viernes, 15 de noviembre de 2013

UNA CUADRA: Fragmento

“(No sé por qué una tiene que mirar antes de irse. 
Mirar atrás, digo, a lo que está por dejar. 
Sería mejor empezar enseguida el largo trabajo del olvido. Pero se mira, siempre.) 
Lara pensó en una película: la chica de pie en la esquina con la valija en la mano, lista para empezarlo todo, lista para la aventura. 
Ahí, frente a sus ojos, estaba el callejón completo. 
El barrio siempre había sido tranquilo, demasiado, para su gusto. 
Ahora ella estaba de pie en el medio de la calle empedrada. 
Apoyó las cosas en el suelo y dibujó una mirada lenta, cuidadosa, primero a la izquierda, después a la derecha. Quería acordarse. 
Necesitaba fijar los rasgos de las once casas. Necesitaba llevárselos. Yo no estoy segura: supongo que, sin esa mirada, se los hubiera llevado de todos modos, enredados en los sueños como los árboles que se había llevado verano tras verano del campo donde trabajaba el tío Aldo. No estaba triste. 
Hasta podría decirse que se alegrara de irse. 
Ahí, en la callecita, no le quedaba casi nada. Apenas la sombra de una madre a la que ya no entendía. 
Podría decirse que, en general, estaba entusiasmada. Contenta. Pero se quedó un minuto mirando porque siempre es así cuando se deja algo.”

 MIRADOR DE LIBROS UNA CUADRA, 
de Márgara Averbach 

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