miércoles, 26 de junio de 2013

Poesías sobre calles y barrios de la ciudad de Buenos Aires

Montañeses
La lluvia estalla en la montaña
está ya
lloviendo.
Y mientras, desde el desván,
yo viendo
que el bosque se desvanece.
Los árboles ceden sus ramas
al agua que se derrama
y cae de rama en rama.
Helada baja el agua, impetuosa llega
el hada de la montaña.

Boyacá
En la calle Boyacá
alguien pela una cebolla.
Pero al ponerla en la olla,
cae rodando y se abolla.
Que sea boya la olla
en la calle Boyacá.
Me detengo. Voy acá.

Tejedor
En la calle Tejedor,
en el jardín de una villa
al asomarse la tarde
la vi a Ana, que ovilla.
Ovilla Ana su lana
y con agujas en punta
va tramando maravillas
mientras las hebras se juntan.
Un farol vierte su luz
sobre el tejido que oscila
cuando Ana con la lana
delicadas tramas hila.
Y sus manos no desmayan
mientras el tejido traza
el contorno y los matices
de unas figuras con rayas.

Caballito
A un barrio tranquilo
de sencilla gente
llega un jinete
y desensilla urgente.
Dense silla, gente,
a tomar asiento.
Sí, ya llega alguien
a contar un cuento.
A caballo llega
acaba ya de llegar
y acá van ya sus palabras
que se largan a rodar.
"Supo haber en este barrio
que tanto otoño barrió,
un equino tan pequeño
que aquí no hay quien lo vio.
Era un caballo alado
de muy escasa estatura
que pasaba por al lado
con su insólita figura.
Y aunque algunos se resistan
a aceptar extraños hechos
yo sé que hay noches que vuelve
a volar sobre los techos."
Y dichas estas palabras
montó su cabalgadura
y en menos que canta un gallo
fueron una miniatura.
Y se alejaron volando
despacito, despacito,
saludando con las alas
al barrio de Caballito.

Un rincón de Palermo
Estalle nomás el verso
por los cielos de Palermo,
que está lleno de secretos
el universo porteño.
Está llegando el momento
de descubrir con detalle
las misteriosas sorpresas
que guardan algunas calles.
De talle más bien pequeño
y deslumbrante mirada
un tallador va tallando
historias de las barriadas.
Batallando con el ritmo
de las noches y los días,
en el taller de la vida
va tallando su poesía.
Se lo ve en cualquier momento
del verano o el invierno
desparramando palabras
por las calles de Palermo.
No hay una sola calle
donde calle su poesía
pero sí hay callecitas
que son citas de sus rimas
donde se arrima a cantar
desventuras y alegrías.
Y una de esas callecitas
es la calle Demaría,
en un rincón de Palermo
donde brota esta poesía:
Si yo amara a María,
¿no amaría a Mara?
Si yo a Mara amara
¿no amaría a María?
Si yo amara, amaría,
y amaría, si amara.
Y amo, y amaré
y también amara y amaría
andar a diario por mi barrio
y recorrer la calle Demaría
salpicando al vecindario
con un poco de poesía.


Adela Basch
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