poco tiempo, "Es una nube, no hay dudas", ya para una discográfica internacional. Tras "Vox Dei para Vox Dei" (1974), Ricardo Soulé anunció su alejamiento del grupo para dedicarse de lleno a su carrera solista. Carlos Michelini (guitarra) lo reemplazó en "Estamos en la pecera" (1975) y luego fue reemplazado por Raúl Fernández. Con esta alineación editaron "Ciego de siglos" (1976).
Bajo la dirección de Billy Bond, Raúl Porchetto, Sui Generis, Espíritu y otros grupos se unieron para grabar una remozada versión de La Biblia, sin siquiera invitar a sus autores. Soulé retornó en 1978 para "Gata de noche", debido a que su carrera no tenía mayor repercusión. Vox Dei retornó así al éxito, sobretodo en el interior del país. El siguiente proyecto fue "El Cid Campeador según Vox Dei": compusieron seis movimientos, los tocaron en vivo, pero la discográfica se negó a grabarlo. Las diferencias internas eran ya muy fuertes y decidieron entonces cumplir con el contrato que los ligaba hasta 1981 y luego separarse. Organizaron un recital despedida en Obras para terminar con la banda. Sin embargo, los "retornos" se hicieron frecuentes. En 1985 nominaron a Vox Dei para los premios Konex por su trayectoria en la música popular argentina. Soulé y Quiroga aprovecharon para reciclar "La Biblia", junto a Luis Valenti en teclados. La buena repercusión los llevó a editar un nuevo álbum, "Tengo razones para seguir" (1988).
En octubre de 1994 editaron un disco en forma independiente, "Sin darle ya más vueltas", que fue presentado en pequeños lugares. Por entonces, los seguidores de la banda eran principalmente jóvenes, por lo que debieron alejar los shows de la nostalgia para incursionar en un sonido más moderno. A fines de 1997, Soulé, Quiroga y Basoalto recrearon nuevamente "La Biblia", con Andrés Calamaro, Fito Páez y Alejandro Lerner como invitados especiales. «En 1971 salió como se pudo. Ahora tenemos la posibilidad de grabarla en su totalidad y tal como fue concebida. Nos llevó 27 años, pero a otros les fue peor», destaca Soulé.
En el 2002, Willy Quiroga (bajo y voz) y Rubén Basoalto (batería) rearmaron nuevamente el grupo, junto a Carlos Gardellini (guitarra). «Nosotros estamos tocando todos los fines de semana, -comentaba Quiroga- presentando el resultado de 35 años de trabajo. Vox Dei no está ni en la cresta de la ola ni está para hacer el Opera o el Gran Rex. Pero donde vamos la gente nos va a ver». La banda salió de gira por todo el país y muchísimas iglesias del interior les abrieron la puerta para que interpretaron ahí su obra cumbre. En el 2005 lanzaron "En el camino", un nuevo disco.
"Habla un poco de nosotros, -dice Quiroga- los argentinos, que tenemos que encontrar un camino común hacia un lugar que está en nuestras intenciones y en nuestra imaginación. Un lugar donde hay respeto por los mayores, un país manejado por gente hábil y útil, y no por los intereses personales". Rubén Basoalto murió el 3 de noviembre de 2010, luego de una enfermedad. En 2013, tras varios cambios de integrantes, Quiroga, Soulé y Yodi Godoy decidieron limar asperezas para volver a tocar juntos: el 15 de octubre se presentaron en el estadio Luna Park.
Fuente http://www.rock.com.ar/artistas/vox-dei
Carlos Gardelini: guitarra y coros
Simón Quiroga: batería
Willie Quiroga: bajo y voz
Ex integrantes
Juan Carlos "Yody" Godoy: guitarra y voz
Ricardo Soulé: guitarra y voz
Rubén Baso alto: batería
Este grupo se inició en 1968 y resultó ser uno de los más trascendentes de la década de los '70.
El primer demo que grabaron fue "When a man loves a woman", de Percy Sledge. Jorge Alvarez, el productor del sello Mandioca, les organizó una prueba en el teatro Payró: «También estaban los de Manal y de Almendra, porque después tocaban juntos ahí.
Tocamos nosotros y nos fue bárbaro. Cuando nos vamos al camarín, viene un flaco, muy flaco, que nos dice: "loco, la banda suena un montón, pero ¿por qué teniendo todo el idioma, cantan en inglés?". Le dije: "sabés que tenés razón" y automáticamente ese día, mientras volvíamos en tren, empecé a hacer la traducción de las letras y empezamos a cantar en castellano.
Era Luis Alberto Spinetta, que siempre la pone justa» (Willy Quiroga, en E.Abalos, pág 80). Todavía no tenían definido el nombre de la banda: se presentaban como "Mach 4", pero al conocer a la gente del sello Mandioca, éstos le comentaron que no les terminaba de gustar. Así, Willy leyó la frase "vox populi, vox dei" y automáticamente lo sedujo.
Se lo propuso al resto de los músicos y terminó convenciéndolos: "bueno, se lo ponemos en forma provisoria y cualquier cosa, después se lo cambiamos". Y así quedó. Los primeros simples fueron "Azúcar amarga" (originalmente "Bitter Sugar"), "Quiero ser" y "Presente" (todos de 1969).
Una de sus primeras presentaciones fue en el Festival Beat de la Canción, en junio del '69. Para Mandioca grabaron "Caliente" (1970), el primer disco. Luego se concentraron en la creación de una obra conceptual que vería la luz en febrero de 1971. "La Biblia" marcó todo un hito en la historia del rock nacional y se convirtió en la máxima creación de Vox Dei en toda su carrera. Quiroga recuerda: «Teníamos miedo que se transformara todo en una payasada, incluso fuimos cuestionados por algunos que decían "cómo se atreven estos pelilargos a hacer La Biblia"». En el festival B.A.Rock presentaron un adelanto del material, la primera parte del "Génesis", aún sin letra. Tras registrar este trabajo, Yody Godoy se alejó del grupo, por "motivos personales". El Arzobispado, que había pedido revisar las letras, recomendó a la juventud que escuchara el disco. La presentación de La Biblia se hizo en el Teatro Alvear, con Ignacio Smilari en lugar de Godoy. A estos cuatro shows les siguió una gira por las capitales más importantes del interior. De regreso, Vox Dei quedó definitivamente constituído en un trío. En 1972 se re-editó el primer álbum y se grabó el tercero, "Jeremías, pies de plomo". Durante las presentaciones en vivo de este material se registró "La nave infernal" (1973) y, al poco tiempo, "Es una nube, no hay dudas", ya para una discográfica internacional. Tras "Vox Dei para Vox Dei" (1974), Ricardo Soulé anunció su alejamiento del grupo para dedicarse de lleno a su carrera solista. Carlos Michelini (guitarra) lo reemplazó en "Estamos en la pecera" (1975) y luego fue reemplazado por Raúl Fernández. Con esta alineación editaron "Ciego de siglos" (1976).
Bajo la dirección de Billy Bond, Raúl Porchetto, Sui Generis, Espíritu y otros grupos se unieron para grabar una remozada versión de La Biblia, sin siquiera invitar a sus autores. Soulé retornó en 1978 para "Gata de noche", debido a que su carrera no tenía mayor repercusión. Vox Dei retornó así al éxito, sobretodo en el interior del país. El siguiente proyecto fue "El Cid Campeador según Vox Dei": compusieron seis movimientos, los tocaron en vivo, pero la discográfica se negó a grabarlo. Las diferencias internas eran ya muy fuertes y decidieron entonces cumplir con el contrato que los ligaba hasta 1981 y luego separarse. Organizaron un recital despedida en Obras para terminar con la banda. Sin embargo, los "retornos" se hicieron frecuentes. En 1985 nominaron a Vox Dei para los premios Konex por su trayectoria en la música popular argentina. Soulé y Quiroga aprovecharon para reciclar "La Biblia", junto a Luis Valenti en teclados. La buena repercusión los llevó a editar un nuevo álbum, "Tengo razones para seguir" (1988).
En octubre de 1994 editaron un disco en forma independiente, "Sin darle ya más vueltas", que fue presentado en pequeños lugares. Por entonces, los seguidores de la banda eran principalmente jóvenes, por lo que debieron alejar los shows de la nostalgia para incursionar en un sonido más moderno. A fines de 1997, Soulé, Quiroga y Basoalto recrearon nuevamente "La Biblia", con Andrés Calamaro, Fito Páez y Alejandro Lerner como invitados especiales. «En 1971 salió como se pudo. Ahora tenemos la posibilidad de grabarla en su totalidad y tal como fue concebida. Nos llevó 27 años, pero a otros les fue peor», destaca Soulé.
En el 2002, Willy Quiroga (bajo y voz) y Rubén Basoalto (batería) rearmaron nuevamente el grupo, junto a Carlos Gardellini (guitarra). «Nosotros estamos tocando todos los fines de semana, -comentaba Quiroga- presentando el resultado de 35 años de trabajo. Vox Dei no está ni en la cresta de la ola ni está para hacer el Opera o el Gran Rex. Pero donde vamos la gente nos va a ver». La banda salió de gira por todo el país y muchísimas iglesias del interior les abrieron la puerta para que interpretaron ahí su obra cumbre. En el 2005 lanzaron "En el camino", un nuevo disco.
"Habla un poco de nosotros, -dice Quiroga- los argentinos, que tenemos que encontrar un camino común hacia un lugar que está en nuestras intenciones y en nuestra imaginación. Un lugar donde hay respeto por los mayores, un país manejado por gente hábil y útil, y no por los intereses personales". Rubén Basoalto murió el 3 de noviembre de 2010, luego de una enfermedad. En 2013, tras varios cambios de integrantes, Quiroga, Soulé y Yodi Godoy decidieron limar asperezas para volver a tocar juntos: el 15 de octubre se presentaron en el estadio Luna Park.
Fuente http://www.rock.com.ar/artistas/vox-dei
lunes, 13 de octubre de 2014
Poema Mi Oración A Todas Horas de Estanislao del Campo
Señor mío Jesucristo,
Dios y hombre verdadero,
a quien, aunque nunca he visto
con fe profunda venero:
heme postrado de hinojos
ante tu altar esplendente,
alzando a Ti de mis ojos
la mirada reverente;
humilde el suelo besando,
dándome golpes de pecho,
con cilicios macerando
mis piernas de trecho en trecho;
cubierto de cardenales
de faz ancha y purpurina,
que me sacan los ramales
de esta dura disciplina;
con el rostro macilento
por causa de ayuno tanto,
y entrecortado el acento
por el más amargo llanto;
suplicándote, Señor,
por la sangre que vertiste
para ser el Redentor
del mundo que redimiste;
y rogándote, Señor,
en fervorosa oración,
que siendo mi Criador
impidas mi destrucción.
Y pues misericordioso
infinitamente eres, líbrame,
Jesús piadoso, del álbum de las mujeres.
El álbum, Señor, es peste
que no habrá quien la sofoque
si desde el reino celeste
no nos mandas a San Roque.
Líbrame, Señor,
ya que eres la fuente de todo bien,
del álbum de las mujeres,
por siempre jamás, amén.
Estanislao Del Campo
Dios y hombre verdadero,
a quien, aunque nunca he visto
con fe profunda venero:
heme postrado de hinojos
ante tu altar esplendente,
alzando a Ti de mis ojos
la mirada reverente;
humilde el suelo besando,
dándome golpes de pecho,
con cilicios macerando
mis piernas de trecho en trecho;
cubierto de cardenales
de faz ancha y purpurina,
que me sacan los ramales
de esta dura disciplina;
con el rostro macilento
por causa de ayuno tanto,
y entrecortado el acento
por el más amargo llanto;
suplicándote, Señor,
por la sangre que vertiste
para ser el Redentor
del mundo que redimiste;
y rogándote, Señor,
en fervorosa oración,
que siendo mi Criador
impidas mi destrucción.
Y pues misericordioso
infinitamente eres, líbrame,
Jesús piadoso, del álbum de las mujeres.
El álbum, Señor, es peste
que no habrá quien la sofoque
si desde el reino celeste
no nos mandas a San Roque.
Líbrame, Señor,
ya que eres la fuente de todo bien,
del álbum de las mujeres,
por siempre jamás, amén.
Estanislao Del Campo
domingo, 28 de septiembre de 2014
Poema Gobierno Gaucho
Tomé en casa el otro día
tan soberano peludo,
que hasta hoy, caballeros,
«Vaya largando terreno,
«Si el pasto nace en el suelo
Un rancho, para sestiar
Que el que quiera ser pulpero,
Si no me hubiese empinao
tan soberano peludo,
que hasta hoy, caballeros,
dudo si ando mamao todavía.
Carculen cómo sería
la mamada que agarré,
Que, sin más, me afiguré
Que yo era el mesmo Gobierno,
Y más leyes que un infierno
Gomitao y trompezando,
Gomitao y trompezando,
Del fogón pasé a la sala,
Con un garrote de tala
Que era mi bastón de mando;
Y medio tartamudiando,
Y con el pelo en la frente,
A causa del aguardiente,
Los ojos medio vidriosos,
Y con los labios babosos,
Hablé del tenor siguiente:
Cuide cada uno lo suyo
Que es la cosa más derecha.
No abandone su cosecha
El gaucho que haiga sembrao:
Deje que el que es hacendao
Cuide las vacas que tiene,
Que él es a quien le conviene
Asigurar su ganao».
«Vaya largando terreno,
Sin mosquiar, el ricachón,
Capaz, de puro mamón
De mamar hasta con freno;
Pues no me parece güeno
Sino que, por el contrario,
Es injusto y albitrario
Que tenga media campaña,
Sólo porque tuvo maña
Para hacerse arrendatario».
«Si el pasto nace en el suelo
Es porque Dios lo ordenó,
Que para eso agua les dió
A los ñublados del cielo.
Dejen pues que al caramelo
Le hinquemos todos el diente,
Y no andemos, tristemente,
Sin tener en donde armar
Un rancho, para sestiar
Cuando pica el sol ardiente».
«Mando que dende este instante.
Lo casen a uno de balde;
Que envaine el corvo el Alcalde
Y su lista el Comendante;
Que no sea atropellante
El Juez de Paz del Partido;
Que a aquel que lo hallen bebido,
Porque así le dio la gana,
No le meneen catana
Que al fin está divertido».
Que el que quiera ser pulpero,
Se ha de confesar primero
Para que tenga concencia.
Porque es cierto, a la evidencia,
Que hoy naides tiene confianza
Ni en medida ni en balanza,
Pues todo venden mermao,
Y cuando no es vino aguao
Es yerba con mescolanza».
Pase por otro Partido;
Pues libre el hombre ha nacido
Y ande quiera puede dir.
Y si es razón permitir
Que el pueblero vaya y venga,
Justo es que el gaucho no tenga
Que dar cuenta a donde va,
Sino que con libertá
Vaya a donde le convenga».
A ver si hay una persona
De las que me han escuchao
Que digan que he gobernao
Sin acierto con la mona;
Sáquemen una carona,
De mi mesmísimo cuero,
Sino haría un verdadero
Gobierno, Anastasio el Pollo,
Que hasta mamao es un criollo
Más servicial que un yesquero.
Si no me hubiese empinao
Como me suelo empinar
La limeta, hasta acabar,
Lindo lo habría acertao;
Pues lo que hubiera quedao
Lo mando como un favor
Al mesmo gobernador
Que nos manda en lo presente,
A ver si con mi aguardiente
Nos gobernaba mejor.
Estanislao del Campo
jueves, 25 de septiembre de 2014
FAUSTO
"Como a eso de la oración,
aura cuatro o cinco noches,
vide una fila de coches
contra el tiatro de Colón.
La gente en el corredor,
como hacienda amontonada,
pujaba desesperada
por llegar al mostrador.
Allí a juerza de sudar,
y a punta de hombro y de codo,
hice, amigazo, de modo
que al fin me pude arrimar.
Cuando compré mi dentrada y di güelta...
¡Cristo mío! estaba pior el gentío
que una mar alborotada.
Era a causa de una vieja
que le había dado el mal...
-Y si es chico ese corral
¿ a qué encierran tanta oveja? "
Estanislao del Campo ( fragmento)
aura cuatro o cinco noches,
vide una fila de coches
contra el tiatro de Colón.
La gente en el corredor,
como hacienda amontonada,
pujaba desesperada
por llegar al mostrador.
Allí a juerza de sudar,
y a punta de hombro y de codo,
hice, amigazo, de modo
que al fin me pude arrimar.
Cuando compré mi dentrada y di güelta...
¡Cristo mío! estaba pior el gentío
que una mar alborotada.
Era a causa de una vieja
que le había dado el mal...
-Y si es chico ese corral
¿ a qué encierran tanta oveja? "
Estanislao del Campo ( fragmento)
domingo, 21 de septiembre de 2014
Luis Alberto Spinetta
Quien piense en la poesía de rock argentino, no puede pasar por alto a Luis Alberto Spinetta, nacido el 23 de enero de 1950 en Capital Federal, es uno de los autores mas prolíficos y poéticos de nuestro rock.
Su carrera solista estuvo mezclada con varias de las bandas que integró. En su debut integra "Almendra", junto con algunos de sus compañeros de colegio. Ya separada la banda edita su primer disco solista en 1971.
Luego formaría "Pescado Rabioso" durante dos años, al separarse la banda edita "Artaud" que aunque figura como de "Pescado Rabioso" es un solista de Spinetta. Todavía en 1973 forma "Invisible" durante varios años hasta que en 1977 edita como solista "A 18 minutos del sol" con el apoyo de la "Banda Spinetta". En 1979 se reúne "Almendra", esto se repetiría en 1980. Pero en el medio de estas reuniones, Spinetta viaja a EEUU y graba un disco que tendría muy poca difusión, "Only love can sustain", disco que saldría editado en Argentina recién en octubre de 1980 con el nombre de "Solo el amor puede sostener". Culminada la reunión de "Almendra" forma "Spinetta Jade" banda con la cual alternaría su carrera solista, así en 1982 edita un acústico "Kamikaze" y en 1983, un eléctrico "Mondo di Cromo".
Para 1985 intenta editar un disco con Charly García que peleas mediante no se concreta, de este intento solo quedaría registrado un tema que edita en "Prive", pero otro proyecto a dúo, ahora con Fito Paez, vería la luz en 1986 como "La La La". Durante 1988 y 1989 edita "Téster de violencia" y "Don Lucero", en 1990 edita "Piel de piel" y "Exactas" que es su único disco en vivo y fue grabado durante un recital en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas (Universidad de Buenos Aires). En 1991 edita "Pelusón of Milk" y efectúa muy pocas presentaciones en vivo, hasta que en 1994 compone la banda de sonido de la película "Fuego Gris", inicia a partir de este momento una nueva etapa formando como su banda de apoyo, el trío "Los Socios del Desierto". Con "Los Socios.." edita un disco doble, de muy buena calidad y un Unplugged para la MTV, a este le sucede "San Cristofolo", "Elija y Gane" y ya los primeros días del año 2000 "Los Ojos", en el año 2001 edita "Silver Sorgo". El 11 de enero de 1997 se presenta en el ciclo "Buenos Aires Vivo" ante 100.000 personas.
A mediados del año 2002 edita "Spinetta Obras" un disco en vivo grabado en un show que diera en el mítico estadio "Obras " (Capital Federal), en el que se plasma la polenta del flaco en escena y el eterno romance con su público. En agosto de 2002 realiza una exitosa gira por Chile, Ecuador y Bolivia, que remata el lunes 26 de agosto, con un histórico recital en el celebre teatro "Colón" de Buenos Aires .
En Julio de 2003 edita un trabajo de estudio llamado "Para los árboles", eficazmente acompañado por Javier Malosetti en bajo, Daniel Wirzt en la batería, Claudio Cardone en teclados, la voz de Graciela Cosceri, los teclados de Mono Fontana y la percusión de Nico Cota. En diciembre de 2004 edita Camalotus, EP con tres temas más un remix de "Agua de la miseria" que formara parte de su disco anterior. En febrero de 2006 lanza Pan un disco donde retorma a su sonido mas viceral. Hacia julio de 2008 y luego de alguna que otra postergación motivada principalmente por la fabricación del disco y su tapa, Spinetta edita "Un mańana", un trabajo con 12 temas de estudio grabados en forma analógica, y acompañando por una banda que lo venia acompañando desde hace unos años compuesta por Claudio Cardone en teclados, Sergio Verdinelli en batería y Nerina Nicotra en bajo. En "Un Mañana", Luis Alberto parece volver un poco a una temática mas accesible y directa que en anteriores trabajos, aunque no por ello, deja de lado un entretejido de armónico y melódico al que nos tiene acostumbrados.
En julio de 2009 la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (Capif) lo distingue con la entrega del premio "Gardel de Oro", ademas de premiarlo en las categorias: "Mejor Álbum Artista de Rock", "Mejor Diseño de Portada", "Álbum del Año" y "Mejor Video Clip" por su disco "Un mañana" y "Canción del Año" por el tema "Mi elemento". Spinetta brinda el viernes 4 de diciembre de 2009 un concierto histórico en el estadio del club Velez Sarfield ante una cifra cercana a los 40.000 espectadores, con el objeto de celebrar sus 40 años con la música. Histórico no solo por la gran cantidad de músicos que lo acompañaron -se pudo ver a las formaciones de Invisible, Pescado Rabioso, Spinetta Jade, Almendra, Los socios del desierto y su banda actual- tampoco por la ya reconocida calidad del Flaco sino además por que el show arranco a las 22 Hs de un viernes y terminó a las 3:30 de un sábado, totalizando unas 5 horas y media de música, tocando mas de 50 temas... que permitieron disfrutar el 100% de Spinetta.
En diciembre de 2010 se edita un Boxset llamado "Spinetta y las Bandas Eternas" conteniendo el show en Velez, incluyendo 3 CDs, 3 DVDs y 2 libros. En diciembre de 2011 el flaco, saliendo al cruce de especulaciones en torno a su salud, hace pública una carta a través del Twiter de su hijo, donde confirmaba el peor diagnóstico:
"Desde el mes de julio sé que tengo cáncer de pulmón".
El gran poeta de nuestro rock, Luis Alberto Spinetta falleció el miércoles 8 de febrero de 2012.
sábado, 20 de septiembre de 2014
Capítulo 11
Gregorovius se dejó llenar el vaso de vodka y empezó a beber a sorbos delicados.
Dos velas ardían en la repisa de la chimenea donde Babs guardaba las medias sucias y las botellas de cerveza.
A través del vaso hialino Gregorovius admiró el desapegado arder de las dos velas, tan ajenas a ellos y anacrónicas como la corneta de Bix entrando y saliendo desde un tiempo diferente. Le molestaban un poco los zapatos de Guy Monod que dormía en el diván o escuchaba con los ojos cerrados. La Maga vino a sentarse en el suelo con un cigarillo en la boca.
En los ojos le brillaban las llamas de las velas verdes. Gregorovius la contempló extasiado, acordándose de una calle de Morlaix al anochecer, un viaducto altísimo, nubes. - Esa luz es tan usted, algo que viene y va, que se mueve todo el tiempo.
- Como la sombra de Horacio - dijo la Maga
-. Le crece y le descrece la nariz, es extraordinario.
- Babs es la pastora de las sombras - dijo Gregorovius
-. A fuerza de trabajar la arcilla, esas sombras concretas... Aquí todo respira, un contacto perdido se restablece; la música ayuda, el vodka, la amistad...
Esas sombras en la cornisa; la habitación tiene pulmones, algo que late. Sí, la electricidad es eleática, nos ha petrificado las sombras.
Ahora forman parte de los muebles y las caras.
Pero aquí, en cambio...
Mire esta moldura, la respiración de su sombra, la voluta que sube y baja. El hombre vivía entonces en una noche blanda, permeable, en un diálogo continuo. Los terrores, qué lujo para la imaginación.. Juntó las manos, separando apenas los pulgares: un perro empezó a abrir la boca en la pared y a mover las orejas. La Maga se reía. Entonces Gregorovius le preguntó cómo era Montevideo, el perro se disolvió de golpe, porque él no estaba bien seguro de que ella fuese uruguaya; Lester Young y los Kansas City Six. Sh... (Ronald dedo en la boca). - A mí me suena raro el Uruguay. Montevideo debe estar lleno de torres, de campanas fundidas después de las batallas. No me diga que en Montevideo no hay grandísimos lagartos a la orilla del río. - Por supuesto - dijo la Maga -. Son cosas que se visitan tomando el ómnibus que va a Pocitos. - ¿Y la gente conoce bien a Lautréamont, en Montevideo? - ¿Lautréamont? - preguntó la Maga. Gregorovius suspiró y bebió más vodka. Lester Young, saxo tenor, Dickie Wells, trombón, Joe Bushkin, piano, Bill Coleman, trompeta, John Simmons, contrabajo, Jo Jones, batería. Four O'clock Drag. Sí, grandísimos lagartos, trombones a la orilla del río, blues arrastrándose, probablemente drag quería decir lagarto de tiempo, arrastre interminable de las cuatro de la mañana. O completamente otra cosa. " Ah, Lautréamont ", decía la Maga recordando de golpe.
" Sí, yo creo que lo conocen muchísimo."
- Era uruguayo, aunque no lo parezca.
- No parece - dijo la Maga, rehabilitándose.
- En realidad, Lautréamont...
Pero Ronald se está enojando, ha puesto a uno de sus ídolos. Habría que callarse, una lástima. Hablemos muy bajo y usted me cuenta Montevideo.
- Ah, merde alors - dijo Etienne, mirándolos furioso. El vibráfono tanteaba el aire, iniciando escaleras equívocas, dejando un peldaño en blanco saltaba cinco de una vez y reaparecía en lo más alto, Lionel Hampton balanceaba Save it pretty mamma, se soltaba y caía rodando entre vidrios, giraba en la punta de un pie, constelaciones instantáneas, cinco estrellas, tres estrellas, diez estrellas, las iba apagando con la punta del escarpín, se hamacaba con una sombrilla japonesa girando vertiginosamente en la mano, y toda la orquestra entró en la caída final, una trompeta bronca, la tierra, vuelta abajo, volatinero al suelo, finibus, se acabó.
Gregorovius oía en un susurro Montevideo vía la Maga, y quizá iba a saber por fin algo más de ella, de su infancia, si verdaderamente se llamaba Lucía como Mimí, estaba a esa altura del vodka en que la noche empieza a ponerse magnánima, todo le juraba fidelidad y esperanza, Guy Monod había replegado las piernas y los duros zapatos ya no se clavaban en la rabadilla de Gregorovius, la Maga se apoyaba un poco en él, livianamente sentía la tibieza de su cuerpo, cada movimiento que hacía para hablar o seguir la música. Entrecerradamente Gregorovius alcanzaba a distinguir el rincón donde Ronald y Wong elegían y pasaban los discos. Oliveira y Babs en el suelo, apoyados en una manta esquimal clavada en la pared, Horacio oscilando cadencioso en el tabaco, Babs perdida de vodka y alquiler vencido y unas tinturas que fallaban a los trescientos grados, un azul que se resolvía en rombos anaranjados, algo insoportable.
Entre el humo los labios de Oliveira se movían en silencio, hablaba para adentro, hacia atrás, a otra cosa que retorcía imperceptiblemente las tripas de Gregorovius, no sabía por qué, a lo mejor porque esa como ausencia de Horacio era una farsa, le dejaba a la Maga para que jugara un rato pero él seguía ahí, moviendo los labios en silencio, hablándose con la Maga entre el humo y el jazz, riéndose para adentro de tanto Lautréamont y tanto Montevideo.
Julio Cortázar
Dos velas ardían en la repisa de la chimenea donde Babs guardaba las medias sucias y las botellas de cerveza.
A través del vaso hialino Gregorovius admiró el desapegado arder de las dos velas, tan ajenas a ellos y anacrónicas como la corneta de Bix entrando y saliendo desde un tiempo diferente. Le molestaban un poco los zapatos de Guy Monod que dormía en el diván o escuchaba con los ojos cerrados. La Maga vino a sentarse en el suelo con un cigarillo en la boca.
En los ojos le brillaban las llamas de las velas verdes. Gregorovius la contempló extasiado, acordándose de una calle de Morlaix al anochecer, un viaducto altísimo, nubes. - Esa luz es tan usted, algo que viene y va, que se mueve todo el tiempo.
- Como la sombra de Horacio - dijo la Maga
-. Le crece y le descrece la nariz, es extraordinario.
- Babs es la pastora de las sombras - dijo Gregorovius
-. A fuerza de trabajar la arcilla, esas sombras concretas... Aquí todo respira, un contacto perdido se restablece; la música ayuda, el vodka, la amistad...
Esas sombras en la cornisa; la habitación tiene pulmones, algo que late. Sí, la electricidad es eleática, nos ha petrificado las sombras.
Ahora forman parte de los muebles y las caras.
Pero aquí, en cambio...
Mire esta moldura, la respiración de su sombra, la voluta que sube y baja. El hombre vivía entonces en una noche blanda, permeable, en un diálogo continuo. Los terrores, qué lujo para la imaginación.. Juntó las manos, separando apenas los pulgares: un perro empezó a abrir la boca en la pared y a mover las orejas. La Maga se reía. Entonces Gregorovius le preguntó cómo era Montevideo, el perro se disolvió de golpe, porque él no estaba bien seguro de que ella fuese uruguaya; Lester Young y los Kansas City Six. Sh... (Ronald dedo en la boca). - A mí me suena raro el Uruguay. Montevideo debe estar lleno de torres, de campanas fundidas después de las batallas. No me diga que en Montevideo no hay grandísimos lagartos a la orilla del río. - Por supuesto - dijo la Maga -. Son cosas que se visitan tomando el ómnibus que va a Pocitos. - ¿Y la gente conoce bien a Lautréamont, en Montevideo? - ¿Lautréamont? - preguntó la Maga. Gregorovius suspiró y bebió más vodka. Lester Young, saxo tenor, Dickie Wells, trombón, Joe Bushkin, piano, Bill Coleman, trompeta, John Simmons, contrabajo, Jo Jones, batería. Four O'clock Drag. Sí, grandísimos lagartos, trombones a la orilla del río, blues arrastrándose, probablemente drag quería decir lagarto de tiempo, arrastre interminable de las cuatro de la mañana. O completamente otra cosa. " Ah, Lautréamont ", decía la Maga recordando de golpe.
" Sí, yo creo que lo conocen muchísimo."
- Era uruguayo, aunque no lo parezca.
- No parece - dijo la Maga, rehabilitándose.
- En realidad, Lautréamont...
Pero Ronald se está enojando, ha puesto a uno de sus ídolos. Habría que callarse, una lástima. Hablemos muy bajo y usted me cuenta Montevideo.
- Ah, merde alors - dijo Etienne, mirándolos furioso. El vibráfono tanteaba el aire, iniciando escaleras equívocas, dejando un peldaño en blanco saltaba cinco de una vez y reaparecía en lo más alto, Lionel Hampton balanceaba Save it pretty mamma, se soltaba y caía rodando entre vidrios, giraba en la punta de un pie, constelaciones instantáneas, cinco estrellas, tres estrellas, diez estrellas, las iba apagando con la punta del escarpín, se hamacaba con una sombrilla japonesa girando vertiginosamente en la mano, y toda la orquestra entró en la caída final, una trompeta bronca, la tierra, vuelta abajo, volatinero al suelo, finibus, se acabó.
Gregorovius oía en un susurro Montevideo vía la Maga, y quizá iba a saber por fin algo más de ella, de su infancia, si verdaderamente se llamaba Lucía como Mimí, estaba a esa altura del vodka en que la noche empieza a ponerse magnánima, todo le juraba fidelidad y esperanza, Guy Monod había replegado las piernas y los duros zapatos ya no se clavaban en la rabadilla de Gregorovius, la Maga se apoyaba un poco en él, livianamente sentía la tibieza de su cuerpo, cada movimiento que hacía para hablar o seguir la música. Entrecerradamente Gregorovius alcanzaba a distinguir el rincón donde Ronald y Wong elegían y pasaban los discos. Oliveira y Babs en el suelo, apoyados en una manta esquimal clavada en la pared, Horacio oscilando cadencioso en el tabaco, Babs perdida de vodka y alquiler vencido y unas tinturas que fallaban a los trescientos grados, un azul que se resolvía en rombos anaranjados, algo insoportable.
Entre el humo los labios de Oliveira se movían en silencio, hablaba para adentro, hacia atrás, a otra cosa que retorcía imperceptiblemente las tripas de Gregorovius, no sabía por qué, a lo mejor porque esa como ausencia de Horacio era una farsa, le dejaba a la Maga para que jugara un rato pero él seguía ahí, moviendo los labios en silencio, hablándose con la Maga entre el humo y el jazz, riéndose para adentro de tanto Lautréamont y tanto Montevideo.
Julio Cortázar
martes, 16 de septiembre de 2014
Rayuela: Capítulo 7
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.
Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Julio Cortázar
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio.
Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.
Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
Julio Cortázar
martes, 9 de septiembre de 2014
Rayuela (Capítulo 1)
Capítulo 1
¿Encontraría a la Maga?
Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. Pero ella no estaría ahora en el puente.
Su fina cara de translúcida piel se asomaría a viejos portales en el ghetto del Marais, quizá estuviera charlando con una vendedora de papas fritas o comiendo una salchicha caliente en el boulevard de Sebastopol. De todas maneras subí hasta el puente, y la Maga no estaba. Ahora la Maga no estaba en mi camino, y aunque conocíamos nuestros domicilios, cada hueco de nuestras dos habitaciones de falsos estudiantes en París, cada tarjeta postal abriendo una ventanita Braque o Ghirlandaio o Max Ernst contra las molduras baratas y los papeles chillones, aun así no nos buscaríamos en nuestras casas. Preferíamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club o agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra. Justamente un paraguas, Maga, te acordarías quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo.
Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo para meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pinto o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayó un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en el ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda; entonces yo lo arrollé lo mejor posible, lo llevamos hasta lo alto del parque, cerca del puentecito sobre el ferrocarril, y desde allá lo tiré con todas mis fuerzas al fondo de la barranca de césped mojado mientras vos proferías un grito donde vagamente creí reconocer una imprecación de walkiria. Y en el fondo del barranco se hundió como un barco que sucumbe al agua verde, al agua verde y procelosa, a la mer qui est plus félonesse en été qu'en hiver, a la ola pérfida, Maga, según enumeraciones que detallamos largo rato, enamorados de Joinville y del parque, abrazados y semejantes a árboles mojados o a actores de cine de alguna pésima película húngara. Y quedó entre el pasto, mínimo y negro, como un insecto pisoteado. Y no se movió, ninguno de sus resortes se estiraba como antes.
Terminado. Se acabó.
Oh Maga, y no estábamos contentos.
¿Qué venía yo a hacer al Pont des Arts?
Me parece que ese jueves de diciembre tenía pensado cruzar a la villa derecha y beber vino en el cafecito de la rue des Lombards donde madame Leonie me mira la palma de la mano y me anuncia viajes y sorpresas. Nunca te llevé a que madame Leonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro. De manera que nunca te llevé a que madame Leonie, Maga; y sí, porque me lo dijiste, que a vos no te gustaba que yo te viese entrar en la pequeña librería de la rue de Verneuil, donde un anciano agobiado haca miles de fichas y sabe todo lo que puede saberse sobre historiografía.
Ibas allá a jugar con un gato, y el viejo te dejaba entrar y no te hacía preguntas, contento de que a veces le alcanzaras algún libro de los estantes más altos. Y te calentabas en su estufa de gran caño negro y no te gustaba que yo supiera que ibas a ponerte al lado de esa estufa. Pero todo esto había que decirlo en su momento, solo que era difícil precisar el momento de una cosa, y aun ahora, acodado en el puente, viendo pasar una pinaza color borra vino, hermosísima como una gran cucaracha reluciente de limpieza, con una mujer de delantal blanco que colgaba ropa en un alambre de la proa, mirando sus ventanillas pintadas de verde con cortinas Hansel y Gretel, aun ahora, Maga, me preguntaba si este rodeo tenía sentido, ya que para llegar a la rue des Lombards me hubiera convenido más cruzar el Pont Saint-Michel y el Pont au Change. Pero si hubieras estado ahí esa noche, como tantas otras veces, yo habría sabido que el rodeo tenía un sentido, y ahora en cambio envilecía mi fracaso llamándolo rodeo. Era cuestión, después de subirme el cuello de la canadiense, de seguir por los muelles hasta entrar en esa zona de grandes tiendas que se acaba en el Chatelet, pasar bajo la sombra violeta de la Tour Saint-Jacques y subir por mi calle pensando en que no te había encontrado y en madame Leonie. Sé que un día llegué a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo lo que otros ven. Sé que salías de un café de la rue du Cherche-Midi y que nos hablamos. Esa tarde todo anduvo mal, porque mis costumbres argentinas me prohibían cruzar continuamente de una vereda a otra para mirar las cosas más insignificantes en las vitrinas apenas iluminadas de unas calles que ya no recuerdo. Entonces te seguía de mala gana, encontrándote petulante y malcriada, hasta que te cansaste de no estar cansada y nos metíamos en un café del Boul Mich y de golpe, entre dos medialunas, me contaste un gran pedazo de tu vida. Cómo podía yo sospechar que aquello que parecía tan mentira era verdadero, un Figari con violetas de anochecer, con caras lívidas, con hambre y golpes en los rincones. Más tarde te creí, más tarde hubo razones, hubo madame Leonie que mirándome la mano que había dormido con tus senos me repitió casi tus mismas palabras. "Ella sufre en alguna parte. Siempre ha sufrido. Es muy alegre, adora el amarillo, su pájaro es el mirlo, su hora la noche, su puente el Pont des Arts." (Una pinaza color borra vino, Maga, y por qué no nos habremos ido en ella cuando todavía era tiempo.) Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos, y entonces primero cosas como estrellas amarillas (moviéndose en una jalea de terciopelo), luego saltos rojos del humor y de las horas, ingreso paulatino en un mundo - Maga que era la torpeza y la confusión pero también helechos con la firma de la arena Klee, el circo Miró, los espejos de ceniza Vieira da Silva, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil.
Y entonces en esos días íbamos a los cine-clubs a ver películas mudas, porque yo con mi cultura, no es cierto, y vos pobrecita no entendías absolutamente nada de esa estridencia amarilla convulsa previa a tu nacimiento, esa emulsión estriada donde corrían los muertos; pero de repente pasaba por ahí Harold Lloyd y entonces te sacudías el agua del sueño y al final te convencías de que todo había estado muy bien, y que Pabst y que Fritz Lang. Me hartabas un poco con tu manía de perfección, con tus zapatos rotos, con tu negativa a aceptar lo aceptable. Comíamos hamburgers en el Carrefour de l'Odeon, y nos íbamos en bicicleta a Montparnasse, a cualquier hotel a cualquier almohada.
Pero otras veces seguíamos hasta la Porte d'Orleans, conocíamos cada vez mejor la zona de terrenos baldíos que hay más allá del Boulevard Jourdan, donde a veces a medianoche se reunían los del club de la Serpiente pare hablar con un vidente ciego, paradoja estimulante.
Dejábamos las bicicletas en la calle y nos internábamos de a poco, parándonos a mirar el cielo porque esa es una de las pocas zonas de París donde el cielo vale más que la sierra. Sentados en un montón de basuras fumábamos un rato, y la Maga me acariciaba el pelo o canturreaba melodías ni siquiera inventadas, melopeyas absurdas cortadas por suspiros o recuerdos. Yo aprovechaba para pensar en cosas inútiles, método que había empezado a practicar años atrás en un hospital y que cada vez me parecía más fecundo y necesario. Con un enorme esfuerzo, reuniendo imágenes auxiliares, pensando en olores y caras, conseguía extraer de la nada un par de zapatos marrones que había usado en Olavarría en 1940. Tenían tacos de goma, suelas muy fines, y cuando llovía me entraba el agua hasta el alma. Con ese par de zapatos en la mano del recuerdo, el resto venía solo: la cara de doña Manuela, por ejemplo, o el poeta Ernesto Morroni. Pero los rechazaba porque el juego consistía en recobrar tan solo lo insignificante, lo in ostentoso, lo perecido. Temblando de no ser capaz de acordarme, atacado por la polilla que propone la prórroga, imbécil a fuerza de besar el tiempo, terminaba por ver al lado de los zapatos una latita de Té Sol que mi madre me había dado en Buenos Aires. Y la cucharita pare el té, cuchara-ratonera donde las lauchitas negras se quemaban vivas en la taza de agua lanzando burbujas chirriantes. Convencido de que el recuerdo lo guarda todo y no solamente a las Albertinas y a las grandes efemérides del corazón y los rincones, me obstinaba en reconstruir el contenido de mi mesa de trabajo en Floresta, la cara de una muchacha irrecordable llamada Gekrepten, la cantidad de plumas cucharita que había en mi caja de útiles de quinto grado, y acababa temblando de tal manera y desesperándome (porque nunca he podido acordarme de esas plumas cucharita, sé que estaban en la caja de útiles, en un compartimiento especial, pero no me acuerdo de cuántas eran ni puedo precisar el momento justo en que debieron ser dos o seis), hasta que la Maga, besándome y echándome en la cara el humo del cigarrillo y su aliento caliente, me recobraba y nos reíamos, empezábamos a andar de nuevo entre los montones de basura en busca de los del club. Ya para entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de brújulas. Con la Maga hablábamos de pata física hasta cansarnos, porque a ella también le ocurría (y nuestro encuentro era eso, y tantas cosas oscuras como el fósforo) caer de continuo en las excepciones, verse metida en casillas que no eran las de la gente, y esto sin despreciar a nadie, sin creernos Maldorores en liquidación ni Melmoths privilegiadamente errantes. No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas más fenomenales de este circo, y sin embargo baste suponerle una conciencia para comprender que cada vez que se le encandila la barriguita el bicho de luz debe sentir como una cosquilla de privilegio. De la misma manera a la Maga le encantaban los líos inverosímiles en que andaba metida siempre por causa del fracaso de las leyes en su vida. Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos, o se acuerdan llorando a gritos de haber visto en una vitrina el décimo de lotería que acaba de ganar cinco millones. Por mi parte ya me había acostumbrado a que me pasaran cosas modestamente excepcionales, y no encontraba demasiado horrible que al entrar en un cuarto a oscuras para recoger un álbum de discos, sintiera bullir en la palma de la mano el cuerpo vivo de un ciempiés gigante que había elegido dormir en el lomo del álbum. Eso, y encontrar grandes pelusas grises o verdes dentro de un paquete de cigarrillos, u oír el silbato de una locomotora exactamente en el momento y el tono necesarios pare incorporarse ex oficio a un pasaje de una sinfonía de Ludwig Van, o entrar a una pissottière de la rue de Medicis y ver a un hombre que orinaba aplicadamente hasta el momento en que, apartándose de su comportamiento, giraba hacia mí y me mostraba, sosteniéndolo en la palma de la mano como un objeto litúrgico y precioso, un miembro de dimensiones y colores increíbles, y en el mismo instante darme cuenta de que ese hombre era exactamente igual a otro (aunque no era el otro) que veinticuatro horas antes, en la Salle de Géographie, había disertado sobre tótems y tabúes, y había mostrado público, sosteniéndolos preciosamente en la palma de la mano, bastoncillos de marfil, plumas de pájaro lira, monedas rituales, fósiles mágicos, estrellas de mar, pescados secos, fotografías de concubinas reales, ofrendas de cazadores, enormes escarabajos embalsamados que hacían temblar de asustada delicia a las infaltables señoras.
En fin, no es fácil hablar de la Maga que a esta hora anda seguramente por Belleville o Pantin, mirando aplicadamente el suelo hasta encontrar un pedazo de género rojo. Si no lo encuentra seguirá así toda la noche, revolverá en los tachos de basura, los ojos vidriosos, convencida de que algo horrible le va a ocurrir si no encuentra esa prenda de rescate, la señal del perdón o del aplazamiento. Sé lo que es eso porque también obedezco a esas señales, también hay veces en que me toca encontrar trapo rojo. Desde la infancia apenas se me cae algo al suelo tengo que levantarlo, sea lo que sea, porque si no lo hago va a ocurrir una desgracia, no a mí sino a alguien a quien amo y cuyo nombre empieza con la inicial del objeto caído. Lo peor es que nada puede contenerme cuando algo se me cae al suelo, ni tampoco vale que lo levante otro porque el maleficio obraría igual. He pasado muchas veces por loco a causa de esto y la verdad es que estoy loco cuando lo hago, cuando me precipito a juntar un lápiz o un trocito de papel que se me han ido de la mano, como la noche del terrón de azúcar en el restaurante de la rue Scribe, un restaurante bacán con montones de gerentes, putas de zorros plateados y matrimonios bien organizados. Estábamos con Ronald y Etienne, y a mí se me cayó un terrón de azúcar que fue a parar abajo de una mesa bastante lejos de la nuestra. Lo primero que me llamó la atención fue la forma en que el terrón se había alejado, porque en general los terrones de azúcar se plantan apenas tocan el suelo por razones paralelepípedas evidentes. Pero este se conducía como si fuera una bola de naftalina, lo cual aumentó mi aprensión, y llegué a creer que realmente me lo habían arrancado de la mano. Ronald, que me conoce, miró hacia donde había ido a parar el terrón y se empezó a reír. Eso me dio todavía más miedo, mezclado con rabia. Un mozo se acercó pensando que se me había caído algo precioso, una Parker o una dentadura postiza, y en realidad lo único que hacía era molestarme, entonces sin pedir permiso me tiré al suelo y empecé a buscar el terrón entre los zapatos de la gente que estaba llena de curiosidad creyendo (y con razón) que se trataba de algo importante. En la mesa había una gorda pelirroja, otra menos gorda pero igualmente putona, y dos gerentes o algo así. Lo primero que hice fue darme cuenta de que el terrón no estaba a la vista y eso que lo había visto saltar hasta los zapatos (que se movían inquietos como gallinas). Para peor el piso tenía alfombra, y aunque estaba asquerosa de usada el terrón se había escondido entre los pelos y no podía encontrarlo. El mozo se tiró del otro lado de la mesa y ya éramos dos cuadrúpedos moviéndonos entre los zapatos-gallina que allá arriba empezaban a cacarear como locas. El mozo seguía convencido de la Parker o el Luis de oro, y cuando estábamos bien metidos debajo de la mesa, en una especie de gran intimidad y penumbra y él me preguntó y yo le dije, puso una cara que era como para pulverizarla con un fijador, pero yo no tenía ganas de reír, el miedo me hacía una doble llave en la boca del estómago y al final me dio una verdadera desesperación (el mozo se había levantado furioso) y empecé a agarrar los zapatos de las mujeres y a mirar si debajo del arco de la suela no estaría agazapado el azúcar, y las gallinas cacareaban, los gallos gerentes me picoteaban el lomo, oía las carcajadas de Ronald y de Etienne mientras me movía de una mesa a otra hasta encontrar el azúcar escondido detrás de una pata Segundo Imperio. Y todo el mundo enfurecido, hasta yo con el azúcar apretado en la palma de la mano y sintiendo como se mezclaba con el sudor de la piel, como asquerosamente se deshacía en una especie de venganza pegajosa, esa clase de episodios todos los días. Julio Cortázar
¿Encontraría a la Maga?
Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico. Pero ella no estaría ahora en el puente.
Su fina cara de translúcida piel se asomaría a viejos portales en el ghetto del Marais, quizá estuviera charlando con una vendedora de papas fritas o comiendo una salchicha caliente en el boulevard de Sebastopol. De todas maneras subí hasta el puente, y la Maga no estaba. Ahora la Maga no estaba en mi camino, y aunque conocíamos nuestros domicilios, cada hueco de nuestras dos habitaciones de falsos estudiantes en París, cada tarjeta postal abriendo una ventanita Braque o Ghirlandaio o Max Ernst contra las molduras baratas y los papeles chillones, aun así no nos buscaríamos en nuestras casas. Preferíamos encontrarnos en el puente, en la terraza de un café, en un cine-club o agachados junto a un gato en cualquier patio del barrio latino. Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Oh Maga, en cada mujer parecida a vos se agolpaba como un silencio ensordecedor, una pausa filosa y cristalina que acababa por derrumbarse tristemente, como un paraguas mojado que se cierra. Justamente un paraguas, Maga, te acordarías quizá de aquel paraguas viejo que sacrificamos en un barranco del Parc Montsouris, un atardecer helado de marzo.
Lo tiramos porque lo habías encontrado en la Place de la Concorde, ya un poco roto, y lo usaste muchísimo, sobre todo para meterlo en las costillas de la gente en el metro y en los autobuses, siempre torpe y distraída y pensando en pájaros pinto o en un dibujito que hacían dos moscas en el techo del coche, y aquella tarde cayó un chaparrón y vos quisiste abrir orgullosa tu paraguas cuando entrábamos en el parque, y en tu mano se armó una catástrofe de relámpagos y nubes negras, jirones de tela destrozada cayendo entre destellos de varillas desencajadas, y nos reíamos como locos mientras nos empapábamos, pensando que un paraguas encontrado en una plaza debía morir dignamente en un parque, no podía entrar en el ciclo innoble del tacho de basura o del cordón de la vereda; entonces yo lo arrollé lo mejor posible, lo llevamos hasta lo alto del parque, cerca del puentecito sobre el ferrocarril, y desde allá lo tiré con todas mis fuerzas al fondo de la barranca de césped mojado mientras vos proferías un grito donde vagamente creí reconocer una imprecación de walkiria. Y en el fondo del barranco se hundió como un barco que sucumbe al agua verde, al agua verde y procelosa, a la mer qui est plus félonesse en été qu'en hiver, a la ola pérfida, Maga, según enumeraciones que detallamos largo rato, enamorados de Joinville y del parque, abrazados y semejantes a árboles mojados o a actores de cine de alguna pésima película húngara. Y quedó entre el pasto, mínimo y negro, como un insecto pisoteado. Y no se movió, ninguno de sus resortes se estiraba como antes.
Terminado. Se acabó.
Oh Maga, y no estábamos contentos.
¿Qué venía yo a hacer al Pont des Arts?
Me parece que ese jueves de diciembre tenía pensado cruzar a la villa derecha y beber vino en el cafecito de la rue des Lombards donde madame Leonie me mira la palma de la mano y me anuncia viajes y sorpresas. Nunca te llevé a que madame Leonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mí, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lenta lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro. De manera que nunca te llevé a que madame Leonie, Maga; y sí, porque me lo dijiste, que a vos no te gustaba que yo te viese entrar en la pequeña librería de la rue de Verneuil, donde un anciano agobiado haca miles de fichas y sabe todo lo que puede saberse sobre historiografía.
Ibas allá a jugar con un gato, y el viejo te dejaba entrar y no te hacía preguntas, contento de que a veces le alcanzaras algún libro de los estantes más altos. Y te calentabas en su estufa de gran caño negro y no te gustaba que yo supiera que ibas a ponerte al lado de esa estufa. Pero todo esto había que decirlo en su momento, solo que era difícil precisar el momento de una cosa, y aun ahora, acodado en el puente, viendo pasar una pinaza color borra vino, hermosísima como una gran cucaracha reluciente de limpieza, con una mujer de delantal blanco que colgaba ropa en un alambre de la proa, mirando sus ventanillas pintadas de verde con cortinas Hansel y Gretel, aun ahora, Maga, me preguntaba si este rodeo tenía sentido, ya que para llegar a la rue des Lombards me hubiera convenido más cruzar el Pont Saint-Michel y el Pont au Change. Pero si hubieras estado ahí esa noche, como tantas otras veces, yo habría sabido que el rodeo tenía un sentido, y ahora en cambio envilecía mi fracaso llamándolo rodeo. Era cuestión, después de subirme el cuello de la canadiense, de seguir por los muelles hasta entrar en esa zona de grandes tiendas que se acaba en el Chatelet, pasar bajo la sombra violeta de la Tour Saint-Jacques y subir por mi calle pensando en que no te había encontrado y en madame Leonie. Sé que un día llegué a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo lo que otros ven. Sé que salías de un café de la rue du Cherche-Midi y que nos hablamos. Esa tarde todo anduvo mal, porque mis costumbres argentinas me prohibían cruzar continuamente de una vereda a otra para mirar las cosas más insignificantes en las vitrinas apenas iluminadas de unas calles que ya no recuerdo. Entonces te seguía de mala gana, encontrándote petulante y malcriada, hasta que te cansaste de no estar cansada y nos metíamos en un café del Boul Mich y de golpe, entre dos medialunas, me contaste un gran pedazo de tu vida. Cómo podía yo sospechar que aquello que parecía tan mentira era verdadero, un Figari con violetas de anochecer, con caras lívidas, con hambre y golpes en los rincones. Más tarde te creí, más tarde hubo razones, hubo madame Leonie que mirándome la mano que había dormido con tus senos me repitió casi tus mismas palabras. "Ella sufre en alguna parte. Siempre ha sufrido. Es muy alegre, adora el amarillo, su pájaro es el mirlo, su hora la noche, su puente el Pont des Arts." (Una pinaza color borra vino, Maga, y por qué no nos habremos ido en ella cuando todavía era tiempo.) Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos, y entonces primero cosas como estrellas amarillas (moviéndose en una jalea de terciopelo), luego saltos rojos del humor y de las horas, ingreso paulatino en un mundo - Maga que era la torpeza y la confusión pero también helechos con la firma de la arena Klee, el circo Miró, los espejos de ceniza Vieira da Silva, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil.
Y entonces en esos días íbamos a los cine-clubs a ver películas mudas, porque yo con mi cultura, no es cierto, y vos pobrecita no entendías absolutamente nada de esa estridencia amarilla convulsa previa a tu nacimiento, esa emulsión estriada donde corrían los muertos; pero de repente pasaba por ahí Harold Lloyd y entonces te sacudías el agua del sueño y al final te convencías de que todo había estado muy bien, y que Pabst y que Fritz Lang. Me hartabas un poco con tu manía de perfección, con tus zapatos rotos, con tu negativa a aceptar lo aceptable. Comíamos hamburgers en el Carrefour de l'Odeon, y nos íbamos en bicicleta a Montparnasse, a cualquier hotel a cualquier almohada.
Pero otras veces seguíamos hasta la Porte d'Orleans, conocíamos cada vez mejor la zona de terrenos baldíos que hay más allá del Boulevard Jourdan, donde a veces a medianoche se reunían los del club de la Serpiente pare hablar con un vidente ciego, paradoja estimulante.
Dejábamos las bicicletas en la calle y nos internábamos de a poco, parándonos a mirar el cielo porque esa es una de las pocas zonas de París donde el cielo vale más que la sierra. Sentados en un montón de basuras fumábamos un rato, y la Maga me acariciaba el pelo o canturreaba melodías ni siquiera inventadas, melopeyas absurdas cortadas por suspiros o recuerdos. Yo aprovechaba para pensar en cosas inútiles, método que había empezado a practicar años atrás en un hospital y que cada vez me parecía más fecundo y necesario. Con un enorme esfuerzo, reuniendo imágenes auxiliares, pensando en olores y caras, conseguía extraer de la nada un par de zapatos marrones que había usado en Olavarría en 1940. Tenían tacos de goma, suelas muy fines, y cuando llovía me entraba el agua hasta el alma. Con ese par de zapatos en la mano del recuerdo, el resto venía solo: la cara de doña Manuela, por ejemplo, o el poeta Ernesto Morroni. Pero los rechazaba porque el juego consistía en recobrar tan solo lo insignificante, lo in ostentoso, lo perecido. Temblando de no ser capaz de acordarme, atacado por la polilla que propone la prórroga, imbécil a fuerza de besar el tiempo, terminaba por ver al lado de los zapatos una latita de Té Sol que mi madre me había dado en Buenos Aires. Y la cucharita pare el té, cuchara-ratonera donde las lauchitas negras se quemaban vivas en la taza de agua lanzando burbujas chirriantes. Convencido de que el recuerdo lo guarda todo y no solamente a las Albertinas y a las grandes efemérides del corazón y los rincones, me obstinaba en reconstruir el contenido de mi mesa de trabajo en Floresta, la cara de una muchacha irrecordable llamada Gekrepten, la cantidad de plumas cucharita que había en mi caja de útiles de quinto grado, y acababa temblando de tal manera y desesperándome (porque nunca he podido acordarme de esas plumas cucharita, sé que estaban en la caja de útiles, en un compartimiento especial, pero no me acuerdo de cuántas eran ni puedo precisar el momento justo en que debieron ser dos o seis), hasta que la Maga, besándome y echándome en la cara el humo del cigarrillo y su aliento caliente, me recobraba y nos reíamos, empezábamos a andar de nuevo entre los montones de basura en busca de los del club. Ya para entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de brújulas. Con la Maga hablábamos de pata física hasta cansarnos, porque a ella también le ocurría (y nuestro encuentro era eso, y tantas cosas oscuras como el fósforo) caer de continuo en las excepciones, verse metida en casillas que no eran las de la gente, y esto sin despreciar a nadie, sin creernos Maldorores en liquidación ni Melmoths privilegiadamente errantes. No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas más fenomenales de este circo, y sin embargo baste suponerle una conciencia para comprender que cada vez que se le encandila la barriguita el bicho de luz debe sentir como una cosquilla de privilegio. De la misma manera a la Maga le encantaban los líos inverosímiles en que andaba metida siempre por causa del fracaso de las leyes en su vida. Era de las que rompen los puentes con solo cruzarlos, o se acuerdan llorando a gritos de haber visto en una vitrina el décimo de lotería que acaba de ganar cinco millones. Por mi parte ya me había acostumbrado a que me pasaran cosas modestamente excepcionales, y no encontraba demasiado horrible que al entrar en un cuarto a oscuras para recoger un álbum de discos, sintiera bullir en la palma de la mano el cuerpo vivo de un ciempiés gigante que había elegido dormir en el lomo del álbum. Eso, y encontrar grandes pelusas grises o verdes dentro de un paquete de cigarrillos, u oír el silbato de una locomotora exactamente en el momento y el tono necesarios pare incorporarse ex oficio a un pasaje de una sinfonía de Ludwig Van, o entrar a una pissottière de la rue de Medicis y ver a un hombre que orinaba aplicadamente hasta el momento en que, apartándose de su comportamiento, giraba hacia mí y me mostraba, sosteniéndolo en la palma de la mano como un objeto litúrgico y precioso, un miembro de dimensiones y colores increíbles, y en el mismo instante darme cuenta de que ese hombre era exactamente igual a otro (aunque no era el otro) que veinticuatro horas antes, en la Salle de Géographie, había disertado sobre tótems y tabúes, y había mostrado público, sosteniéndolos preciosamente en la palma de la mano, bastoncillos de marfil, plumas de pájaro lira, monedas rituales, fósiles mágicos, estrellas de mar, pescados secos, fotografías de concubinas reales, ofrendas de cazadores, enormes escarabajos embalsamados que hacían temblar de asustada delicia a las infaltables señoras.
En fin, no es fácil hablar de la Maga que a esta hora anda seguramente por Belleville o Pantin, mirando aplicadamente el suelo hasta encontrar un pedazo de género rojo. Si no lo encuentra seguirá así toda la noche, revolverá en los tachos de basura, los ojos vidriosos, convencida de que algo horrible le va a ocurrir si no encuentra esa prenda de rescate, la señal del perdón o del aplazamiento. Sé lo que es eso porque también obedezco a esas señales, también hay veces en que me toca encontrar trapo rojo. Desde la infancia apenas se me cae algo al suelo tengo que levantarlo, sea lo que sea, porque si no lo hago va a ocurrir una desgracia, no a mí sino a alguien a quien amo y cuyo nombre empieza con la inicial del objeto caído. Lo peor es que nada puede contenerme cuando algo se me cae al suelo, ni tampoco vale que lo levante otro porque el maleficio obraría igual. He pasado muchas veces por loco a causa de esto y la verdad es que estoy loco cuando lo hago, cuando me precipito a juntar un lápiz o un trocito de papel que se me han ido de la mano, como la noche del terrón de azúcar en el restaurante de la rue Scribe, un restaurante bacán con montones de gerentes, putas de zorros plateados y matrimonios bien organizados. Estábamos con Ronald y Etienne, y a mí se me cayó un terrón de azúcar que fue a parar abajo de una mesa bastante lejos de la nuestra. Lo primero que me llamó la atención fue la forma en que el terrón se había alejado, porque en general los terrones de azúcar se plantan apenas tocan el suelo por razones paralelepípedas evidentes. Pero este se conducía como si fuera una bola de naftalina, lo cual aumentó mi aprensión, y llegué a creer que realmente me lo habían arrancado de la mano. Ronald, que me conoce, miró hacia donde había ido a parar el terrón y se empezó a reír. Eso me dio todavía más miedo, mezclado con rabia. Un mozo se acercó pensando que se me había caído algo precioso, una Parker o una dentadura postiza, y en realidad lo único que hacía era molestarme, entonces sin pedir permiso me tiré al suelo y empecé a buscar el terrón entre los zapatos de la gente que estaba llena de curiosidad creyendo (y con razón) que se trataba de algo importante. En la mesa había una gorda pelirroja, otra menos gorda pero igualmente putona, y dos gerentes o algo así. Lo primero que hice fue darme cuenta de que el terrón no estaba a la vista y eso que lo había visto saltar hasta los zapatos (que se movían inquietos como gallinas). Para peor el piso tenía alfombra, y aunque estaba asquerosa de usada el terrón se había escondido entre los pelos y no podía encontrarlo. El mozo se tiró del otro lado de la mesa y ya éramos dos cuadrúpedos moviéndonos entre los zapatos-gallina que allá arriba empezaban a cacarear como locas. El mozo seguía convencido de la Parker o el Luis de oro, y cuando estábamos bien metidos debajo de la mesa, en una especie de gran intimidad y penumbra y él me preguntó y yo le dije, puso una cara que era como para pulverizarla con un fijador, pero yo no tenía ganas de reír, el miedo me hacía una doble llave en la boca del estómago y al final me dio una verdadera desesperación (el mozo se había levantado furioso) y empecé a agarrar los zapatos de las mujeres y a mirar si debajo del arco de la suela no estaría agazapado el azúcar, y las gallinas cacareaban, los gallos gerentes me picoteaban el lomo, oía las carcajadas de Ronald y de Etienne mientras me movía de una mesa a otra hasta encontrar el azúcar escondido detrás de una pata Segundo Imperio. Y todo el mundo enfurecido, hasta yo con el azúcar apretado en la palma de la mano y sintiendo como se mezclaba con el sudor de la piel, como asquerosamente se deshacía en una especie de venganza pegajosa, esa clase de episodios todos los días. Julio Cortázar
Gustavo Cerati
Nunca despertó.
Más de cuatro años después de que cayó en un profundo sueño, Gustavo Cerati se marchó.
La voz de Soda Stereo falleció este jueves 4 de septiembre, enlutando al rock argentino y al mundo. Gustavo Adrián Cerati Clark sufrió un accidente cerebrovascular isquémico al finalizar un concierto. Desde ese día, 15 de mayo de 2010, no volvió a escucharse su voz.
Gustavo Cerati era un poeta y dejó frases que difícilmente podrán olvidarse.
Estas son algunas de las más recordadas:
1. “Yo te quiero para siempre, pero siempre es hoy”.
2. “Me pasé la vida imaginándote, no es momento para ser cobarde”.
3. “Disparé una frase al viento y una mujer cayó” (de Texturas).
4. “Algún tiempo atrás pensé en escribirte, pero nunca sorteé las trampas del amor” (De De música ligera).
5. “Te conozco como a nadie, me recuerdas todo lo que soy” (Señales luminosas).
6. “Prendeme, sacate, llevame, a un lugar con parlantes” (De La excepción).
7. “El silencio no es tiempo perdido” (De El rito).
8. “Si un amor cayó del cielo no pregunto más” (De Cosas imposibles).
9. “Una piedra en el agua seca por dentro, así se siente cuando la verdad es la palabra sometida” (De Ella usó mi cabeza como un revólver).
10. “He cambiado pero aún mi corazón permanece intacto, tan intacto como ayer” (De Paseando por Roma).
11. “Cuando río de placer y me quedo suspirando formas de humo” (De Claro oscuro). 12. “Sal del camino, toma la ruta” (De Toma la ruta).
13. “Recordé sus gustos, conversación astral… las canciones que oíamos” (De Crema de estrellas).
14. “Tus ropas caen lentamente, soy un espía, un espectador” (De Persiana americana).
15. “Oye la frecuencia decaer, cada vez que me dejas” (De Efecto doppler).
16. “Todo volverá a ser como fue” (De Hombre al agua).
17. “En este tiempo anfibio temo perderte, por volar, por volar” (De En el séptimo día).
18. “El arte de vivir por encima del abismo” (De _Médium).
19. “El tsunami llegó hasta aquí, lo ví venir” (De Me quedo aquí).
20. “Creo en el amor porque nunca estoy satisfecho” (De Pulsar).
Nunca lo olvidaremos...
Gracias por la música...
Más de cuatro años después de que cayó en un profundo sueño, Gustavo Cerati se marchó.
La voz de Soda Stereo falleció este jueves 4 de septiembre, enlutando al rock argentino y al mundo. Gustavo Adrián Cerati Clark sufrió un accidente cerebrovascular isquémico al finalizar un concierto. Desde ese día, 15 de mayo de 2010, no volvió a escucharse su voz.
Gustavo Cerati era un poeta y dejó frases que difícilmente podrán olvidarse.
Estas son algunas de las más recordadas:
1. “Yo te quiero para siempre, pero siempre es hoy”.
2. “Me pasé la vida imaginándote, no es momento para ser cobarde”.
3. “Disparé una frase al viento y una mujer cayó” (de Texturas).
4. “Algún tiempo atrás pensé en escribirte, pero nunca sorteé las trampas del amor” (De De música ligera).
5. “Te conozco como a nadie, me recuerdas todo lo que soy” (Señales luminosas).
6. “Prendeme, sacate, llevame, a un lugar con parlantes” (De La excepción).
7. “El silencio no es tiempo perdido” (De El rito).
8. “Si un amor cayó del cielo no pregunto más” (De Cosas imposibles).
9. “Una piedra en el agua seca por dentro, así se siente cuando la verdad es la palabra sometida” (De Ella usó mi cabeza como un revólver).
10. “He cambiado pero aún mi corazón permanece intacto, tan intacto como ayer” (De Paseando por Roma).
11. “Cuando río de placer y me quedo suspirando formas de humo” (De Claro oscuro). 12. “Sal del camino, toma la ruta” (De Toma la ruta).
13. “Recordé sus gustos, conversación astral… las canciones que oíamos” (De Crema de estrellas).
14. “Tus ropas caen lentamente, soy un espía, un espectador” (De Persiana americana).
15. “Oye la frecuencia decaer, cada vez que me dejas” (De Efecto doppler).
16. “Todo volverá a ser como fue” (De Hombre al agua).
17. “En este tiempo anfibio temo perderte, por volar, por volar” (De En el séptimo día).
18. “El arte de vivir por encima del abismo” (De _Médium).
19. “El tsunami llegó hasta aquí, lo ví venir” (De Me quedo aquí).
20. “Creo en el amor porque nunca estoy satisfecho” (De Pulsar).
Nunca lo olvidaremos...
Gracias por la música...
domingo, 31 de agosto de 2014
De la soledad
Desatado de guerras,
oigo cantar mi viento.
Yo recogí mi corazón perdido
sobre la muchedumbre de las aguas.
Yo soy un desertor entre las huestes
que asaltaron el día.
Bellos como las armas
relucen mis amigos:
desde los pechos al talón
se visten con el metal de la violencia.
Ellos imponen su color al mundo,
le arrojan la pedrada del boyero
y atizan el ardor de sus caballos,
para que no se duerma.
Como la espada cortan mis amigos:
bajo su peso tiemblan las rodillas del día.
Mi corazón no tiene filos de segador:
yo no encendí banderas ni encabrité mi sombra.
No sé lanzarme, recogido y fuerte,
como la piedra del boyero.
¡Ay, negrean los días,
y es tangible su miel!
Sobre su tiempo bailan mis amigos.
¡Quién supiera bailar sobre las uvas,
ágil en la dureza, bello como las armas!
Algo hay en mí que pesa de maduro,
grita su madurez, pide su muerte:
se derrumba, total,
como la sombra que nace del verdor.
Mi viento desaté sobre mi tierra,
volvióse contra mí toda mi llama:
podado con mi hierro, nutrido de cenizas
creció mi corazón hasta su otoño.
¡Ay, grosura de otoño quiere ser mi congoja,
y dispersión de mar enriquecido!
Si a mi madura soledad entraras,
amiga, por el puente de las voces,
y pudieras, amigo, sofrenar tu caballo
debajo de mi sombra,
tal vez el manso día no cayese
doblando la rodilla ni el mundo
reclamara la piedra del boyero.
(Desierto está el camino de las voces,
sin freno los caballos.)
Una ciudad a mi costado nace:
su infancia es paralela de la mía
y retoza más allá de mi muerte.
Herreros musicales inventan la ciudad,
afirman su riñón, calzan su pie:
¡baila desnuda al son de sus martillos
la edad de los herreros!
Yel corazón de la ciudad se forja
con el puro metal de las mujeres,
y sobre los metales castigados
es bella y sin piedad esta mañana.
Pero los niños ríen de espaldas
a la tierra o en la margen del gozo:
conspiran bajo el sol de los herreros
para que tenga un alma la ciudad.
Leopoldo Marechal
oigo cantar mi viento.
Yo recogí mi corazón perdido
sobre la muchedumbre de las aguas.
Yo soy un desertor entre las huestes
que asaltaron el día.
Bellos como las armas
relucen mis amigos:
desde los pechos al talón
se visten con el metal de la violencia.
Ellos imponen su color al mundo,
le arrojan la pedrada del boyero
y atizan el ardor de sus caballos,
para que no se duerma.
Como la espada cortan mis amigos:
bajo su peso tiemblan las rodillas del día.
Mi corazón no tiene filos de segador:
yo no encendí banderas ni encabrité mi sombra.
No sé lanzarme, recogido y fuerte,
como la piedra del boyero.
¡Ay, negrean los días,
y es tangible su miel!
Sobre su tiempo bailan mis amigos.
¡Quién supiera bailar sobre las uvas,
ágil en la dureza, bello como las armas!
Algo hay en mí que pesa de maduro,
grita su madurez, pide su muerte:
se derrumba, total,
como la sombra que nace del verdor.
Mi viento desaté sobre mi tierra,
volvióse contra mí toda mi llama:
podado con mi hierro, nutrido de cenizas
creció mi corazón hasta su otoño.
¡Ay, grosura de otoño quiere ser mi congoja,
y dispersión de mar enriquecido!
Si a mi madura soledad entraras,
amiga, por el puente de las voces,
y pudieras, amigo, sofrenar tu caballo
debajo de mi sombra,
tal vez el manso día no cayese
doblando la rodilla ni el mundo
reclamara la piedra del boyero.
(Desierto está el camino de las voces,
sin freno los caballos.)
Una ciudad a mi costado nace:
su infancia es paralela de la mía
y retoza más allá de mi muerte.
Herreros musicales inventan la ciudad,
afirman su riñón, calzan su pie:
¡baila desnuda al son de sus martillos
la edad de los herreros!
Yel corazón de la ciudad se forja
con el puro metal de las mujeres,
y sobre los metales castigados
es bella y sin piedad esta mañana.
Pero los niños ríen de espaldas
a la tierra o en la margen del gozo:
conspiran bajo el sol de los herreros
para que tenga un alma la ciudad.
Leopoldo Marechal
domingo, 17 de agosto de 2014
Didáctica de la alegría (fragmentos)
Desertarás primero la Tristeza,
Con su país de soles indecisos
Y de rumiantes vacas.
La Tristeza es el juego más tramposo del diablo:
Tiene las presunciones de una Musa frutal,
y sólo es un pañuelo con que se suena el alma
su nariz en resfrío.
Elbiamor, ¿qué dirías de una lámpara hermosa,
pero sin luz adentro?
Tal es, yo te lo juro, la Tristeza:
es igual a esos platos de vitrina
que nunca recibieron y no recibirán
ni una manzana verde ni un cuchillo.
Si la Tristeza es ya tu inquilina morosa,
Échala de tu casa, pero sin altivez.
Le dirás que se lleve su catre y su baúl,
Que se ponga su gorro de astracán o de lluvia
Y que se vaya, en fin, a pisar hojas muertas
O a tocar los llorosos violines del hastío.
.........................................................................
Bueno es ahora que te diga yo
cual ha de ser la esencia de un Alegre perfecto.
No entiendas, Elbiamor, que un Alegre lo es
porque la risa brota sin partera en sus labios
o porque sus talones en frescura
son dos rojos ovillos de la danza.
Baile, canción o risa traducen a menudo
la sola complacencia de un hígado triunfante.
No desdeñes, empero, la humildad de esas flores,
Porque lucir un hígado armonioso
también es un regalo de la Bondad Primera.
Según mi ciencia, es un Alegre puro
quien se atrevió a reír
después de haber mirado en equidad
el semblante primero de la Rosa.
¡Que un hombre así merezca tu saludo!
Porque ya es el espejo de una flor sin otoño.
.........................................................................
Deja la soledad para el uso exclusivo
de los poetas devastados
y los filósofos en ruinas.
«¡Estoy solo y medito!», se gallardea el búho,
muy arropado en su lujosa noche.
Pero el cóndor sereno de los Andes,
erguido en su montaña y al sol de mediodía,
reflexiona en silencio: «La soledad no existe».
Y es verdad, Elbiamor, que ninguno está solo.
.........................................................................
Tomo un pedazo de pan duro,
lo remojo en el agua
y lo doy a los pájaros de arriba.
Come un gorrión el pan y luego tiende
sus alas al espacio:
Elbiamor, el pan duro se ha convertido en vuelo.
Se nutre de mi pan una calandria
Y en seguida retoma su profesión del trino:
Elbiamor, el pan duro se ha transformado en música.
No es bueno destruir el pan duro del alma:
vale más remojarlo y transmutarlo
ya en altura de vuelo ya en canción.
.........................................................................
Elbiamor, que te vean siempre igual a ti misma,
ya toques las alturas, ya recorras el suelo.
Ni se rebaja el pan en la mesa del pobre
ni se sublima en el mantel del rico.
Sé como el pan, y la Justicia
Dirá tu elogio en su balanza.
.........................................................................
Leopoldo Marechal
Con su país de soles indecisos
Y de rumiantes vacas.
La Tristeza es el juego más tramposo del diablo:
Tiene las presunciones de una Musa frutal,
y sólo es un pañuelo con que se suena el alma
su nariz en resfrío.
Elbiamor, ¿qué dirías de una lámpara hermosa,
pero sin luz adentro?
Tal es, yo te lo juro, la Tristeza:
es igual a esos platos de vitrina
que nunca recibieron y no recibirán
ni una manzana verde ni un cuchillo.
Si la Tristeza es ya tu inquilina morosa,
Échala de tu casa, pero sin altivez.
Le dirás que se lleve su catre y su baúl,
Que se ponga su gorro de astracán o de lluvia
Y que se vaya, en fin, a pisar hojas muertas
O a tocar los llorosos violines del hastío.
.........................................................................
Bueno es ahora que te diga yo
cual ha de ser la esencia de un Alegre perfecto.
No entiendas, Elbiamor, que un Alegre lo es
porque la risa brota sin partera en sus labios
o porque sus talones en frescura
son dos rojos ovillos de la danza.
Baile, canción o risa traducen a menudo
la sola complacencia de un hígado triunfante.
No desdeñes, empero, la humildad de esas flores,
Porque lucir un hígado armonioso
también es un regalo de la Bondad Primera.
Según mi ciencia, es un Alegre puro
quien se atrevió a reír
después de haber mirado en equidad
el semblante primero de la Rosa.
¡Que un hombre así merezca tu saludo!
Porque ya es el espejo de una flor sin otoño.
.........................................................................
Deja la soledad para el uso exclusivo
de los poetas devastados
y los filósofos en ruinas.
«¡Estoy solo y medito!», se gallardea el búho,
muy arropado en su lujosa noche.
Pero el cóndor sereno de los Andes,
erguido en su montaña y al sol de mediodía,
reflexiona en silencio: «La soledad no existe».
Y es verdad, Elbiamor, que ninguno está solo.
.........................................................................
Tomo un pedazo de pan duro,
lo remojo en el agua
y lo doy a los pájaros de arriba.
Come un gorrión el pan y luego tiende
sus alas al espacio:
Elbiamor, el pan duro se ha convertido en vuelo.
Se nutre de mi pan una calandria
Y en seguida retoma su profesión del trino:
Elbiamor, el pan duro se ha transformado en música.
No es bueno destruir el pan duro del alma:
vale más remojarlo y transmutarlo
ya en altura de vuelo ya en canción.
.........................................................................
Elbiamor, que te vean siempre igual a ti misma,
ya toques las alturas, ya recorras el suelo.
Ni se rebaja el pan en la mesa del pobre
ni se sublima en el mantel del rico.
Sé como el pan, y la Justicia
Dirá tu elogio en su balanza.
.........................................................................
viernes, 15 de agosto de 2014
LA ANTIGUA CANCIÓN
Yo cantara tus ojos en estrofas sutil
porque el arte me ha dado su lira de marfil;
pero al mirar tus ojos de un azul tan profundo,
sólo sé la canción mas antigua del mundo...
Yo podría decir el frescor de tu boca
forjando con mis rimas una hipérbole loca;
pero cuando en la fiebre de tus labios me hundo
sólo sé la canción mas antigua del mundo...
Es la eterna canción del eterno embeleso
y acompaña sus giros musicales el beso.
Los pájaros la dicen y la flor no la olvida,
porque es simple y es vieja lo mismo que la vida.
Mas ¡ay! entre tus labios, que sentido profundo
Si cantas la canción mas antigua del mundo!...
Leopoldo Marechal
porque el arte me ha dado su lira de marfil;
pero al mirar tus ojos de un azul tan profundo,
sólo sé la canción mas antigua del mundo...
Yo podría decir el frescor de tu boca
forjando con mis rimas una hipérbole loca;
pero cuando en la fiebre de tus labios me hundo
sólo sé la canción mas antigua del mundo...
Es la eterna canción del eterno embeleso
y acompaña sus giros musicales el beso.
Los pájaros la dicen y la flor no la olvida,
porque es simple y es vieja lo mismo que la vida.
Mas ¡ay! entre tus labios, que sentido profundo
Si cantas la canción mas antigua del mundo!...
Leopoldo Marechal
jueves, 14 de agosto de 2014
Luciano Pereyra
Luciano Ariel Pereyra nació el 21 de Septiembre de 1981 en la ciudad de Luján, Provincia de Buenos Aires.
Su primer contacto con la música fue a los 3 años, cuando tarareó una canción que había aprendido en la radio. Ese mismo año recibió una guitarra como regalo de Navidad. Un año después, participó en un concurso de Canal 7 de Buenos Aires.
A los 9 años cantó en "Festilindo", un programa infantil desde el cual surgieron muchos de los actuales talentosos actores y cantantes reconocidos nacionalmente, y fué finalista. A la misma edad cantó en el programa de Xuxa donde interpretó "Sólo le pido a Dios" de León Gieco, tema con el cual 10 años después, el 19 de agosto de 2000, se haría famoso internacionalmente al interpretarla en el Vaticano frente al Papa Juan Pablo II y ante más de 2.000.000 de jóvenes de todo el mundo, durante el festejo del Jubileo.
Sus clases de guitarra comenzaron desde muy pequeño. A medida que iba creciendo, acompañaba a su padre en los escenarios con su conjunto de música folklórica llamado "Los del Regreso", recorriendo todo el país y cantando en diferentes peñas.
Al sobrevenir su adolescencia dejó de cantar por un tiempo, debido al cambio de su voz, pero nunca se alejó totalmente de la música.
A los 16 años formó parte de un equipo de una escuela de fútbol lujanense. Un día un ex jugador de Boca, el "Chapa" Suñé, lo vio jugar y lo invitó a probarse en Boca. En esa oportunidad pasó la prueba, pero se lesionó la rodilla en el segundo entrenamiento de las inferiores del club. Este hecho lo alejaría definitivamente del fútbol.
Luego de varias presentaciones en diversas confiterías de Luján, cantando zambas y chacareras, fue descubierto por Horacio Guarany. Su productor estaba buscando nuevos y jóvenes talentos, convirtiéndose él en su padrino artístico.
Luciano llegó así a las disquerías en el año 1998 con "Amaneciendo", su primera placa discográfica, compuesta de 13 canciones en donde su voz recorre las más bellas y románticas melodías en los ritmos de valses y baladas, combinadas con chacareras y géneros tradicionales como la zamba y el carnavalito. "Soy un inconsciente" fue el hit elegido para promocionarlo y a partir del cual comenzó a hacerse conocido fuera de su ciudad natal. Con 260.000 placas vendidas se convirtió en el éxito del año, siendo galardonado con el "Cuádruple de Platino".
El gran desafío para Luciano fue conquistar la Capital Federal. En septiembre de 1999 se presentó en el Teatro Ópera de la calle Corrientes. Más de 6.000 personas lo escucharon cantar en las 3 funciones que realizó, acompañado por grandes figuras del folklore como Los Nocheros y Horacio Guarany, entre otros. Los principales festivales (Baradero, Jesús María, Cosquín entre otros) lo tuvieron en sus escenarios, y los premios fueron llegando de a poco.
En Marzo del 2000 sale su segundo disco; "Recordándote", con un repertorio compuesto por 12 canciones, incluyendo temas de su autoría y reeditado luego con el tema "Sólo le pido a Dios". Este disco está pleno de canciones escritas por varios de los grandes de la música como Eduardo Falú, Jaime Dávalos, Francisco Canaro, y Paz Martínez. Luciano se mantuvo en el primer puesto del ranking folklórico por más de tres semanas seguidas.
En el año 2001 Luciano recibió el Premio "Gardel" al Artista revelación del año. Y ese mismo año, el sábado 10 de noviembre del 2001, en el partido de fútbol de homenaje y despedida a Diego Maradona, fue convocado para cantar el Himno Nacional Argentino.
Se sucederían desde ese momento varios duetos con otros cantantes argentinos: con Rodrigo grabó "De enero a enero", con Soledad Pastorutti realizó "La oportunidad de tu vida" para Sorpresa 2002 (canal 13) y con uno de sus artistas favoritos, Alejandro Lerner, grabó "El poder de los sueños" participando de su show a fines de Noviembre del 2001.
En Junio del 2002 salió su tercer álbum, "Soy Tuyo", compuesto de 11 canciones y producido por Cachorro López. Con su principal tema de difusión, "La Distancia", un clásico de la década del ‘70 del cantante brasileño Roberto Carlos, y con nuevos estilos musicales como el bolero, la balada, el tango y un par de temas propios, logró conquistar a un público más amplio sin descuidar el género que lo llevó a ser reconocido: el folklore, como en "Y así, así", tema de su autoría y segundo corte de difusión del disco. Luego de presentar el álbum en Diciembre de 2002 con 3 conciertos en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, cumplió una extensa gira por toda la Agentina y varios países de Sudamérica durante todo el 2003, coronando el éxito de "Soy Tuyo" con 6 recitales a estadio lleno en el Luna Park.
En este año Luciano participa en el rodaje de la película "Tus Ojos Brillaban" de Silvio Fishbein, encarnando el personaje de un joven mozo de café llamado Poroto y, además, interpreta "Luz de mis ojos", tema central de la banda de sonido del film. Ya en el año 2004 continuó su incursión como actor al formar parte del elenco de la comedia televisiva "Los Pensionados".
El 22 de junio de 2004 lanzó un nuevo trabajo discográfico en el que incluye algunas canciones de su propia autoría. Quizá este nuevo rol de compositor lo haya inducido a titular su disco con su propio nombre, "Luciano", que contó nuevamente con la producción artística de Cachorro López. En el disco participan autores de la talla de Alejandro Lerner y Coti Sorokin. La cantante mexicana Myriam Montemayor Cruz se sumó a
Luciano Pereyra en "Inevitable" conformando, entre ambos, un impecable dueto.
Una docena de temas integran "Luciano". Entre ellos un huayno, baladas y fusiones de diferentes subgéneros del pop. Esta variedad en lo que se refiere a ritmos no hace que se pierda el verdadero concepto general del disco.
Para el 2006 lanza su siguiente producción: "Dispuesto a amarte". En el disco debuta como co-productor y es el primero de su carrera grabado en el exterior, mas precisamente en Miami. Además escribio y compuso 5 de los temas del album que cuenta con la producción de Rudy Pérez y Adrián Posse. Entre las canciones destacadas se encuentra un dueto con Soledad Pastorutti en un viejo tema de Dyango, "Por volverte a ver".
En septiembre de 2009 puede cumplir unos de sus anhelos: lanzar su propio DVD. Para ello grabó su presentación del 13 de marzo de 2009 en el Estadio Luna Park, en el que festejaba su primera década con la música.
"Festejando 10 años junto a vos" se titula este trabajo que se edita en CD+DVD. En el show, Luciano repasa sus mayores éxitos y dos temas inéditos compuestos por él mismo.
En el show puede verse las participaciones especiales de Mercedes Sosa y Soledad Pastorutti, y el DVD presenta imágenes históricas de Pereyra cantando durante su infancia.
Unos meses más tarde, Luciano debió atravesar uno de los peores momentos de su vida.
Había ingresado al sanatorio "Dos Arcos" de Buenos Aires para una cirugía programada por un divertículo del esófago, pero el cuadro se complicó, hubo un virus intrahospitalario y debió ser operado varias veces más. Llegó a adelgazar 14 kilos y estar internado en terapia intensiva varias semanas. Afortunadamente, pudo salir de ese cuadro complicado, y en septiembre de 2010 regresó a los escenarios y con su nuevo CD bajo el brazo.
"Volverte a ver" se llama su siguiente placa, con "Yo te quería querer" como primer single, una canción que fusiona la cumbia andina con el pop latino, y que hizo famoso el intérprete Víctor Manuel.
Este álbum fue grabado y producido entre Miami y México por el reconocido productor Adrián Posse, y contiene composiciones tanto de Luciano como de reconocidos autores, fusionando ritmos pop, baladas románticas y sonidos folclóricos de distintos puntos de América, como la cumbia, el mariachi y el bolero.
viernes, 8 de agosto de 2014
Corrientes Y Esmeralda
Amainaron guapos junto a tus ochavas
Cuando un cajetilla los calzó de cross
Y te dieron lustre las patotas bravas
Allá por el año... novecientos dos...
Esquina porteña, tu rante canguela
Se hace una melange de caña, gin fitz,
Pase inglés y monte, bacará y quiniela,
Curdelas de grappa y locas de pris.
El odeón se manda la real academia
Rebotando en tangos el viejo pigall,
Y se juega el resto la doliente anemia
Que espera el tranvía para su arrabal.
De esmeralda al norte, del lao de retiro,
Franchutas papusas caen en la oración
A ligarse un viaje, si se pone a tiro,
Gambeteando el lente que tira el botón.
En tu esquina un día, milonguita,
aquella Papirusa criolla que linnig mentó,
Llevando un atado de ropa plebeya
Al hombre tragedia tal vez encontró...
Te glosa en poemas carlos de la púa
Y el pobre contursi fue tu amigo fiel...
En tu esquina rea, cualquier cacatúa
Sueña con la pinta de carlos gardel.
Esquina porteña, este milonguero
Te ofrece su afecto más hondo y cordial.
Cuando con la vida esté cero a cero
Te prometo el verso más rante y canero
Para hacer el tango que te haga inmortal.
Celedonio Flores
Cuando un cajetilla los calzó de cross
Y te dieron lustre las patotas bravas
Allá por el año... novecientos dos...
Esquina porteña, tu rante canguela
Se hace una melange de caña, gin fitz,
Pase inglés y monte, bacará y quiniela,
Curdelas de grappa y locas de pris.
El odeón se manda la real academia
Rebotando en tangos el viejo pigall,
Y se juega el resto la doliente anemia
Que espera el tranvía para su arrabal.
De esmeralda al norte, del lao de retiro,
Franchutas papusas caen en la oración
A ligarse un viaje, si se pone a tiro,
Gambeteando el lente que tira el botón.
En tu esquina un día, milonguita,
aquella Papirusa criolla que linnig mentó,
Llevando un atado de ropa plebeya
Al hombre tragedia tal vez encontró...
Te glosa en poemas carlos de la púa
Y el pobre contursi fue tu amigo fiel...
En tu esquina rea, cualquier cacatúa
Sueña con la pinta de carlos gardel.
Esquina porteña, este milonguero
Te ofrece su afecto más hondo y cordial.
Cuando con la vida esté cero a cero
Te prometo el verso más rante y canero
Para hacer el tango que te haga inmortal.
Celedonio Flores
miércoles, 6 de agosto de 2014
Musa Rea
"No tengo el berretín de ser un bardo,
chamuyador letrao, ni de spamento.
Yo escribo humildemente lo que siento
y pa’ escribir mejor, lo hago en lunfardo.
Yo no le canto al perfumado nardo
ni al constelao azul del firmamento.
Yo busco en el suburbio sentimiento…
¡Pa’ cantarle a una flor… le canto al cardo!
Y porque embroco la emoción que emana
del suburbio tristón, de la bacana,
del tango candombero y cadencioso,
surge a torrentes mi mistonga musa:
¡es que yo tengo un alma rantifusa
bajo esta pinta de bacán lustroso!
Celedonio Flores
chamuyador letrao, ni de spamento.
Yo escribo humildemente lo que siento
y pa’ escribir mejor, lo hago en lunfardo.
Yo no le canto al perfumado nardo
ni al constelao azul del firmamento.
Yo busco en el suburbio sentimiento…
¡Pa’ cantarle a una flor… le canto al cardo!
Y porque embroco la emoción que emana
del suburbio tristón, de la bacana,
del tango candombero y cadencioso,
surge a torrentes mi mistonga musa:
¡es que yo tengo un alma rantifusa
bajo esta pinta de bacán lustroso!
Celedonio Flores
sábado, 2 de agosto de 2014
Porque Canto Así (1929)
Porque cuando pibe me acunaba en tangos
la canción materna que llamaba al sueño,
y escuché el rezongo de los bandoneones
bajo el emparrado de mi patio pobre.
Porque vi el desfile de las inclemencias
con mis pobres ojos de llorar abiertos,
y en aquella pieza de mis buenos viejos
tuvo la pobreza su mejor canción...
Y yo me hice en tangos,
me fui modelando en odio, en tristeza,
en las amarguras que da la pobreza,
en llantos de madres,
en las rebeldías del que es fuerte
y tiene que cruzar los brazos cuando el hambre viene...
Y yo me hice en tangos, porque es bravo,
fuerte, tiene algo de vida, tiene algo de muerte...
Porque quise mucho, porque me engañaron,
y pasé la vida barajando sueños...
Porque soy un árbol que vivió sin flores,
porque soy un perro que no tiene dueño...
Porque tengo odios que nunca los digo,
porque cuando quiero me desangro en besos...
Porque quise mucho y no me han querido...
¡Por eso yo canto tan triste, por eso!
Celedonio Flores
la canción materna que llamaba al sueño,
y escuché el rezongo de los bandoneones
bajo el emparrado de mi patio pobre.
Porque vi el desfile de las inclemencias
con mis pobres ojos de llorar abiertos,
y en aquella pieza de mis buenos viejos
tuvo la pobreza su mejor canción...
Y yo me hice en tangos,
me fui modelando en odio, en tristeza,
en las amarguras que da la pobreza,
en llantos de madres,
en las rebeldías del que es fuerte
y tiene que cruzar los brazos cuando el hambre viene...
Y yo me hice en tangos, porque es bravo,
fuerte, tiene algo de vida, tiene algo de muerte...
Porque quise mucho, porque me engañaron,
y pasé la vida barajando sueños...
Porque soy un árbol que vivió sin flores,
porque soy un perro que no tiene dueño...
Porque tengo odios que nunca los digo,
porque cuando quiero me desangro en besos...
Porque quise mucho y no me han querido...
¡Por eso yo canto tan triste, por eso!
Celedonio Flores
Gustavo Cerati
Gustavo Adrián Cerati Clark (Barracas, Ciudad de Buenos Aires, 11 de agosto de 1959) es un músico, cantautor, compositor y productor discográfico argentino, considerado uno de los más influyentes y reconocidos músicos del rock iberoamericano y una leyenda del rock argentino.
Obtuvo fama y reconocimiento internacional por haber sido el vocalista, guitarrista y compositor principal de la banda de rock Soda Stereo, una de las bandas más importantes e influyentes de la música latina.
Luego de la disolución de la banda, obtuvo también reconocimiento y éxito en su carrera solista, que consta de cinco álbumes de estudio y de diversas incursiones junto a otros músicos. Su camino como solista se inició a comienzos de los años 1990 en paralelo a dicha banda debido a un receso que se había tomado el grupo por una fuerte crisis.
En esa instancia Cerati publicó su primer álbum como solista, Amor Amarillo; pero con el regreso de Soda Stereo su carrera solista quedó en suspenso hasta la disolución absoluta de la banda. Después de Soda Stereo, Cerati ha experimentado desde la música electrónica (Plan V) hasta la música sinfónica.
A lo largo de su carrera como solista ha ganado y ha sido nominado para numerosos premios, entre ellos Grammy Latino, Konex, MTV y Gardel. Además de tocar guitarra, maneja una serie de diferentes instrumentos musicales, incluyendo electrónicos como sintetizadores. En 2007 Soda Stereo regresó en una gira llamada Me verás volver, luego de la cual sus integrantes retomaron sus actividades por separado.
Desde el 15 de mayo de 2010, que padeció un accidente cerebrovascular isquémico, está en estado de coma. El 5 de diciembre de 2013, el músico fue nombrado Ciudadano ilustre, una distinción que le fue otorgada por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires9 en reconocimiento a su trayectoria.
Obtuvo fama y reconocimiento internacional por haber sido el vocalista, guitarrista y compositor principal de la banda de rock Soda Stereo, una de las bandas más importantes e influyentes de la música latina.
Luego de la disolución de la banda, obtuvo también reconocimiento y éxito en su carrera solista, que consta de cinco álbumes de estudio y de diversas incursiones junto a otros músicos. Su camino como solista se inició a comienzos de los años 1990 en paralelo a dicha banda debido a un receso que se había tomado el grupo por una fuerte crisis.
En esa instancia Cerati publicó su primer álbum como solista, Amor Amarillo; pero con el regreso de Soda Stereo su carrera solista quedó en suspenso hasta la disolución absoluta de la banda. Después de Soda Stereo, Cerati ha experimentado desde la música electrónica (Plan V) hasta la música sinfónica.
A lo largo de su carrera como solista ha ganado y ha sido nominado para numerosos premios, entre ellos Grammy Latino, Konex, MTV y Gardel. Además de tocar guitarra, maneja una serie de diferentes instrumentos musicales, incluyendo electrónicos como sintetizadores. En 2007 Soda Stereo regresó en una gira llamada Me verás volver, luego de la cual sus integrantes retomaron sus actividades por separado.
Desde el 15 de mayo de 2010, que padeció un accidente cerebrovascular isquémico, está en estado de coma. El 5 de diciembre de 2013, el músico fue nombrado Ciudadano ilustre, una distinción que le fue otorgada por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires9 en reconocimiento a su trayectoria.
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