miércoles, 21 de diciembre de 2011
EL SORDO
El tipo apareció de improviso, ante la indiferencia general, por detrás de la columna. Se inclinó por sobre el hombro del Sordo, lo tocó en un brazo y le dijo "Quiero hablar con vos". El sordo levantó la vista, lo miró con el ceño fruncido como si no lo conociera, pegó una hojeada sobre los otros componentes de la mesa y amagó una evasiva.
-Vamos allá -dijo el otro, señalando las mesas del fondo. El Sordo se puso de pie, serio. Casi ninguno, ni Pochi, ni Roger, ni Gustavo, se habían percatado de la situación.
-- Pagale al hombre, che --dijo en voz alta, Ricardo, el único que había caído en la cuenta.
-- ¿ Siempre lo mismo, Sordo? --se anotó el Zorro, zumbón--. No lo cagués al muchacho.
Pero el tipo, muy serio, ya se alejaba hacia el fondo. Ahora sí, los demás hicieron un instante de silencio, prestándole una mínima atención al suceso.
-- Parece que viene pesada la cosa --se rió el Zorro.
-- ¿ Y no lo escuchaste al punto? --preguntó Ricardo-- "Quiero hablar con vos" le dijo. Nada de "¿Podría hablar un momentito con vos?" o "¿ Tendrías un minuto para atenderme?". Nada. "Quiero hablar con vos" y a la lona.
-- Será cana.
-- Es un novio que se levantó el Sordo en las vacaciones --dijo Pochi.
-- Se habrá puesto celoso el quía --supuso el Zorro.
-- Lo ve con tantos machos.
-- ¿Dónde "machos"? --se hizo el boludo, Guillermo. Y sin transición alguna volvieron al tema de las bailantas y de las tres negras que había traído el Flaco Campana del Brasil para bailar en los pueblos. "No le queda guita pero coge al costo" justificaba el Pochi.
El tipo se había sentado enfrete del Sordo y se quedó mirando hacia el lado del mostrador, los ojos entrecerrados, rebuscando algo con la lengua entre los dientes, tomada la mano que sostenía el pucho en el reborde de aluminio de la mesa. El Sordo pudo mirarlo un poco más. Sin ser muy alto, tenía cierta pinta de bestia. Algún pozo de viruela en la mejilla, sombra de barba, remera de marca desconocida abierta en sus tres botones. Prolijo, pese a todo. Por un momento bastante largo pareció que el tipo no iba a empezar a hablar nunca.
-- Vos te encamaste con mi mujer --soltó de golpe mirándolo, ahora sí, al Sordo.
-- ¿Cómo? --el Sordo adelantó la cabeza con un sobresalto elástico del cuello, como un tero al caminar.
-- Que vos te encamaste con mi mujer.
-- ¿Con tu mujer?
El otro había adelantado el maxilar inferior dejando un orificio circular entre sus labios, por donde el humo del cigarrillo escapaba y le nublaba los ojos. No dijo nada más, y, por el casi imperceptible trepidar de la mesa, era notorio que oscilaba una pierna pivoteando sobre el pie flexionado como si cosiera a máquina.
-- Espera un cachito... Esperá un cachito...--se rascó una ceja el Sordo amagando una sonrisa forzada--. Yo a vos...¿te conozco?
-- Sí, me conocés...
-- Porque, vos acá aparecés... --sobrevoló la información del Sordo-- ... me venís a buscar a la mesa, me presionás para que venga a hablar con vos... Me hacés levantar de la mesa donde...
--Sí me conocés...
--... yo estoy con mis amigos conversando lo más tranquilo y, de rompe y raja, me salís con esto de que...
-- No te hagas el turro que me conocés...
El Sordo paró. Se quedó con la mano izquierda cerrada con la punta de los dedos hacia arriba, interrogante, junto al pecho.
-- ¿Que yo te conozco? ¿De dónde te conozco? A ver si nos volvimos todos locos.
-- Me conocés de la puerta de la escuela Mariano Moreno, de Paraguay al 1200... Vos vas a buscar a tu piba ahí. Y yo también.
-- ¿ Vos también?
-- Sí señor... Y a veces voy yo y a veces va mi jermu. Y vos a veces chamuyás con mi jermu ahí y otras veces ... --el tipo inclinó la cabeza como si quisiera apoyar una oreja en el nerolite de la mesa en tanto golpeaba con el índice--..chamuyás con ella acá, en este mismo boliche.
--¿Acá?
-- Sí señor --el tono del tipo tenía un atisbo de grosería y un siseo remarcado.
-- Y... ¿Quién es tu mujer?
-- No te hagás el boludo que vos sabés muy bien quién es mi mujer.
-- No, mi viejo... --se enojó el Sordo--. No sé quién es tu mujer y tampoco tengo la más puta idea de quién sos vos... Vos me venís con eso de que vas a buscar a tus pibes a la escuela Mariano Moreno y yo también voy de vez en cuando a buscar a mi piba a esa escuela; pero te puedo asegurar que no me acuerdo ni en pedo de vos ni de tu cara ni de un carajo...
-- No levantés la voz, no levantés la voz --pidió el otro, lo que en parte tranquilizó al Sordo. Al parecer, el inquisidor no buscaba un escándalo aunque su tono estaba más cerca de la amenaza que del paternalismo--. Y no te hagas el boludito --al decir "boludito" sacudió hacia ambos costados la cabeza acompañando cada sílaba--. No te hagas el boludito --repitió-- porque la semana pasada yo fuí con mi mujer a buscar los pibes al colegio y vos estabas ahí, y justo estabas al lado nuestro, y estuvimos hablando, así que no me vengas con que no sabés quién mierda es el que tenés sentado enfrente.
El Sordo se tiró hacia atrás en su silla, en parte como asombrado, en parte para alejarse de ese par de ojos que amartillaban el reproche demasiado cerca suyo. Unió las manos en una palmada y se mordió el labio inferior. (ROBERTO FONTANARROSA)
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QUEEEE LINDO MARUUU, HACIA MUCHO TIEMPO QUE NO LEÍA NADA DE FONTANAROSA, ME ENCANTÓ CIELO. TE MANDO BESITOS CARGADOS DE TERNURA Y MIS MEJORES DESEOS PARA ESTA NAVIDAD JUNT6O A TODOS TUS SERES QUERIDOS, TE QUIERO UN MONTONAZO AMIGA MIA
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