La primavera se descarga de golpe en estas latitudes.
Un día, como el de hoy, al levantarse uno a la mañana advierte que las flores de los garabatos ya están en el ambiente aromatizándolo con su cálido perfume que se puede palpar, casi, con la lengua.
Las ckellusisas alfombran él paisaje en estallido de flores amarillas. Las abejitas silvestres acarrean el polen, diligentes; ellas vienen a levantar agua en las filtraciones de la tina, en este fin del invierno con sus meses de seca.
Ya se ven en los árboles los doseles de "hilos de la virgen" ( o "babas del diablo", como uno prefiera), briznas de tela de las arañitas esas que van por el aire -viajeras insólitas- suspendidas de sus tenues paracaídas de una sola hebra.
La naturaleza toda comienza a movilizarse.
Los pájaros cantan, buscando pareja, mientras rayan el aire con sus vuelos.
Los abejorros ronronean su pesado andar.
--Se va a poner lindo el campo este año, señor.
--Es cierto, Elo—respondo devolviéndole el mate vacío--, el campo va a estar muy alegre.
Del libro "Shalacos" (1975).
Jorge W. Ábalos
Material compilado y revisado por la educadora argentina
Nidia Cobiella (NidiaCobiella@Educar.Org)
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