Están por distintos lugares del mundo, tienen algo en común, el sentimiento los identifica. Son los antiguos moradores del barrio que por distintas circunstancias tuvieron que emigrar del mismo. Establecieron una historia de su vida en sus: calles, veredas, escuelas, clubes, cines y con los vecinos de entonces. Esa crónica fue registrada en su memoria junto aquellos episodios inolvidables de antaño, que se agigantan con la distancia al terruño y el paso del tiempo. A menudo los invade el dolor del exilio que anula el regreso al tiempo feliz de las gratas vivencias. Me agradaría escucharlos y compartir con ustedes sus experiencias. Yo soy uno de ellos, y salgo a su encuentro...
En el oeste del Gran Buenos Aires vive “Pocha” Becker quién nos cuenta su historia: “Junto a mis padres Berta y Enrique Becker y mi hermana “Cuca” residimos desde 1951 en un departamento de la calle Guevara 522. Adelante vivían Aída Spallone, su esposo Raúl Sanz y el hijo de ambos, Osvaldo. Don Raúl tenía un palomar en la terraza, siempre tuve temor de acercarme al mismo por el alboroto de las aves. En Chacarita viví desde los doce años hasta los veintiuno, hace cincuenta años que dejé el barrio en ocasión de contraer matrimonio, pero no puedo olvidar aquellos veranos con el juego del agua en los carnavales. Recuerdo los ensayos de la murga “Los Pecosos de Chacarita”, en un terreno de la Av. Forest y Maure. Aún me parece que sigo siendo aquella niña que paseaba por la calle Olleros y descubría la casa colonial con pasadizos, donde vivía Carlitos Balá con su familia. También mi memoria me transporta haciendo un mandado hacia Maure y Guevara en la despensa “La Favorita” de Don Luraschi o comprando un Repuesto Rivadavia en la librería del “Chino” en Guevara al cuatrocientos. Ahora que me acuerdo mi padre le hacía la parte contable de su librería. ¡ Qué bellos recuerdos!”...
Ahora los invito que suban a mi “piróscafo” dado que vamos hacia Vicente López en búsqueda del testimonio de un amigo de la infancia: el Dr. Salvador Galgano, el “Chiche” para los íntimos, lo escuchamos: “Mi casa natal fue la de Jorge Newbery, frente a “El Continente”, cercana al entonces café “La Reforma” en la esquina de Av. Forest. La habité en familia desde 1934 hasta 1965, que me mudé a Belgrano pero, el consultorio lo tuve hasta 1998. Cursé la primaria en la “escuela de varones” de Jorge Newbery, hoy “Dr. Luis Agote”. Era un lector de la Biblioteca “Elévate” de la calle Maure casi Av. Forest, también le alquilaba al diariero por cinco centavos las revistas infantiles, con la condición de una lectura rápida y devolución antes de las 9.30 hs. En las travesuras de la niñez recuerdo cuando con la barra íbamos a los cines del barrio: Villa Crespo, Alvarez Thomas, Atlántico, Regio o el Argos, y esparcíamos un líquido creo que era sulfuro de amonio que difundía un mal olor. La carrera de medicina y la especialización en otorrinolaringología me restó tiempo para frecuentar a las barras de Guevara o Forest pero me sentía amigos de todos. Fue una juventud alegre, pues nos conformábamos con poco, con amigos de verdad y sin los problemas de la juventud actual. Prefiero que Chacarita continúe sin crecer con el ritmo de una ciudad moderna y, conserve su esencia de barrio. De ese modo mantiene vigente los recuerdos, como aquella noviecita que aún persiste en algunos de mis sueños”...
En este itinerario en la búsqueda de antiguos vecinos chacaritenses recorro el barrio de Liniers para escuchar los recuerdos de Susana Nélida Zaldo: “Desde el año 1947 hasta 1962 viví en Maure 4153, una casa grande cercana a la Av. Corrientes. Fue el período de mi niñez y adolescencia que me permite recordar el tiempo de los juegos con mis amigas de entonces: Liliana Caldarelli, Cristina y Emilia Jarema, las hermanos Silvia, Elsa, María Elena y Juan Carlos Villareal. Además de nuestro espacio en las tranquilas calles del barrio, una hermana mayor de los Villareal nos cruzaba al Parque Los Andes donde teníamos los juegos, la calesita y un enorme espacio para disfrutar. En nuestras travesuras nos trepábamos al Monumento al Malón de la Paz la obra del escultor Luis Perlotti, que desde aquella distante infancia nos parecía una audaz hazaña. Hice la primaria en la escuela ubicada en Federico Lacroze y Rosetti, estudié baile y actuación con Stella Molly y piano con una profesora que estaba al lado de Forest 444 cuyo nombre ahora no recuerdo. Un tío, Miguel Magnacco, fue uno de los socios de la Broncería “Los Andes” ubicada en la Av. Corrientes casi Olleros. Desde la distancia extraño los gratos momentos vividos con mis amigas de siempre, dado que con algunas de ellas nos seguimos viendo y la relación con los vecinos del barrio, que eran comunicativos y solidarios...”
En el curso de la entrevista con Susana me indicó la dirección de una amiga de su niñez, vamos a su encuentro hacia Villa Pueyrredón, se trata de Elsa Beatriz Villareal nos recibe y expresa: “ Con mi amiga de la infancia habitamos la misma vivienda de Maure 4153, en mi caso del año 1947 hasta 1974 que formalicé mi matrimonio con Osvaldo Rivero quien vivía en Zabala y Fraga. Cursé la primaria en la escuela de Guevara y Santos Dumont y ya adolescente trabajé en la fabrica de prendas femenina “Norina” de la calle Olleros y Fraga. Las imágenes que tengo del barrio son: el juego del agua de los carnavales, la concentración de coches en las efemérides del Cementerio, el desfile militar y los fuegos de artificio en el Parque Los Andes en ocasión de las fechas patrias. Otros recuerdos barriales se relacionan con la fábrica de artículos de cuero “Mandelbaun” vecina a mi casa, los viajes que realizaba en el tranvía 12 conducido por un tío que recorría la Ciudad desde Chacarita a La Boca, la compra de las pastas en “La Yema” de José Reymundez en Federico Lacroze y Fraga. Por nuestra vecindad con el Restaurant “Albamonte” conocimos a figuras del ambiente artístico, político o deportivo pero, el de mayor repercusión fue cuando vino al barrio Johnny Weissmuller el “Tarzán” de las películas en blanco y negro. Para recordar aquel tiempo feliz en el barrio natal lo recorro caminando, a veces desde Cabildo y Aguilar, pasando por la Estación Colegiales hasta llegar al subte en Federico Lacroze y Corrientes”...Prosa de Aníbal Troilo (1914 - 1975).