Los avispones zumban bajo el alero,
en el corral el gallo lanza su alerta
y en el fondo del bosque todos los pájaros
vibran himno gigante porque despierta
el sol y la esperanza; vuelve a la vida
el mundo como un niño que abre los ojos
tras la noche apacible de encantos llena;
allá en el horizonte, lucen los rojos
del astro, que soberbio, fecunda o taja,
que da luz o la quita, según la suerte,
pues que también tranquilo mira a los hombres
caer bajo sus rayos que dan la muerte
en medio de los trojes de trigo rubio
o en medio de los campos hechos jardines.
Que la tumba va abriéndose paso entre flores
a las que ama y seduce para sus fines.
Alberto Ghiraldo
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