lunes, 30 de enero de 2012
Enanitos verdes
Enanitos Verdes es una banda de rock argentina, formada en 1979 en la ciudad de Mendoza. A lo largo de su carrera han logrado colocarse en puestos importantes de las listas de popularidad argentinas, de Latinoamérica y el Caribe.
Según consta en la página oficial de la banda, el nombre se debe a una leyenda urbana que había trascendido en la época de su formación y que llegó a tener cierta exposición en los medios de comunicación.2 En palabras de uno de sus miembros:
Corría el año 1979 y una familia de turistas, mientras visitaba en Mendoza el Puente del Inca, se toma una fotografía. Al revelarla aparecen a un lado de dicha familia unos enanitos verdes en ronda. Al momento de sacar la fotografía obviamente no los vio nadie pero luego del revelado allí estaban. Este hecho tuvo una trascendencia pública notoria saliendo en los periódicos locales. E inclusive dicen algunos que llegó la fotografía hasta la Nasa para comprobar su autenticidad. Leyenda o realidad un amigo nuestro que era periodista de una revista bautizó a nuestro novato grupo con el nombre de Los Enanitos Verdes de Puente del Inca y así apareció en la primer crónica. Los integrantes optaron por la mitad del nombre: “Los Enanitos Verdes”, pero bien podrían haberse llamado también Puente del Inca.
www.losenanitosverdes.net/
viernes, 27 de enero de 2012
La ciudad junto al río inmóvil (fragmento)
" Ella no dijo nada; el sabor del whisky era agradable, fresco y con cierto amargor apenas sensible; el salón servía de refugio a la huida final de la tarde; entró un hombre vestido con traje de brín blanco y una camisa oscura y un pañuelo de puntas castaño saliéndole por el bolsillo del saco - miró a su alrededor y fue a sentarse al lado del mostrador y el patrón levantó los ojos y lo miró y el mozo vino y pasó la servilleta sobre la mesa y escuchó lo que el hombre pedía y luego lo repitió en voz alta; el hombre de la mesa lejana que oía al que hablaba volublemente volvió unos ojos lentos y pesados hacia el cliente que acababa de entrar; un gato soñoliento estaba tendido sobre la trunca balaustrada de roble negro que separaba dos sectores del salón, a partir de la vidriera donde se leía, al revés, la inscripción: "Café de la Legalidad"; ella pensó: ¿por qué se llamará café de la Legalidad? - una vez había visto, en el puerto, una barca que se llamaba Causalidad; ¿qué quería decir Causalidad, por qué había pensado el patrón en la palabra Causalidad, qué podía saber de Causalidad un navegante gris a menos de ser un hombre de ciertas lecturas venido a menos?; tal vez tuviera que ver con ese mismo desastre la palabra Causalidad; o sencillamente habría querido poner Casualidad -es decir, podía ser lo contrario, esa palabra, puesta allí por ignorancia o por un asomo de conocimiento-; junto a la tintorería, las puertas ya cerradas pero los escaparates mostrando el acumulamiento ordenado de carátulas grises, blancas, amarillas, con cabezas de intelectuales fotográficos y avisos escritos en grandes letras negras.
(...)
Estuvieron allí un rato más y luego salieron; echaron a andar por esas calles donde rodaban la soledad, la pobreza y el templado aire nocturno; parecía haberse establecido entre los dos una atmósfera, una temperatura que no tenía nada que ver con el clima de la calle; caminaron unas pocas cuadras, hasta el barrio céntrico donde ardían los arcos galvánicos, y entraron en el restaurante. ¡Qué risas, estrépito, hablar de gentes! Sostenía la orquesta de diez hombres su extraño ritmo; comieron en silencio; de vez en cuando cruzaba entre los dos una pregunta, una réplica; no pidieron nada después del pavo frío; más que la fruta, el café; la orquesta sólo se imponía pequeñas pausas. Cuando salieron, cuando los recibió nuevamente el aire nocturno, la ciudad, caminaron un poco a la deriva entre las luces de los cinematógrafos. Él estaba distraído, exacerbado, y ella miraba los carteles rosa y amarillo - habría deseado decir muchas cosas, pero no valía la pena, callaba. -Volvamos a casa -dijo él-. No hay ninguna parte adonde ir. "
Eduardo Mallea
(...)
Estuvieron allí un rato más y luego salieron; echaron a andar por esas calles donde rodaban la soledad, la pobreza y el templado aire nocturno; parecía haberse establecido entre los dos una atmósfera, una temperatura que no tenía nada que ver con el clima de la calle; caminaron unas pocas cuadras, hasta el barrio céntrico donde ardían los arcos galvánicos, y entraron en el restaurante. ¡Qué risas, estrépito, hablar de gentes! Sostenía la orquesta de diez hombres su extraño ritmo; comieron en silencio; de vez en cuando cruzaba entre los dos una pregunta, una réplica; no pidieron nada después del pavo frío; más que la fruta, el café; la orquesta sólo se imponía pequeñas pausas. Cuando salieron, cuando los recibió nuevamente el aire nocturno, la ciudad, caminaron un poco a la deriva entre las luces de los cinematógrafos. Él estaba distraído, exacerbado, y ella miraba los carteles rosa y amarillo - habría deseado decir muchas cosas, pero no valía la pena, callaba. -Volvamos a casa -dijo él-. No hay ninguna parte adonde ir. "
Eduardo Mallea
miércoles, 25 de enero de 2012
Eduardo Mallea
No pasa de ser un engaño creer que nuestros amores y nuestros odios se originan al azar; esos sentimientos elementales hacen de nosotros criaturas elementales, nos recogen, antes de devolvernos en la pasión con mayor fuerza, en las playas de nuestro propio yo, y cuánto más cerca estamos de nosotros es cuando somos más elementales; no se ama ni se odia de un modo instintivo e infantil, y aun en el amante más parco de corazón, esos movimientos del ánimo lo tienen todo de borrasca y nada de reflexiva continuidad; oscura borrasca querer y oscura borrasca odiar, como es oscuro todo en el niño que llora y ríe según secretos humores; oscuro e instintivo, pero con nada de azar; todo, como en el niño, atado a leyes inmanentes en cada organismo. Lo que odiamos y lo que amamos son el fruto del extraño florecimiento de nuestro grano una vez muerto, la especie de bien que puede al fin conceder libertad a la confusa, compleja y contradictoria maraña de nuestros males; odiar y amar son: saber al fin lo que queremos; y tal vez el único modo que tiene el hombre de abrirse paso en sí y salir afuera, forma por la que escapa un día de su intrincada selva."... Eduardo Mallea
lunes, 23 de enero de 2012
El desprecio
"Me levanté en espíritu y abrí los ojos sobre esa realidad. Me sentí extrañamente lleno de angustia y furia. Me llené de desprecio y amor. Creí haber llegado a un momento fértil de mi vida, a ese en que el torbellino del alma nos dice cuáles son nuestros odios fuertes, cuáles nuestros amores fuerte, qué es lo que llevamos en nosostros frágilmente y qué lo inconmovible, lo rudo, lo perdurable; qué es lo que llevamos hecho ruina y qué lo que llevamos de naturaleza imbatible. Y estaba ahí circundado por los dos países, aquel contra el que me levantaba, en el que no me resignaba a vivir, aquel del que quería conservarme inexorablemente alejado; y el otro, el creador, el país verdadero, el país mío, mi país, mucho más fuerte que el otro, como son más fuertes que la ola externa las corrientes de profundidad"...
Eduardo Mallea.
jueves, 19 de enero de 2012
Luis Alberto Spinetta
Luis Alberto Spinetta, (23 de enero de 1950, Buenos Aires) también conocido como El Flaco, es un cantante, guitarrista, poeta y compositor argentino de rock, considerado como uno de los más importantes de su país. La gran complejidad de sus obras, tanto en lo instrumental, como en lo lírico y poético, le valió el reconocimiento en Latinoamérica y el resto del mundo.
En sus letras hay influencia de escritores, poetas, artistas y pensadores como Rimbaud, Vincent Van Gogh, Carl Gustav Jung, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, Foucault, Deleuze, Carlos Castañeda y Artaud, del cual incluso lleva su nombre uno de sus discos.
Es considerado uno de los padres del rock argentino junto con Lito Nebbia, Javier Martinez, Moris, Pappo, y Tanguito entre otros.
El 21 de julio de 2009 fue galardonado con el Gardel de Oro por CAPIF (la cámara de productores fonográficos) por su disco Un mañana, también se llevó los galardones a Mejor Álbum Artista de Rock; Mejor Diseño de Portada; Mejor Video Clip; Canción del Año y Álbum del Año.
El 4 de diciembre de 2009 festejó sus 40 años de trayectoria con un recital de cinco horas y media en el que reunió a todas las bandas de su carrera.
El 23 de diciembre de 2011 publicó en la cuenta de Twitter de su hijo Dante una carta en la que manifestaba que estaba enfrentando un cáncer de pulmón.
Luis Alberto pedimos por tu pronta recuperación.
Muchacha ojos de papel
Muchacha ojos de papel, adónde vas?
quédate hasta el alba.
Muchacha pequeños pies, no corras más,
quédate hasta el alba.
Sueña un sueño despacito, entre mi manos,
hasta que por la ventana suba el sol.
Muchacha piel de rayón, no corras más,
tu tiempo es hoy...
Y no hables más, muchacha corazón de tiza,
cuando todo duerma te robaré un color. (bis)
Muchacha voz de gorrión, adónde vas?
quédate hasta el día.
Muchacha pechos de miel, no corras más,
quédate hasta el día.
Duerme un poco y yo, entre tanto, construiré
un castillo con tu vientre,
hasta que el sol, muchacha, te haga reir,
hasta llorar, hasta llorar.
Y no hables más, muchacha corazón de tiza,
cuando todo duerma te robaré un color.
Luis Alberto Spinetta
*********
Para Gustavo Cerati
Dios Guardián Cristalino de guitarras / que ahora / más tristes / penden y esperan / de tus manos la palabra / Precipitándome a lo insondable / tus caricias me despiertan a la vez / en un mundo diferente al de recién... / Tu luz es muy fuerte / es iridiscente y altamente psicodélica / Te encuentro cuando el sol abre una hendija / que genera notas sobre la pared sombreada / Y suena tu música en la pantalla / sos el ángel inquieto que sobrevuela / la ciudad de la furia / Comprendemos todo / tu voz nos advierte la verdad / Tu voz más linda que nunca
Luis Alberto Spinetta
quédate hasta el alba.
Muchacha pequeños pies, no corras más,
quédate hasta el alba.
Sueña un sueño despacito, entre mi manos,
hasta que por la ventana suba el sol.
Muchacha piel de rayón, no corras más,
tu tiempo es hoy...
Y no hables más, muchacha corazón de tiza,
cuando todo duerma te robaré un color. (bis)
Muchacha voz de gorrión, adónde vas?
quédate hasta el día.
Muchacha pechos de miel, no corras más,
quédate hasta el día.
Duerme un poco y yo, entre tanto, construiré
un castillo con tu vientre,
hasta que el sol, muchacha, te haga reir,
hasta llorar, hasta llorar.
Y no hables más, muchacha corazón de tiza,
cuando todo duerma te robaré un color.
Luis Alberto Spinetta
*********
Para Gustavo Cerati
Dios Guardián Cristalino de guitarras / que ahora / más tristes / penden y esperan / de tus manos la palabra / Precipitándome a lo insondable / tus caricias me despiertan a la vez / en un mundo diferente al de recién... / Tu luz es muy fuerte / es iridiscente y altamente psicodélica / Te encuentro cuando el sol abre una hendija / que genera notas sobre la pared sombreada / Y suena tu música en la pantalla / sos el ángel inquieto que sobrevuela / la ciudad de la furia / Comprendemos todo / tu voz nos advierte la verdad / Tu voz más linda que nunca
Luis Alberto Spinetta
lunes, 16 de enero de 2012
FRAGMENTO DE SU LIBRO DE POESÍAS "GUITARRA NEGRA"
Traspasó la luz un germen que era indómito,
y atravesado éste,
vaciló un instante.
Luego recobró su paso en la marcha uterina.
Sintió que iba a producirse un momento de magia:
Una ovulación.
SONETO INTRAUTERINO
Desde el oráculo del vientre abierto se ve una placenta
Es una figura de mármol que adquiere movimiento
Apenas un espejo y un sol parecen los destellos del fondo.
A la vez, una melodía recorre el eco de este espacio.
La naturaleza realiza su descripción
y nosotros emitimos la fe de nuestro secreto
y se sabe que en un suburbio del abismo perlamos
nuestro ahogo.
Madre eterna, tu creación es serena.
Es la seda que el tiempo no corrompe
Porque su alma vuela hacia la luz
Porque su corazón se ilumina de magia.
EL ANGULO DE LA VIDA
El ángulo de la vida
es una semilla.
Las trabajosas hileras
que nos dieron años de respiración.
El secreto del árbol
consiste en proyectar la luz,
la luz de los rayos del cosmos
y las últimas fuerzas que resucitan desde el fuego del centro.
Y el atisbo del fin
es el desierto interminable
inmerso en la finitud
de la que nace el árbol.
II
Enumeramos ahora ciertas cosas:
CUERPO, CIELO, PALABRA Y ACTO.
Cuerpo es el sin fin, donde experimentamos cada
sensación por separado, como granos de arena y cada
sensación en su totalidad, como arena.
Cielo es el punto al que nuestra vista identifica
más velozmente, por cubrirlo todo.
Palabra es la cara de la voz y es el sitio intermedio
entre el cuerpo y el cielo.
Acto fue el de los hombres que, al verse atrapado
en el paraíso, intentaron escapar del cielo.
III
Feliz es el día
Feliz es la noche
Feliz es el cielo
Por cambiar todo el tiempo
sin moverse de sitio.
LUIS ALBERTO SPINETTA
y atravesado éste,
vaciló un instante.
Luego recobró su paso en la marcha uterina.
Sintió que iba a producirse un momento de magia:
Una ovulación.
SONETO INTRAUTERINO
Desde el oráculo del vientre abierto se ve una placenta
Es una figura de mármol que adquiere movimiento
Apenas un espejo y un sol parecen los destellos del fondo.
A la vez, una melodía recorre el eco de este espacio.
La naturaleza realiza su descripción
y nosotros emitimos la fe de nuestro secreto
y se sabe que en un suburbio del abismo perlamos
nuestro ahogo.
Madre eterna, tu creación es serena.
Es la seda que el tiempo no corrompe
Porque su alma vuela hacia la luz
Porque su corazón se ilumina de magia.
EL ANGULO DE LA VIDA
El ángulo de la vida
es una semilla.
Las trabajosas hileras
que nos dieron años de respiración.
El secreto del árbol
consiste en proyectar la luz,
la luz de los rayos del cosmos
y las últimas fuerzas que resucitan desde el fuego del centro.
Y el atisbo del fin
es el desierto interminable
inmerso en la finitud
de la que nace el árbol.
II
Enumeramos ahora ciertas cosas:
CUERPO, CIELO, PALABRA Y ACTO.
Cuerpo es el sin fin, donde experimentamos cada
sensación por separado, como granos de arena y cada
sensación en su totalidad, como arena.
Cielo es el punto al que nuestra vista identifica
más velozmente, por cubrirlo todo.
Palabra es la cara de la voz y es el sitio intermedio
entre el cuerpo y el cielo.
Acto fue el de los hombres que, al verse atrapado
en el paraíso, intentaron escapar del cielo.
III
Feliz es el día
Feliz es la noche
Feliz es el cielo
Por cambiar todo el tiempo
sin moverse de sitio.
LUIS ALBERTO SPINETTA
sábado, 14 de enero de 2012
Frases de Luis Alberto Spinetta
"Si la lluvia llega hasta aquí voy a limitarme a vivir. Mojaré mis alas como el árbol o el ángel o quizás muera de pena."
"Esta noche se oirá dentro de tu piel. No hay ningún momento, que se pueda comparar al amor."
"Tengo que aprender a volar entre tanta gente de pie."
"¿Y para qué vivir, si ya no tienes fe en tu hermano, al que no amas ya? ¡Ya no me digas que se siente! Si no se cambia hoy, no se cambia más... Y tus hijos sabrán, que vendiste tu amor..."
"Después de todo tú eres la única muralla... Si no te saltas nunca darás un solo paso..."
"Ya no poses nena, todo eso es en vano como no dormir."
"Alimenta tus fantasías, no tus vanidades nena."
"Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor... Mañana es mejor"
"Tu sombra da contra el muro al que quiebras en múltiples ecos"
"No corras mas, tu tiempo es hoy"
"Y deberás crecer sabiendo reir y llorar"
"Esta noche se oirá dentro de tu piel. No hay ningún momento, que se pueda comparar al amor."
"Tengo que aprender a volar entre tanta gente de pie."
"¿Y para qué vivir, si ya no tienes fe en tu hermano, al que no amas ya? ¡Ya no me digas que se siente! Si no se cambia hoy, no se cambia más... Y tus hijos sabrán, que vendiste tu amor..."
"Después de todo tú eres la única muralla... Si no te saltas nunca darás un solo paso..."
"Ya no poses nena, todo eso es en vano como no dormir."
"Alimenta tus fantasías, no tus vanidades nena."
"Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor... Mañana es mejor"
"Tu sombra da contra el muro al que quiebras en múltiples ecos"
"No corras mas, tu tiempo es hoy"
"Y deberás crecer sabiendo reir y llorar"
viernes, 13 de enero de 2012
Héctor Omar Hoffmann, más conocido como Sergio Denis nació en San José, Colonia N° 2, Partido de Coronel Suárez, Provincia de Buenos Aires, 16 de marzo de 1949, es un cantautor y actor argentino.
En el mes de marzo de 1969 se radicó en Buenos Aires e ingresó al conjunto "Los Bambis", con el que grabó por primera vez para un sello discográfico: Columbia Broadcasting System (CBS). El disco se llamó "Los Bambis también cantan". Los productores de CBS vieron su potencial, y le dieron la oportunidad de comenzar su carrera como solista, y en noviembre de 1969 grabó los temas Fui un soñador y Te llamo para despedirme, escrito y producido por Francis Smith.
Sergio Denis siempre se caracterizó por su estilo para componer o interpretar el pop melódico y la balada romántica. Entre sus canciones más famosas y populares se encuentran: Yo nunca supe más de ti del álbum homónimo de 1973, Cada vez que sale el sol del álbum del mismo nombre de 1977, Cómo estás, querida incluida en el álbum Afectos (1985), Te quiero tanto del álbum Imágenes (1986), y Un poco loco del álbum homónimo de 1991. Su repertorio también incluye versiones en Español de canciones originalmente grabadas en Inglés, tales como California somnolienta (California dreamin' de The Mamas and the Papas) incluida en su álbum Al Estilo de... Sergio Denis II (1981), Pipas de la paz (Pipes of peace, de Paul McCartney) del álbum La Humanidad (1984), Nada cambiará mi amor por ti (Nothing's gonna change my love for you de Glenn Medeiros) y Así fue nuestro amor (Annie's song, de John Denver), éstas dos últimas incluidas en su álbum Afectos. Ha ganado muchos premios, siendo el cantautor argentino que más unidades vendió entre 1985 y 1994.
miércoles, 11 de enero de 2012
Coplas del Payador Perseguido
Con permiso via a dentrar
aunque no soy convidao,
pero en mi pago, un asao
no es de naides y es de todos.
Yo via cantar a mi modo
después que haiga churrasquiao.
No tengo Dios pa pedir
cuartiada en esta ocasión,
ni puedo pedir perdón
si entuavía no hei faltao;
veré cuando haiga acabao;
pero ésa es otra cuestión.
Yo sé que muchos dirán
que peco de atrevimiento
si largo mi pensamiento
pal rumbo que ya elegí,
pero siempre hei sido ansi;
galopiador contra el viento.
Eso lo llevo en la sangre
dende mi tatarabuelo.
Gente de pata en el suelo
fueron mis antepasaos;
criollos de cuatro provincias
y con indios misturaos.
Mi agüelo fue carretero,
mi tata fue domador;
nunca se buscó dotor
pues se curaban con yuyos,
o escuchando los murmuyos
de un estilo de mi flor.
Como buen rancho paisano
nunca falto una encordada,
de ésas que parecen nada
pero que son sonadoras.
Según el canto y la hora
quedaba el alma sobada.
Mi tata era sabedor
por lo mucho que ha rodao.
Y después que había cantao
destemplaba cuarta y prima,
y le echaba un poncho encima
"pa que no hable demasiado..."
La sangre tiene razones
que hacen engordar las venas.
Pena sobre pena y pena
hacen que uno pegue el grito.
La arena es un puñadito
pero hay montañas de arena
No sé si mi canto es lindo
o si saldrá medio triste;
nunca fui zorzal, ni existe
plumaje más ordinario.
Yo soy pájaro corsario
que no conoce alpiste.
Vuelo porque no me arrastro,
que el arrastrarse es la ruina;
anido en árbol de espina
lo mesmo que en cordilleras
sin escuchar las zonceras
del que vuela a lo gallina.
No me arrimo así nomás
a los jardines floridos.
Sin querer vivo alvertido
pa' no pisar el palito.
Hay pájaros que solitos
se entrampan por presumidos.
Aunque mucho he padecido
no me engrilla la prudencia.
Es una falsa experiencia
vivir temblándole a todo.
Cada cual tiene su modo;
la rebelión es mi cencia.
Pobre naci y pobre vivo
por eso soy delicao.
Estoy con los de mi lao
cinchando tuitos parejos
pa' hacer nuevo lo que es viejo
y verlo al mundo cambiao.
Yo soy de los del montón,
no soy flor de invernadero.
Soy como el trébol pampero,
crezco sin hacer barullo.
Me apreto contra los yuyos
y así lo aguanto al pampero.
Acostumbrao a las sierras
yo nunca me sé marear,
y si me siento alabar
me voy yendo despacito.
Pero aquel que es compadrito
paga pa' hacerse nombrar.
Si alguien me dice señor,
agradezco el homenaje;
mas, soy gaucho entre gauchaje
y soy nada entre los sabios.
Y son pa' mi los agravios
que le hagan al paisanaje.
La vanidá es yuyo malo
que envenena toda huerta.
Es preciso estar alerta
manejando el azadón,
pero no falta el varón
que la riegue hasta en su puerta.
El trabajo es cosa buena,
es lo mejor da la vida;
pero la vida es perdida
trabajando en campo ajeno.
Unos trabajan de trueno
y es para otros la llovida.
Trabajé en una cantera
de piedritas de afilar.
Cuarenta sabían pagar
por cada piedra polida,
y era a seis pesos vendida
en eso del negociar.
Apenas el sol salía
ya estaba a los martillazos,
y entre dos a los abrazos
con los tamaños piegrones,
y por esos moldejones
las manos hechas pedazos.
Otra vez fui panadero
y hachero en un quebrachal;
he cargao bloques de sal
y también he pelao cañas,
y un puñado de otras hazañas
pa' mi bien o pa' mi mal.
Buscando de desasnarme
fui pinche de escribanía;
la letra chiquita hacía
pa' no malgastar sellao,
y era también apretao
el sueldo que recibía.
Cansao de tantas miserias
me largué pal Tucumán.
Lapacho, aliso, arrayán,
y hacha con los algarrobos.
¡Por dos cincuenta! Era robo
pa' que uno tenga ese afán.
Sin estar fio en un lao
a toda labor le hacía,
y ansí sucedio que un día
que andaba de benteveo
me topé con un arreo
que dende Salta venía.
Me picó ganas de andar
y apalabré al capataz,
y ansí, de golpe nomás
el hombre me preguntó:
¿Tiene mula? Cómo no
le dije . Y hambre, de -más.
A la semana de aquéllo
repechaba cordilleras,
faldas, cuestas y laderas
siempre pal lao del poniente,
bebiendo agua de virtiente
y aguantando las soleras.
Tal vez otro habrá rodao
tanto como he rodao yo,
y le juro, creameló,
que he visto tanta pobreza,
que yo pensé con tristeza:
Dios por aqui no pasó.
Se nos despeñó una vaca
causa de la cerrazón,
y nos pilló la oración
cueriando y haciendo asao;
dende ese día, cuñao
se me gastó mi facón.
Me sacudí las escarchas
cuando bajé de los Andes,
y anduve en estancias grandes
cuidando unos parejeros;
trompeta, capa y sombrero,
pero pa' los peones, de ande.
La peonada, al descampao,
el patrón, en Güenos Aires.
Nosotros, el cu...ello al aire
con las carona mojadas,
y la hacienda de invernada
más relumbrosa que un fraile.
El estanciero tenía
también sus cañaverales,
y en los tiempos otoñales
juntábamos los andrajos,
y no íbamos p'abajo
dejando los pedregales.
(II)
Allí nos amontonaban
en lote con otros criollos,
cada cual buscaba un hoyo
ande quinchar su guarida,
y pasábamos la vida
rigoriaos y sin apoyo.
Faltar, no faltaba nada:
vino, café y alpargatas.
Si habré revoliao las patas
en gatos y chacareras.
Recién la cosa era fiera
al dir a cobrar las latas.
¡Qué vida más despareja!
Todo es ruindad y patraña;
Pelar cañas es hazaña
del que nació pal rigor.
Allí había un solo dulzor
y estaba adentro e'la caña.
Era un consuelo pal pobre
andar jediendo a vinacho.
Hombres grandes y muchachos
como malditos en vida,
esclavos de la bebida
se lo pasaban borrachos.
¡Tristes domingos del surco
los que yo he visto y vivido!
Desparramaos y dormidos
en la arena amanecían,
a lo mejor soñarían
con la muerte o el olvido...
Riojanos y santiagüeños,
salteños y tucumanos,
con el machete en la mano
volteaban cañas maduras,
pasando sus amarguras
y aguantando como hermanos.
¡Rancho techao con maloja,
vivienda del pelador!
En medio de ese rigor
no faltaba una viguela,
con que el pobre se consuela
cantando coplas de amor.
Yo también, que dende chango
unido al canto creci,
más de un barato pedí
y pa'los piones cantaba.
¡Lo que a ellos les pasaba
también me pasaba a mí!
Cuando yo aprendí a cantar
armaba con pocos rollos.
Y en la orilla de un arroyo
bajo las ramas de un sauce,
crecí mirando en el cauce
mis sueños de pobre criollo.
Cuando sentí una alegría;
cuando el dolor me golpió;
cuando una duda mordió
mi corazón de paisano,
desde el fondo de los llanos
vino un canto y me curó...
En esos tiempos pasaban
cosas que ya no pasan.
Cada cual tenía un cantar
o copla de anochecida.
Formas de curar la herida
que sangra en el trajinar.
Algunos cantaban bien.
Otros, pobres, más o menos...
Mas no eran cantos ajenos,
aunque marca no tenían.
Y todos se entretenían
guitarreando hasta el desvelo.
Por áhi se allegaba un máistro,
de esos puebleros letraos;
juntaba tropa y versiaos
que iban después a un libraco,
y el hombre forraba el saco
con lo que otros han pensao.
Los peones formaban versos
con sus antiguos dolores.
Después vienen los señores
con un cuaderno en la mano,
copian el canto paisano
y presumen de escritores.
El criollo cuida su flete,
su guitarra y su mujer;
siente que enfrenta un deber
cada vez que da la mano;
y aunque pa'todo es baquiano
sólo el canto ha de perder.
¡Coplas que lo acompañaron
en las quebradas desiertas,
aromas de flores muertas
y de patriadas vividas,
fueron la luz encendida
para sus noches despiertas!...
Se aflije si se le pierde
un bozal, un maneador,
pero no siente furor
si al escucharle una trova,
viene un pueblero y le roba
su mejor canto de amor.
De seguro, si uno piensa,
le halla el nudo a la madeja,
porque la copla más vieja,
como la ráiz de la vida,
tiene el alma por guarida,
que es ande anidan las quejas.
Por eso el hombre al cantar
con emoción verdadera,
echa su pena p'ajuera
pa que la lleven los vientos,
y ansí, siquiera un momento
se alivia su embichadera.
No es que no ame a su trova
ni que desprecie su canto.
Es como cuando un quebranto
en la noche de los llanos
hace aflojar al paisano
y el viento le lleva el llanto.
En asuntos del cantar,
la vida nos va enseñando
que sólo se va volando
la copla que es livianita.
Siempre caza palomitas
cualquiera que anda cazando...
Pero si el canto es protesta
contra la ley del patrón,
se arrastra de peón a peón
en un profundo murmuyo,
y marcha al ras de los yuyos
como chasque en un malón.
Se pueden perder mil trovas
ande se canten quereres,
versos de dichas, placeres,
carreras y diversiones;
suspiros de corazones
y líricos padeceres.
Pero si la copla cuenta
del paisanaje la historia,
ande el peón vueltea la noria
de las miserias sufridas,
ésa, se queda prendida
como abrojo en la memoria!
Lo que nos hizo dichosos
tal vez se pueda olvidar;
los años en su pasar
mudarán los pensamientos.
Pero angustias y tormentos
son marcas que han de durar...
Estas cosas que yo pienso
no salen por ocurrencia.
Para formar mi esperencia
yo masco antes de tragar.
Ha sido largo el rodar
de ande saqué la alvertencia.
Si uno pulsa la guitarra
pa cantar coplas de amor,
de potros, de domador,
de la sierra y las estrellas,
dicen : ¡Qué cosa más bella!
¡Si canta que es un primor!
Pero si uno, como Fierro,
por ahi se larga opinando,
el pobre se va acercando
con las orejas alertas,
y el rico vicha la puerta
y se aleja reculando.
Debe trazar bien su melga
quien se tenga por cantor,
porque sólo el impostor
se acomoda en toda huella.
Que elija una sola estrella
quien quiera ser sembrador...
En el trance de elegir
que mire el hombre p'adentro,
ande se hacen los encuentros
de pensares y sentires.
Después... que tire ande tire,
con la concencia por centro.
Hay diferentes montones,
unos grandes, y otros chicos.
Si va pal montón del rico
el pobre que piensa poco,
detrás de los equivocos
se vienen los perjudicos.
Yo vengo de muy abajo,
y muy arriba no estoy.
Al pobre mi canto doy
y así lo paso contento,
porque estoy en mi elemento
y áhi valgo por lo que soy.
(III)
Si alguna vuelta he cantao
ante panzudos patrones,
he picaneao las razones
profundas del pobrerío.
Yo no traiciono a los míos
por palmas ni patacones.
Aunque canto en todo rumbo
tengo un rumbo preferido.
Siempre canté estremecido
las penas del paisanaje,
la explotación y el ultraje
de mis hermanos queridos.
Pa que cambiaran las cosas
busqué rumbo y me perdí;
al tiempo, cuenta me dí
y agarré por buen camino.
¡Antes que nada, argentino;
y a mi bandera seguí...!
Yo soy del norte y del sur,
del llano y del litoral;
y naide lo tome a mal
si hay mil gramos en el kilo.
Ande quiera estoy tranquillo
pero ensillao, soy bagual.
El cantor debe ser libre
pa desarrollar su cencia.
Sin buscar la convenencia
ni alistarse con padrinos.
De esos oscuros caminos
yo ya tengo la experiencia.
Yo canto, por ser antiguos
cantos que ya son eternos;
y hasta parecen modernos
por lo que en ellos vichamos.
Con el canto nos tapamos
para entibiar los inviernos...
Y no canto a los tiranos
ni por orden del patrón.
El pillo y el trapalón
que se arreglen por su lado
con payadores comprados
y cantores de salón.
Por la fuerza de mi canto
conozco celda y penal.
Con fiereza sin igual
más de una vez fui golpiao,
y al calabozo tirao
como tarro al basural.
Se puede matar a un hombre.
Pueden su rostro manchar,
su guitarra chamuscar.
¡Pero el ideal de la vida,
esa es leñita prendida
que naide ha de apagar!
Los malos se van alzando
todo lo que hallan por áhi;
como granitos de máiz
siembran los peores ejemplos,
y se viene bajo el templo
de la decencia del páis.
Detrás del ruido del oro
van los maulas como hacienda;
no hay flojo que no se venda
por una sucia moneda;
mas, siempre en mi tierra queda
gauchaje que la defienda.
Cantor que cante a los pobres
ni muerto se ha de callar.
Pues ande vaya a parar
el canto de ese cristiano,
no ha de faltar el paisano
que lo haga resucitar.
El estanciero presume
de gauchismo y arrogancia.
El cree que es extravagancia
que su peón viva mejor.
Mas, no sabe ese señor
que por su peón tiene estancia.
Aquel que tenga sus reales
hace muy bien en cuidarlos;
pero si quiere aumentarlos
que a la ley no se haga el sordo.
Que en todo puchero gordo
los choclos se vuelven marlos.
Una vuelta, sin trabajo,
andaba por Tucumán,
y en una fonda, ande van
cantores de madrugada,
me acerqué pa la payada
que siempre ha sido mi afán.
Aunque extrañando la monta
me le apilé a un instrumento.
Y al cabo de algún momento
le di puerta a una baguala,
con una coplita rala
de esas que llevan los vientos.
Tal vez fuera la guitarra.
¡Tan lindo como sonaba !
Mi corazón remontaba
tristezas de los caminos,
y lo maldije al destino
que tantas penas me daba.
Un hombre se me acercó
y me dijo : ¿Qué hace acá?
Viaje pa la gran ciudad
que allí lo van a entender;
áhi tendrá fama, placer
y plata pa regalar.
¡Para qué lo habré escuchao!
¡Si era la voz del mandinga !
Buenos Aires, ciudá gringa,
me tuvo muy apretao.
Tuitos se me hacían a un lao
como cu ... erpo a la jeringa.
Y eso que no vine pobre
pues traiba alpargatas nuevas.
Las viejas ... pa cuando llueva
en la alforja las metí;
un pantalón color gris
y un saco tirando a leva.
Saltando de radio en radio
anduve, figuresé.
Cuatro meses me pasé
en partidas malogradas;
naide aseguraba nada,
y sin plata me quedé.
Vendí mis lindas alforjas.
Mi guitarra, ¡la vendi!
En mi pobreza, ay de mí,
me hubiera gustao guardala.
¡Tanto me ha costao comprarla
Pero, en fin ... todo perdí!
¡Vihuela, dónde andarás,
qué manos te están tocando.
Noches enteras pensando
siquiera como consuelo,
que sea un canto de este suelo
lo que te están arrancando...!
Cuando el máiz está en barbecho
luce un color brillantón;
las hebras, como un nailón
presumen con sus lindezas.
Pero agachan la cabeza
si las agarra el carbón.
Igual me pasaba a mí
en aquellos tiempos idos;
joven, fuerte, presumido,
y cuando se acabó el queso,
volví en un triste regreso
poblada l'alma de olvidos.
Cosas de la juventud...
¡Malhaya, dónde andarás...!
Aura que estoy bataraz
de tanto cambiar el pelo,
recuerdo aquellos develos
pero no miro p'atras.
Me volví pal Tucumán
nuevamente a padecer.
Y en eso de andar y ver
se pasarán muchos años
entre penas, desengaños,
esperanzas y placer.
Mas, no jué tiempo perdido,
asegún lo ví después.
Porque supe bien como es
la vida de los paisanos.
De todos me sentí hermano,
del derecho y del revés.
Siempre recuerdo los tiempos
en que guapiando pasé,
los cerros que atravesé
buscando lo que no hallaba,
y hasta a veces me quedaba
por esos campos de a pie.
La vida me fué enseñando
lo que vale una guitarra;
por ella anduve en las farras
tal vez hecho un estropício,
y casi me agarra el vicio
con sus invisibles garras.
Menos mal que llevo adentro
lo que la tierra me dio.
Patria, raza o que sé yo ,
pero que me iba salvando,
y así, seguí caminando
por los caminos de Dios.
Pero como en la payada
bien llamada contrapunto
no acaba en esto el asunto
sino que debe seguir,
algo mas debo decir
en la cuestión de los puntos.
Yo no consegui aclarar,
y no me explico el motivo,
tres puntos consecutivos
que algunos suelen usar.
Alguien me puede explicar...
...estos puntos suspensivos?...
Atahualpa Yupanqui - Argentina
martes, 10 de enero de 2012
Preguntitas
Un día, yo pregunté:
"Agüelo, ¿dónde está Dios?"
Me miró con ojos tristes
Y nada me respondió.
Mi agüelo murió en los montes,
Sin rezos, ni confesión,
Y lo enterraron los indios,
Flauta de caña y tambor.
Otro día, yo pregunté:
"Padre, ¿qué sabe de Dios?"
Me miró con ojos tristes
Y nada me respondió.
Mi padre murió en las minas,
sin rezos, ni confesión.
¡Color de sangre minera
tiene el oro del patrón!
Mi hermano vive en los montes,
Y no conoce la flor.
Sudor, serpiente y malaria,
Es vida del leñador.
Y que naides le pregunte,
Si sabe dónde está Dios:
¡Por su casa no ha pasado
Tan distinguido señor...!
Yo canto por los caminos,
Y cuando estoy en prisión,
Oigo la voz del pueblo,
Que canta mejor que yo.
Hay una cosa en la vida,
Más importante que Dios:
Y es que naides escupa sangre
Pa’ que otro viva mejor.
¿Qué Dios ayuda a los pobres?...
Tal vez sí..., o tal vez no...,
¡Pero es seguro que almuerza
En la mesa del patrón!
Atahualpa Yupanqui
"Agüelo, ¿dónde está Dios?"
Me miró con ojos tristes
Y nada me respondió.
Mi agüelo murió en los montes,
Sin rezos, ni confesión,
Y lo enterraron los indios,
Flauta de caña y tambor.
Otro día, yo pregunté:
"Padre, ¿qué sabe de Dios?"
Me miró con ojos tristes
Y nada me respondió.
Mi padre murió en las minas,
sin rezos, ni confesión.
¡Color de sangre minera
tiene el oro del patrón!
Mi hermano vive en los montes,
Y no conoce la flor.
Sudor, serpiente y malaria,
Es vida del leñador.
Y que naides le pregunte,
Si sabe dónde está Dios:
¡Por su casa no ha pasado
Tan distinguido señor...!
Yo canto por los caminos,
Y cuando estoy en prisión,
Oigo la voz del pueblo,
Que canta mejor que yo.
Hay una cosa en la vida,
Más importante que Dios:
Y es que naides escupa sangre
Pa’ que otro viva mejor.
¿Qué Dios ayuda a los pobres?...
Tal vez sí..., o tal vez no...,
¡Pero es seguro que almuerza
En la mesa del patrón!
Atahualpa Yupanqui
domingo, 8 de enero de 2012
Trabajo, Quiero Trabajo
Cruzando los salitrales
uno se muere de sed.
Aquello es puro desierto
Y allí no hay nada que hacer.
Trabajo, quiero trabajo,
Porque esto no puede ser.
Un día veré al desierto
Convertido en un vergel.
El río es puro paisaje,
Lejos sus aguas se van,
Pero mis campos se queman
Sin acequias ni canal.
Trabajo, quiero trabajo,
Porque esto no puede ser,
Un día veré a mi campo
Convertido en un vergel.
Las entrañas de la tierra
Va el minero a revolver.
Saca tesoros ajenos
Y muere de hambre después.
Trabajo, quiero trabajo
Porque esto no puede ser.
No quiero que nadie pase
Las penas que yo pasé.
Despacito, paisanito,
Despacito y tenga fe,
Que en la noche del minero
Ya comienza a amanecer.
Trabajo, quiero trabajo,
Porque esto no puede ser.
Atahualpa Yupanqui.
uno se muere de sed.
Aquello es puro desierto
Y allí no hay nada que hacer.
Trabajo, quiero trabajo,
Porque esto no puede ser.
Un día veré al desierto
Convertido en un vergel.
El río es puro paisaje,
Lejos sus aguas se van,
Pero mis campos se queman
Sin acequias ni canal.
Trabajo, quiero trabajo,
Porque esto no puede ser,
Un día veré a mi campo
Convertido en un vergel.
Las entrañas de la tierra
Va el minero a revolver.
Saca tesoros ajenos
Y muere de hambre después.
Trabajo, quiero trabajo
Porque esto no puede ser.
No quiero que nadie pase
Las penas que yo pasé.
Despacito, paisanito,
Despacito y tenga fe,
Que en la noche del minero
Ya comienza a amanecer.
Trabajo, quiero trabajo,
Porque esto no puede ser.
Atahualpa Yupanqui.
viernes, 6 de enero de 2012
Los Caballeros de la Quema
Los Caballeros de la Quema
Alejandro Sorraires: saxo
Iván Noble: voz
Javier "Nene" Cavo: batería
Martín Carro Vila: bajo
Martín Mendez: guitarra
Martín "Cafusa" Staffolari: saxo
Pablo Guerra: guitarra.
Oriundos de Morón, Los Caballeros de la Quema se formaron a mediados de 1990 y lanzaron en 1991 su primera producción independiente, "Primavera negra".
Salieron al ruedo comercial con un buen álbum en 1993 ("Manos vacías"), que tras un pequeño tiempo de éxito, desapareció de las radios comerciales. Joaquín Sabina quedó impresionado con este disco y los contactó para abrir su show en el estadio de Ferro.
En mayo del '94, 3000 espectadores se reúnen en la 9 de Julio en recuerdo de Walter Bulacio (asesinado por la policía en un recital de Los Redondos) para escuchar a Los Caballeros de la Quema, La Renga y Los Piojos. En noviembre telonearon el show de Aerosmith y Jimmy Page, en Velez y presentaron masivamente su segundo disco, "Sangrando" (1994).
Carro Villa fue reemplazado por Patricio Castillo y con esta nueva formación encararon la gira del Nuevo Rock Argentino por el interior.
Para "Perros, perros y perros", la tercera placa, se volvieron a producir cambios en la formación, con el alejamiento del saxofonista Soraires. León Gieco participó de la grabación. El corte de difusión fue "No chamuyés".
A fines de 1996 participaron del Festival Alternativo que se organizó en Ferro, donde compartieron escenario con Marylin Manson y Cypress Hill, entre otros.
A comienzos del '98 se presentaron en el ciclo Buenos Aires Vivo II en los bosques de Palermo. Si bien el plato fuerte de la noche eran Las Pelotas, había cerca de 40.000 personas en el momento en que tocaron una quincena de temas de todo su repertorio.
"Fulanos de nadie" consolidó el crecimiento de los Caballeros como una banda abierta a diferentes estilos musicales, pasando del rock al reggae, por las baladas y al bandoneón de Néstor Marconi.
En el comienzo de 2002, Los Caballeros anunciaron escuetamente a través de un texto en su website, que habían decidido separarse. El casamiento de Iván Noble con Julieta Ortega (hija del cantante y político Palito Ortega) había sido determinante.
http://www.rock.com.ar/artistas/los-caballeros-de-la-quema
miércoles, 4 de enero de 2012
Leyenda del Ceibo
Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad. Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva. El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera. La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro. Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento. (Argentina)
lunes, 2 de enero de 2012
La leyenda del Pehuen
Desde siempre Nguenechén hizo crecer el pehuén en grandes bosques, pero al principio las tribus que habitaban eses tierras no comían los piñones porque creían que eran venenosos. Al pehuén o araucaria lo consideraban árbol sagrado y lo veneraban rezando a su sombra, ofreciéndole regalos: carne, sangre, humo, y hasta conversaban con él y le confesaban sus malas acciones.
Los frutos los dejaban en el piso sin utilizarlos. Pero ocurrió que en toda la comarca hubo unos años de gran escasez de alimentos y pasaban mucha hambre, muriendo especialmente niños y ancianos. Ante esta situación los jóvenes marcharon lejos en busca de comestibles: bulbos de amancay, hierbas, bayas, raíces y carne de animales silvestres.
Pero todos volvían con las manos vacías, pareciendo que Dios no escuchaba el clamor de su pueblo y la gente se seguía muriendo de hambre. Pero Nguenechén no los abandonó, y sucedió que cuando uno de los jóvenes volvía desalentado se encontró con un anciano de larga barba blanca.
- ¿Qué buscas, hijo? -le preguntó
- Algún alimento para mis hermanos de la tribu que se mueren de hambre. Pero por desgracia no he encontrado nada.
- Y tantos piñones que ves en el piso bajo los pehuenes, ¿no son comestibles?
- Los frutos del árbol sagrado son venenosos abuelo -contestó el joven.
- Hijo, de ahora en adelante los recibiréis de alimento como un don de Nguenechén. Hervidlos para que se ablanden o tostadlos al fuego y tendréis un manjar delicioso. Haced buen acopio, guardadlos en sitios subterráneos y tendréis comida todo el invierno.
Dicho esto desapareció el anciano. El joven siguiendo su consejo recogió gran cantidad de piñones y los llevó al cacique de la tribu explicándole lo sucedido.
Enseguida reunieron a todos y el jefe contó lo acaecido hablándoles así:
- Nguenechén ha bajado a la tierra para salvarnos. Seguiremos sus consejos y nos alimentaremos con el fruto del árbol sagrado que sólo a él pertenece. Enseguida comieron en abundancia piñones hervidos o tostados, haciendo una gran fiesta.
Desde entonces desapareció la escasez y todos los años cosechaban grandes cantidades de piñones que guardaban bajo tierra y se mantenían frescos durante mucho tiempo.
Aprendieron también a fabricar con los piñones el chahuí, bebida fermentada. Cada día, al amanecer, con un piñón en la mano o una ramita de pehuén, rezan mirando al sol:
“A ti de debemos nuestra vida y te rogamos a ti, el grande, a ti nuestro padre, que no dejes morir a los pehuenes. Deben propagarse como se propagan nuestros descendientes, cuya vida te pertenece, como te pertenecen los árboles sagrados“.
Leyenda argentina.
Los frutos los dejaban en el piso sin utilizarlos. Pero ocurrió que en toda la comarca hubo unos años de gran escasez de alimentos y pasaban mucha hambre, muriendo especialmente niños y ancianos. Ante esta situación los jóvenes marcharon lejos en busca de comestibles: bulbos de amancay, hierbas, bayas, raíces y carne de animales silvestres.
Pero todos volvían con las manos vacías, pareciendo que Dios no escuchaba el clamor de su pueblo y la gente se seguía muriendo de hambre. Pero Nguenechén no los abandonó, y sucedió que cuando uno de los jóvenes volvía desalentado se encontró con un anciano de larga barba blanca.
- ¿Qué buscas, hijo? -le preguntó
- Algún alimento para mis hermanos de la tribu que se mueren de hambre. Pero por desgracia no he encontrado nada.
- Y tantos piñones que ves en el piso bajo los pehuenes, ¿no son comestibles?
- Los frutos del árbol sagrado son venenosos abuelo -contestó el joven.
- Hijo, de ahora en adelante los recibiréis de alimento como un don de Nguenechén. Hervidlos para que se ablanden o tostadlos al fuego y tendréis un manjar delicioso. Haced buen acopio, guardadlos en sitios subterráneos y tendréis comida todo el invierno.
Dicho esto desapareció el anciano. El joven siguiendo su consejo recogió gran cantidad de piñones y los llevó al cacique de la tribu explicándole lo sucedido.
Enseguida reunieron a todos y el jefe contó lo acaecido hablándoles así:
- Nguenechén ha bajado a la tierra para salvarnos. Seguiremos sus consejos y nos alimentaremos con el fruto del árbol sagrado que sólo a él pertenece. Enseguida comieron en abundancia piñones hervidos o tostados, haciendo una gran fiesta.
Desde entonces desapareció la escasez y todos los años cosechaban grandes cantidades de piñones que guardaban bajo tierra y se mantenían frescos durante mucho tiempo.
Aprendieron también a fabricar con los piñones el chahuí, bebida fermentada. Cada día, al amanecer, con un piñón en la mano o una ramita de pehuén, rezan mirando al sol:
“A ti de debemos nuestra vida y te rogamos a ti, el grande, a ti nuestro padre, que no dejes morir a los pehuenes. Deben propagarse como se propagan nuestros descendientes, cuya vida te pertenece, como te pertenecen los árboles sagrados“.
Leyenda argentina.
domingo, 1 de enero de 2012
La leyenda del Cóndor
El cóndor no siempre usó la golilla que lleva tan elegantemente en el cuello. Se acostumbró a su uso después de haber sido derrotado, luego de una vergonzosa lucha contra un diminuto rival. Cuenta la leyenda que don Cóndor había bajado al valle en ocasión de unas “chinganas” que se celebraban con motivo de Semana Santa.
En uno de los tantos bodegones instalados cerca de una plaza, conoció a un compadrito charlatán y pendenciero, muy famoso en el pago por su apodo de “Chusclín”. Se trataba nada menos que de un vulgar chingolo.
Luego de una entretenida charla, en la que don Cóndor y Chusclín alardeaban de pendencieras hazañas y famosas “chupaderas” (en Cuyo “chupar” significa beber vino), como fin de la conversación, formularon entre sí una singular apuesta.
Se desafiaron a beber vino: el que “chupara” más sin “curarse” (embriagarse), ganaría la apuesta y el perdedor pagaría el vino consumido y la “vuelta ” para todos.
Tanto don Cóndor como Chusclín empinaron sus respectivas damajuanas y así se inició la puja. Don Cóndor de buena fe trataba de agotar el líquido “de una sentada”, sin reparar que Chusclín arrojaba al suelo cada sorbo que bebía sin que su rival lo notara.
Como don Cóndor no estaba tan acostumbrado al vino como Chusclín, pronto empezó a sentir dolor de cabeza y para atenuarlo se ató un pañuelo, a modo de vincha. Al advertir el juego de su contrincante, lo increpó y se le fue encima. Chusclín, veterano peleador, lo esperó sereno y confiado.
Poco duró la pelea porque el chingolo con un certero golpe hizo sangrar la nariz de su antagonista, quien sólo atinó a defenderse.
En el entrevero, el pañuelo que don Cóndor tenía atado a la cabeza se le cayó y desde entonces allí lo lleva.
Desconozco autor.
En uno de los tantos bodegones instalados cerca de una plaza, conoció a un compadrito charlatán y pendenciero, muy famoso en el pago por su apodo de “Chusclín”. Se trataba nada menos que de un vulgar chingolo.
Luego de una entretenida charla, en la que don Cóndor y Chusclín alardeaban de pendencieras hazañas y famosas “chupaderas” (en Cuyo “chupar” significa beber vino), como fin de la conversación, formularon entre sí una singular apuesta.
Se desafiaron a beber vino: el que “chupara” más sin “curarse” (embriagarse), ganaría la apuesta y el perdedor pagaría el vino consumido y la “vuelta ” para todos.
Tanto don Cóndor como Chusclín empinaron sus respectivas damajuanas y así se inició la puja. Don Cóndor de buena fe trataba de agotar el líquido “de una sentada”, sin reparar que Chusclín arrojaba al suelo cada sorbo que bebía sin que su rival lo notara.
Como don Cóndor no estaba tan acostumbrado al vino como Chusclín, pronto empezó a sentir dolor de cabeza y para atenuarlo se ató un pañuelo, a modo de vincha. Al advertir el juego de su contrincante, lo increpó y se le fue encima. Chusclín, veterano peleador, lo esperó sereno y confiado.
Poco duró la pelea porque el chingolo con un certero golpe hizo sangrar la nariz de su antagonista, quien sólo atinó a defenderse.
En el entrevero, el pañuelo que don Cóndor tenía atado a la cabeza se le cayó y desde entonces allí lo lleva.
Desconozco autor.
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